La estupidez de algunos hombres es como el Sol del medio día, se pasea sin descaro....
La profesión más antigua sin duda es el crimen. Caín mató a su hermano Abel y tal vez por ser descendientes de Caín el crimen tiene muchos adeptos en el planeta con predominación de genes del tatarabuelo Caín, sin embargo matar niños, ancianos y mujeres en batallas no es asesinar; es la guerra y en pos de esa estúpida palabra, cientos de hombres se lanzan a morir o dar muerte, muchas de las veces sin saber porqué. La megalomanía de los dueños del planeta como Geroge W. Bush aderezada con el fundamentalismo de Osama bin Laden entre otros, son la razón y causa entre otras muchos motivos que los vientos de guerra soplen en el planeta y como perros de presa busquen y olfateen la sangre.
Todos las guerras son estúpidas y si en la noche de los tiempos el hombre se descolgó de las ramas para tomar piedras y palos, en la actualidad la civilización repleta de raciocinio, una sociedad inmersa en miedos y temores que dan las distintas religiones y una modernidad que rebasa las mismas innovaciones materialistas, en muchos campos demuestra una vez más que el hombre sigue siendo una bestia con piel humana y retomando las palabras de aquel humilde carpintero que dijo: “De qué le sirve al hombre haber ganado el universo si se pierde a sí mismo”.
Los truenos y relámpagos de la guerra están a la vuelta de la colina, México como miembro y monigote del Consejo de Seguridad de la ONU se niega a participar, otros países también, ¡Bravo! por la diplomacia mexicana que a primera vista parece ser una sensata opción, sin embargo la carne de cañón que los gringos usará será la de muchos paisanos.
El sistema castrista en todos los países es secreto, en los EUA parte de los combatientes se sabe que son latinos, de raza afroamericana, negros, bastantes “chicanos” y mexicoamericanos y serán los que darán su pecho y sangre en pos de salvaguardar la paz mundial y terminar con una tiranía que absurdamente parece molestar a Bush. Los intereses sin embargo, más allá de instituir una democracia en un país del Oriente Medio, Iraq, parecen ser el petróleo y uno que otro judío metido en el gabinete de George W. Bush, descargando el odio acumulado contra Saddam Hussein. Poco o nada le pueden importar a los gobiernos que sangre inocente sea derramada y los odios ancestrales aumenten hacia los EUA por la decisión absurda y hasta kafkiana de sonar la trompeta apocalíptica de la guerra. Como en Viet Nam, por capricho y necedad muchos hogares quedarán enlutados; recordando un poema japonés: Secos quedaron los ojos de tanto llanto / rebosantes van los ríos de sangre / el dolor no cuenta / sólo la gloria para los vencedores/.
Pronto el azul añil del cielo se borrará para dar cabida al color oscuro del humo, un color tan negro como las mentes de muchos gobernantes, que con el poder y el báculo del trono juegan a ser dioses y determinan el destino de naciones y hombres. Pronto sus misiles “inteligentes” caerán en escuelas, hospitales y no hay un jurado capaz de tocar a estos asesinos de guerra, porque en la batalla de las bestias no hay criminales, sólo vencidos y triunfadores y donde parece ser que Dios por esos días se escondió y los rezos de sus hijos no son suficientes para parar esas masacres... ¿o acaso el Dios de George W. Bush es un Dios de guerras, sacrificios y muertes, diferente al Dios de Osama Bin Laden y de Saddam Huseein?
Pronto como bestia negra llegará de lejos y a su paso dejará desolación y llanto, sembrará el terror y cosechará odio, los vientos se llenarán de lamentos y la brutalidad del hombre sólo será superada por su misma estupidez; es la Guerra...
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