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Violencia golpea a sexoservidoras

Advierte investigadora que crímenes recientes pueden ser el principio de un problema social de fondo

GÓMEZ PALACIO, DGO.- Los asesinatos de dos sexoservidoras en manos de sus clientes ocasionales, pueden ser el principio de un problema social de fondo, donde las mujeres que venden su cuerpo están en completa desventaja al trabajar bajo ciertos estigmas y en un ambiente de inseguridad.

Hoy las víctimas son Adriana Hernández Subiría de 24 años, madre de tres hijos y Sandra Ramírez Campos de 23 años. En los homicidios el consumo de alcohol y drogas estuvo presente. La pasividad de las autoridades municipales puede desencadenar más muertes.

Respecto a esta problemática social, la catedrática e investigadora de la Universidad Autónoma de Coahuila, Rosario Varela Zúñiga, opina: “Actualmente, las sexoservidoras están desprotegidas, a merced de la explotación de los hombres que aparentemente las cuidan, esta forma de operar las suma en la indefensión y crean el mensaje: “ellas se lo buscaron, ya saben de qué se trata”.

La verdad, la prostitución es una actividad que toda mujer de cualquier edad puede ejercer, puesto que tienen a la mano el recurso, no como actividad principal, pero sí complementaria del gasto familiar, considerando también que en ocasiones, la mujer se ve forzada por otras circunstancias a vender su cuerpo.

Hoy las autoridades encargadas de la procuración de justicia enfrentan dificultades para esclarecer el homicidio. “Cómo es posible que se presente el asesinato de una sexoservidora y nadie sepa nada, por eso deben participar los principales relacionados: el cantinero, el mesero, las demás mujeres, entre otros actores de la vida nocturna”, comenta Rosario Varela.

Como se informó en su oportunidad, el domingo siete de septiembre, se descubrió el cuerpo sin vida de Adriana Hernández en un motel. El pasado dos de julio del presente año, se encontró el cadáver de Sandra Ramírez en el fraccionamiento Santa Teresa, su caso ya fue consignado.

La investigadora social tiene su propia visión de la prostitución, considerada por algunos sectores como legal, como una actividad no prohibida, como un mal necesario. “Por definición puede ser la actividad que usa el cuerpo como medio para obtener recursos económicos, esto se conoce como el comercio sexual”, señala.

La moral y las leyes hacen distinciones. “Curiosamente se tolera la prostitución sólo en las mujeres y no en los hombres, creando así un estigma por el cual las mujeres pareciera que sí pueden vender su cuerpo y los hombres no, sufriendo una discriminación”, aclara la catedrática.

La misma definición de usar el cuerpo como un medio lucrativo pone a las sexoservidoras en el ámbito de la inmoralidad, ya que la sociedad considera que el cuerpo de la mujer es un santuario de la maternidad y entonces el placer es una actividad pecaminosa.

La también educadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales indica que desde el punto de vista jurídico, la actividad se tolera en la clandestinidad, vulnerando la capacidad de organización de las mujeres, por el hecho de hacer pública su actividad laboral.

Para combatir el peligro

Ante el riesgo que enfrentan las sexoservidoras en el ejercicio de su trabajo, Rosario Valera habla de la necesidad de crear una serie de medidas de seguridad, donde se involucren los dueños de los negocios, las familias de las sexoservidoras y las propias compañeras del gremio.

“Deberían registrar los arreglos acordados, con quién entran, con quién salen, cuánto cuesta el servicio, por cuánto tiempo y entre las mujeres, que sepan con quién anda cada una”, dice la investigadora social.

Al descubrir los cadáveres de las dos jóvenes asesinadas, el escenario marcaba el consumo de alcohol y drogas por una o ambas partes involucradas. La falta de control y el poco combate de las autoridades municipales se refleja en la facilidad que existe para lograr una intoxicación.

“El consumo de alcohol y drogas también debe ser considerado riesgo de trabajo entre las mujeres, porque así se restan las posibilidades del autocuidado entre ellas y la sexoservidora se encuentra en desventaja para poner condiciones, desde el uso del condón hasta el pago de la tarifa”, advierte la catedrática de la UA de C.

Como una propuesta de la socióloga, las sexoservidoras deben formar redes sociales, analizar la desventaja de trabajar de forma independiente. “La violencia contra las mujeres es un problema que creo va a seguir porque somos una cultura donde no hay igualdad de género”.

Hoy los Municipios tienen facultades para imponer el orden social, sería sano que aparte de la regulación de las sexoservidoras, también incluyeran las formas de higiene y seguridad, con el fin de ahorrarse problemas de salud y procuración de justicia.

Surge otra línea

Todavía no hay nada claro, las declaraciones recabadas por el Ministerio Público no sirven de mucho. Ahora surge otra línea de investigación, varias personas vieron llegar a un antro a Adriana Hernández, pero tal parece que nadie la vio salir.

Óscar Menchaca Lara, agente del Ministerio Público de Delitos contra la Vida y la Salud de las Personas, informó que los agentes comisionados al Grupo de Homicidios trabajan en una nueva hipótesis con el fin de recabar más datos sobre el presunto asesino.

Entre las pocas novedades se logró conocer que la madrugada del domingo siete de septiembre, Adriana estaba decidida a conseguir 500 pesos vendiendo su cuerpo. La mayor parte de la noche no hubo resultados, probablemente, fue en su último trabajo donde buscaba conseguir el dinero.

También se estableció que la última tanda del baile en el bar Imagina inició a las 5:15 horas del domingo y terminó a las 6:00 horas. Según el reporte del motel Rinconada del Sol, Adriana y su verdugo arribaron al lugar veinte minutos después de terminado el baile.

Del centro de baile al motel son aproximadamente dos kilómetros de distancia. Los empleados del motel dicen que la pareja llegó en un taxi. El encargado sigue cerrado a proporcionar información sobre el hombre que pagó el alquiler, dice que estaba somnoliento.

Como se informó en su oportunidad, el cadáver de la joven fue encontrado en la habitación número tres del motel Rinconada del Sol, luego de que el acompañante de la joven pagara 70 pesos por cuatro horas de alojamiento.

Manuel Corchado Montes de 25 años, con domicilio en calle Castaños número 136 del fraccionamiento Miravalle, se identificó como la persona que vivió en unión libre con Adriana durante siete u ocho años y ambos procrearon tres hijos.

Según dijo, la última vez que vio con vida a su esposa fue como a las 20:00 horas del pasado sábado, antes de que ésta se fuera a trabajar. En la Subprocuraduría de Justicia, siguen trabajando con el fin de aclarar el caso lo más pronto posible.

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