Pocas personas vieron el Informe Presidencial. Fenómeno sintomático del creciente desinterés hacia la política, los mexicanos son renuentes y miran con desconfianza al personaje del estrado, sí, aquél que presenta cifras demasiado optimistas que poco reflejan la realidad lacerante de millones de familias. Se podrá hablar de índices macroeconómicos estupendos, reservas inmejorables en las arcas, finanzas públicas responsables, promoción del changarrismo, el internet para comunidades alejadas de la civilización. Desgraciadamente todo lo anterior pierde importancia cuando la señora acude al super a hacer la compra y nota con angustia que cada día le alcanza para menos, cuando un estudiante universitario preparado y comprometido socialmente se ve imposibilitado a conseguir chamba, peor aún el transitar por calles y avenidas temerosos de ser asaltados, vejados, violados.
Las muertas de Juárez, la situación de los derechos humanos, un sistema de justicia plagado de lagunas que sigue privilegiando al poderoso, a ése con recursos suficientes para comprar voluntades. El campo viviendo sus peores tiempos, la falta de estímulo para hacerlo progresar y al frente de la cartera ministerial del ramo un hombre tibio. Promesas rotas: los políticos corruptos del pasado siguen comiendo en los mismos restaurantes, disfrutando fueros, amparos. Banqueros incluidos dentro del Fobaproa, Pemexgate, Amigos de Fox.
Un gabinete desorganizado, sin trabajar en equipo. La sucesión presidencial anticipada, los partidos políticos sobreviviendo en medio de un maremágnum de crisis internas, enfrascados en discusiones estériles que a nada llevan. Decepcionante la anterior legislatura: cobrando bonos y dietas, calentando el curul, discutiendo sandeces y velando por los intereses de cada uno.
Una primera dama abiertamente protagónica, preocupada, ansiosa cuando sale en las revistas del corazón, dedicada a crear fundaciones con miras poco creíbles, vestida de Chanel y emulando a Evita Perón.
No todo es culpa del PAN, también el PRI puso un granito de arena durante setenta años. Tampoco resultan condenables las herencias del tricolor: dicho organismo dio a México muchas cosas rescatables. Aquí estamos cansados de andarle aventando el balón a todos y señalando culpables por doquier: es indispensable concebir que la responsabilidad debe ser compartida, que se necesita trabajar en conjunto, dejando atrás ideologías disidentes con el fin de armonizarlas para con ello conquistar la estabilidad, el bien común y un marco equitativo y justo donde una sociedad cada vez más diversa pueda existir en santa paz.
Apoyemos al Presidente, entendamos que desgraciadamente no puede solo y seis años no serán suficientes para borrar todo aquello lacerante para el país. Hemos sido mezquinos, conformistas y vivido bajo una tutela paternal, estirando la mano, quejándonos, criticando al otro sin atrevernos a mirarnos a nosotros mismos.
Son muchos los problemas. No hay soluciones mágicas pero sí exigimos voluntad en las instituciones que nos rigen: demandamos un Congreso serio donde se pongan en alto los legítimos intereses de la patria; queremos a un Ejecutivo Federal con visión de largo alcance y no al que constantemente cambia de opinión, piensa que todo está bien, le molesta leer los periódicos y transita en mundos paralelos.
Aplaudimos al Vicente Fox crítico en el Informe, extrañamos al hombre de las botas entrón que hace tres años no temía aplastar “Víboras, alimañas y tepocatas”. Se le sabe decente y bien intencionado, trabaja fuerte pero decepciona cuando titubea y se harta de gobernar.
Bravo a la profesora Gordillo por entender la trascendencia histórica de velar por el país y romper la parálisis. ¡Pónganse ya a chambear y dejen tanto rollo!!!