Los migrantes recién llegados a Estados Unidos con menores niveles de educación y que se insertan en trabajos precarios, son quienes enfrentan mayores riesgos de padecer condiciones de pobreza en el vecino país.
Una de las principales variables que determina los niveles salariales de la mano de obra y, por ende, los umbrales de pobreza, es el nivel de capacitación.
De acuerdo con un estudio realizado por el Consejo Nacional de Población, entre los migrantes mexicanos el 34 por ciento de aquellos que no lograron cubrir más allá del cuarto grado de educación básica viven en condiciones de pobreza; entre los que cuentan con doce años o más de educación dichos niveles disminuyen a la mitad (17.2%).
Ese tipo de características, junto con los vasos comunicantes que en el transcurso del siglo pasado forjaron las redes sociales entre diversas regiones del territorio nacional y ciertos sectores de la economía estadounidense, convocan a los nuevos migrantes, en múltiples ocasiones, a ocupar puestos de trabajo que la población estadounidense no esta dispuesta a ejercer.
Así, mientras que entre los migrantes que se ocupan en empresas con 100 empleados o más los niveles de pobreza son del orden de 11 por ciento, entre quienes encuentran acomodo en microempresas (10 trabajadores o menos), el nivel de pobreza se duplica (23.3%).
Otra característica del mercado laboral que muestra considerables diferencias en cuanto a los niveles de pobreza, es el sector de actividad donde se insertan los migrantes. En el sector manufacturero sólo 13.7 de los migrantes viven en condición de pobreza, mientras que los que trabajan en los servicios muestran una incidencia mayor (17.7%) pero, principalmente, los mayores niveles se observan entre los que se dedican a las labores agrícolas (33.0%).
A pesar de que año con año los migrantes mexicanos presentan los mayores niveles de pobreza, este grupo de connacionles se forja un paulatino proceso de mejoría en sus condiciones de vida que se asocia con el aumento en el tiempo de estancia en Estados Unidos, con la multiplicación de sus contactos y un mayor dominio del idioma inglés, lo cual redunda en un aumento considerable de sus capacidades para participar en aquel mercado laboral.
De esa forma, el nivel de pobreza de los migrantes recientes (1994-2002), asciende a 30 por ciento, mientras que en aquellos que entraron en el periodo 1986-1993 la incidencia del fenómeno disminuye a 24.4 por ciento, y, por último, entre quienes ingresaron al vecino país antes de 1985 el nivel de pobreza es de sólo 18.3 por ciento.
No obstante que los migrantes mexicanos en Estados Unidos en condición de pobreza constituyen el 7 por ciento del total de 33.5 millones de pobres en aquel país, existen indicios de que no son los más pobres entre los pobres. En efecto, mientras que el nivel de ingresos por trabajo de la población pobre en la Unión Americana es de alrededor de 6 mil 500 dólares al año, los migrantes mexicanos pobres tienen remuneraciones salariales 37 por ciento mayores (8 mil 858 dólares anuales, en promedio).
De 9.5 millones de mexicanos que residen en EU, 2.3 están en situación de pobreza. La medición de la pobreza ha dejado de ser sólo preocupación de un reducido número de especialistas en el tema.
Los estados modernos se dedican a perfeccionar las técnicas para su cuantificación, en muchas ocasiones, en consulta con expertos nacionales e internacionales, con el fin de definir, dar seguimiento y evaluar la política social de los gobiernos nacionales y, en muchas ocasiones, de los locales.
En días recientes, la Secretaría de Desarrollo Social dio a conocer las recomendaciones técnicas y metodológicas que elaboró el Comité Técnico para la Medición de la Pobreza.