BURBUJITAS
Por Moisés Rodríguez Escobedo
El cheque de las utilidades de la Feria de 2002, está extraviado. Como en los cuentos del Monje Loco “nadie sabe, nadie supo”. Doscientos dieciséis mil quinientos pesos se hicieron humo.
Los directivos de la Feria de 2002 se sienten ajenos a la desaparición y retan “A nosotros que nos esculquen, nosotros entregamos el cheque al alcalde interino”
Por nuestras investigaciones rancheras en este misterioso caso, supimos que el cheque sí existió, que hubo varios testigos al momento de su entrega al entonces alcalde, que los bomberos pidieron los dieciséis mil quinientos pesos y se los negaron, que existe un documento firmado de “recibido”.
Y ahí la pista del cheque se pierde.
He aquí otro indescifrable caso que pasa a engrosar los archivos de los misterios sin resolver.
Ya se me hizo bolas el engrudo.
Los señores de la política se envuelven en la bandera nacional, como Juan Escutia, y nos juran por sus mamacitas santas que Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad son dos empresas propiedad de la nación, que todos los mexicanos, incluidos usted y yo, somos los dueños.
Pero la cruda realidad, que no se anda con demagogias, me dice que sólo soy sueño de mi migraña y mi reumatismo.
Porque la electricidad que consumo me la cobran a precio de oro y si no la pago a tiempo, me cortan el servicio. Y los gasolineros me venden la gasolina, pura o adulterada, a precio de escándalo y al contado.
Como un náufrago, me aferro desesperadamente a mi nacionalismo, recuerdo que el general Lázaro Cárdenas expropió la industria petrolera y Adolfo López Mateos nacionalizó la industria eléctrica, y suplicante pregunto a mi compadre Agapito:
-“¿Verdad compadre que usted y yo, y todos los mexicanos somos dueños del petróleo y de la electricidad?”.
Y Agapito me contesta burlón:
-“Compadre, compadre ya no está en edad de chuparse el dedo. El petróleo era del PRI, de Ernesto Zedillo, del sindicato petrolero y de Rogelio Montemayor, y hoy es del PAN y de los Amigos de Fox. Y con la electricidad andamos por las mismas”.
El güero Chabel es el único relojero del pueblo. Chabel era el encargado del mantenimiento del reloj público de Matamoros. Chabel limpiaba la maquinaria del viejo reloj, aceitaba su engranaje y le daba cuerda. Recibía de la municipalidad trescientos pesos quincenales. Los pagos empezaron a retrasarse y la paciencia de Chabel a agotarse, hasta que un mal día Chabel decidió suspender las tareas de mantenimiento del reloj y dejar por la paz el asunto de la cobranza de sus quincenas atrasadas.
Y ahí está el reloj acalambrado, marcando las 4:55 de hace un año.