Sus historias tienen en común la fe.
Fieles laguneros recuerdan los favores que han recibido de la Virgen de Guadalupe.
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Sus pies están cansados y agrietados por el largo recorrido. Pero, no importa porque pronto verá a la Virgencita. A esa que le prometió una peregrinación cada año.
Doña Irma recorre la avenida Juárez, desde la Alameda Zaragoza y hasta la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, como se lo prometió desde hace 15 años. Le habían diagnosticado cáncer en la matriz, su sentencia de muerte.
No todo estaba perdido, porque en la imagen de la Guadalupana encontró la esperanza. Entonces, con toda la fe del mundo oró a la Virgen Morena y pactó con ella que si encontraba el alivio, ella peregrinaría anualmente con los pies descalzos.
Al cabo de un año, el milagro por el que tanto había rezado se cumplió: El carcinoma desapareció completamente, y ella desde entonces cumple fielmente su promesa. Este 2003, doña Irma hizo su tradicional recorrido; luego de unos kilómetros, llega finalmente a la parroquia, alza su mirada hacia la Virgencita, hace la señal de la cruz mientras ora unos momentos en silencio. Recuerda todo el dolor de antes, pero avizora un futuro distinto. No hay cansancio, no hay más sufrimiento.
Doña Petra, por su parte, es otra ferviente devota de la Guadalupana. Desde pequeña le danzaba y dejó de hacerlo a los 60 años. Muchos milagros le ha hecho la Madre de Dios, pero el más reciente le llena los ojos de lágrimas al recordarlo.
Hace dos años viajó a San José, California para estar junto a su hija, quien estaba próxima a dar a luz. Llegado el momento del parto hubo complicaciones, y según le dijeron los doctores el bebé estaba en peligro. Había broncoaspirado líquido amniótico de la bolsa del útero.
Los médicos afirmaban que el producto nacería muerto, y fue entonces que doña Petra rezó con todas sus fuerzas a la Virgencita. Sus súplicas fueron escuchadas y al cabo de unas horas, nació una hermosa y saludable pequeñita.
No prometió nada a la Virgen, pero cada año visita su parroquia para recordar lo que ella llama milagro, y no se cansa de dar las gracias. La bebé, hoy de dos años, ya estuvo en esta ciudad para conocer la imagen de la “Señora” que le salvó la vida.
Otra bebé es prueba de la fe de un pueblo, el mexicano. La pequeña Flor Itzel estuvo gravemente enferma a sus escasos meses de edad, entonces su abuela, doña María Inés, y su joven madre, Érika Esmeralda, prometieron llevarla vestida de “indita” cuando estuviera completamente sana.
Ayer 11 de diciembre, la niña llegó en los brazos de su madre con su paño en la cabeza y su falda y blusa de manta. Con toda la inocencia y ajena completamente de la situación, pero eso sí, con una linda y tierna sonrisa.
No han tenido que pedirle ningún milagro a la Virgen, porque desde hace 28 años no sufren alguna enfermedad o peligro. Desde entonces, Juan, Luis, Roberto y Patricia le cantan a la “Morenita” en la misa dominical de las 12:00 horas.
Todo surgió como una casualidad. Cada uno de ellos tenía experiencia musical, entonces un domingo cualquiera no había un coro que cantara en la homilía, y el padre los invitó para que pasaran y dirigieran los cánticos.
No se conocían, sólo Roberto y Patricia que son padre e hija, pero ahí empezó lo que hoy es una sólida amistad. Domingo a domingo, desde hace 28 años, no fallan a las misas de 12:00 y tampoco a las Mañanitas que le cantan a la Virgen Morena cada 11 de diciembre, en punto de las 11:00 de la noche. A eso, ellos le llaman milagro.
Como éstas, hay muchas historias más no sólo en la Comarca Lagunera, sino en todo México y es una creencia que se extiende por América Latina y trasciende fronteras hasta el Continente Europeo.
Un motivo del arte...
Al pueblo mexicano se le identifica con la Virgen de Guadalupe, y es que la influencia de esta imagen no sólo sirvió para la conquista espiritual de los antiguos habitantes de Mesoamérica, sino que ha jugado un papel central en varios momentos de la historia de México.
A esta influencia no han sido ajenas las artes, sobre todo la pintura, escultura, grabado y arquitectura, las cuales durante algunos períodos de la historia del país estuvieron dedicadas a glorificar a la también llamada Virgen Morena, hecho que abre en la actualidad una amplia perspectiva a los estudiosos de estas disciplinas.
Dicha influencia guadalupana ha trascendido fronteras, pues en la actualidad diversos recintos religiosos o culturales, como el Museo de Arte Contemporáneo de Dallas, Texas, cuenta en uno de sus muros con una imagen de la Virgen o La Morena del Tepeyac.
El arte con inspiración guadalupana tiene ya una larga historia, pues según los registros pueden encontrarse desde la primera mitad del siglo XVI entre artesanos y pintores, es decir en los años siguientes a su aparición (12 de diciembre de 1531) al indígena Juan Diego, quien fue santificado el año pasado por el Papa Juan Pablo II.
Según el historiador del siglo XVIII, Mariano de Echeverría y Veytia, en la pintura surgen las primeras obras en los días inmediatos a dicha aparición, pues desde entonces, añade, se hicieron numerosas copias de la imagen guadalupana.
Ese gran interés posiblemente hubiera sido impulsado por el conquistador Hernán Cortés, pues al igual que muchos de los primeros españoles llegados a la entonces Nueva España provenían de poblaciones cercanas a Guadalupe, en el reino español.
Al respecto, algunos historiadores como el mismo De Echeverría y Veytia señalan que cuando a la Virgen María se le nombra Guadalupe en América, la población comienza a tenerla en un sitio especial.
Los estudiosos del tema señalan que la tradición guadalupana es la primera gran creación cultural de México: Mestizaje compuesto de contenidos europeos y formas indígenas, aunque también de líneas del Viejo Continente y contenidos autóctonos.
La razón: Porque es la madre del Dios de los cristianos y es también Tonantzin, deidad indígena cuya imagen lleva una aureola de luz, lo que evoca grabados europeos del siglo XVI.
Por esa gran devoción, es que los principales pintores de la Nueva España y luego del México independiente ocuparon sus pinceles, ya sea en copiar la imagen que, de acuerdo con la iglesia católica, apareció en el ayate de Juan Diego o en tomarla como tema para su producción artística.
A poco más de 450 años de haber comenzado el arte con motivo guadalupano, sobre todo pintura, en la actualidad todavía es fuerte este tipo de corriente artísticas, que incluso en diversas partes del país provoca exposiciones colectivas o bienales.