MÉXICO, DF.- El técnico de Pachuca, Víctor Manuel Vucetich, tuvo apenas un minuto para el festejo.
Sí, sólo 60 segundos, quizá no contados con cronómetro en mano, pero sí calculados por el propio Víctor Manuel.
Apenas un suspiro, o tal vez sólo el tiempo necesario para recuperar la respiración, para volver a la calma tras la desgastante exigencia de 90 minutos intensos, de ese interminable ir y venir del balón de una cancha a la otra, de ese sufrimiento que parece eterno hasta que, como en esta ocasión, se concreta el triunfo (3-1 sobre Tigres).
"Sólo tuve un minuto para disfrutar... y después volví a la concentración", describe Vucetich, al tiempo que parece trasladarse mentalmente al estadio Huracán, justo al instante en que Gilberto Alcalá dio el silbatazo final en el partido de ida por el título del Torneo Apertura 2003.
No hay señales de exaltación en el timonel, ni gestos de majestuosidad, y mucho menos manifestaciones triunfalistas, y eso que esta es apenas la primera final que "Vuce" inicia ganando.
En la temporada 90-91, al frente del León, empató la ida con Puebla; y en la campaña 92-93, al frente de Tecos, perdió 1-0 con Santos. Y, cosa curiosa, las dos finales se fueron al alargue y en ambas el triunfo fue justamente para él.
Por primera vez llega a la vuelta con ventaja, pero eso parece no tener importancia para Víctor Manuel Vucetich.
"A final de cuentas todavía no tenemos nada en las manos. Yo creo que hasta que culmine la serie es cuando se tiene la certeza total de la victoria; entonces para qué adelantarse", comenta el técnico, en un intento por explicar su serenidad, su sosiego, su aplomo, a pesar de que los seguidores de los Tuzos pretenden prolongar la fiesta incluso hasta el domingo, pues ya la directiva prepara un encuentro con el equipo, en el estadio Huracán, en caso de que se logre la coronación la misma noche del sábado.
Y con el afán de imbuir esa actitud centrada, serena, entre sus jugadores, el técnico se compromete a mantener una comunicación constante. "Yo creo que de aquí en adelante la base va a ser el diálogo para que las cosas sigan funcionando y para que no claudiquemos antes de tiempo", señala.
"Es más, de entrenamientos forzados o de prácticas a doble sesión, ni hablar. Prácticamente de trabajo ya no se hará nada. Simplemente debemos soltar a los muchachos, relajarlos. Tendremos puras pláticas y diálogos. Enfocaríamos más la atención en una concentración psicológica", añade.
Y de cara al duelo de vuelta, Vucetich atreve la definición de los oponentes. Y empieza por sus Tuzos, "un equipo con mucho oficio, con mentalidad y con enormes cualidades futbolísticas"; y sigue con los Tigres, a los que se refiere como un "gran rival que ha llegado hasta estas alturas por su futbol".
Pero se resiste al pronóstico. "El partido de vuelta será todavía más intenso, más fuerte. Todo puede suceder en estos encuentros".
Antes de la despedida, el técnico de los Tuzos no puede evitar el comentario: "Espero que el siguiente sea un festejo más prolongado y no una celebración efímera".
Sueña Vucetich con su tercera corona en el máximo circuito, pero se resiste a aceptar siquiera que ya siente el trofeo entre sus manos.