México, DF.- El cuento clásico del italiano Carlo Collodi “Las aventuras de Pinocho. Historia de un muñeco” es llevado nuevamente a la pantalla grande, ahora por el cómico y realizador Roberto Benigni, quien logra una versión afortunada y muy criticada que retrata la pérdida de la inocencia.
Luego del éxito de La Vida es Bella, que le valió el Oscar a la Mejor Película Extranjera, el italiano Benigni regresa al cine con la “encarnación” del hiperactivo muñeco de madera al que todos quieren redimir y amenazan con el engradecimiento de su nariz por decir mentiras.
El proyecto independiente iniciado hace dos años, considera el director de Il Mostro y El Picolo Diavolo, fue uno de los más deseados a lo largo de su carrera, historia que su coterráneo, el cineasta Federico Fellini consideraba hecha para él, tanto así que le nombraba Pinocchietto.
Aunque sobreactuado en su pantomima y difícil en principio de imaginar un Pinocho maduro y algo más lánguido que la tradicional animación Walt Disney, Benigni sabe dilucidar el conflicto del personaje ante un padre bonachón, Geppetto -muy bien interpretado por Carlo Guiffre- y un pueblo que le pide la felicidad del niño que no es.
La cinta estrenada ayer en las salas del país fue producida por Melampo Cinematográfica, compañía que pertenece el histrión y su esposa, la también actriz Nicoletta Braschi.
Vincenzo Cerami, realizador del guión, considera que en la película, tanto Pinocho como sus antagonistas tienen razón, “sujetos por un conflicto insoluble, parecido al de la tragedia griega y donde el personaje del Hada (Braschi) toma el rol del Destino”.
Antes de descubrir la alegría propia del ser humano, la figura inocente, no obstante pilla del muñeco, quien es inconsciente de la muerte y del amor a la vida, se verá involucrado en una serie de pasajes producto de su intensa vitalidad, que sacará “canas verdes” al pobre de Geppetto.
En escenarios que devuelven a la campiña toscana mucho de su aire de fábula (tercer cuarto del siglo XIX), Pinocho tendrá un encuentro “aventurado” con un imponente pero “blandengue” gigante, quien luego de tratar de “echárselo a la sopa” le regala cinco monedas de oro y otros “hermanos de madera”.
El universo en donde se desenvuelve la criatura -surgido del tronco de un árbol-, mezcla de realidad y fantasía escénica, da pie a infelicidad, engaños, falsedades y lágrimas verdaderas entre los impulsos rebeldes, más allá de las simples travesuras de un “muñeco malcriado y desquiciante”.