EL IMPERIO CONTRA-ATACA
Moisés Rodríguez Escobedo
Está resultando carísimo llevarle la libertad al pueblo de Iraq: Cada misil Tomahauk cuesta 600 dólares.
Jorge Bush advierte a las tropas iraquíes: “Ríndanse incondicionalmente porque de lo contrario serán juzgados como criminales de guerra”, al tiempo que misiles Tomahauk hacen blanco en los mercados de Bagdad.
En esta guerra donde la armada gringa combate con misiles guiados por rayos láser, donde los satélites fotografían las posiciones enemigas y guían las bombas inteligentes, los combatientes más que soldados son ingenieros en computación.
La defensa antiaérea iraquí pareciera que está equipada con puras resorteras, ya que los misiles Tomahauk explotan en Bagdad que es un contento. ¿Dónde están pues las armas de destrucción masiva que posee Hussein y que sirvieron de pretexto para la invasión?
Los escudos humanos que de todo el mundo llegaron a Bagdad en los días previos a la invasión norteamericana, resultaron puro jarabe de pico. Abandonaron Iraq antes que cayera el primer misil de los libertadores gringos.
No falta a la verdad el presidente Bush cuando afirma que sus ejércitos liberarán a la población iraquí del yugo del sanguinario Saddam, porque todo ciudadano iraquí que reciba el impacto de un misil, automáticamente quedará liberado de todo problema mundano e irá directamente al reino de Alá.
En toda guerra hay accionar de armas y hay muertos. Y la invasión de Iraq no puede ser la excepción. En esta guerra Estados Unidos acciona las armas e Iraq pone los muertos.
Los pocos muertos que ha puesto Estados Unidos en esta guerra son producto de errores humanos, se les desploman los helicópteros por fallas mecánicas o los soldados gringos se tirotean entre sí al caérseles el sistema de sus computadoras portátiles.
Las caídas en los sistemas de computación son desastrosas y sus nocivas consecuencias son de acción prolongada. Recordemos que a Manuel Bartlett se le cayó el sistema y nos vimos obligados a soportar 72 meses a Salinas, 72 meses a Zedillo y llevamos soportando 27 meses a Fox.
Y ante la invasión a Iraq, la ONU está como el tío Lolo. Hoy que Adolfo Aguilar Zínser asume la presidencia del Consejo de Seguridad, entre sus prioridades está que el apaleado, vapuleado y masacrado pueblo de Iraq reciba adecuada y oportunamente la ayuda humanitaria de las naciones que componen este organismo mundial.
Y George W. Bush, el hitleriano texano, dice que con la bendición del buen Dios, las tropas aliadas implantarán la democracia y la libertad en Iraq, y todo el mundo vivirá en felicidad por los siglos de los siglos bajo la conducción del país donde habitan los güeritos de ojos azules.
Ante tanta hipocresía, mi computadora Remington Rand, que ya está encolerizada por el baño de sangre a que está siendo sometido el pueblo iraquí, empieza a humear y en el monitor aparece una lacónica leyenda.
-“Yankees, go home”.