Por Javier Primitivo González
El Siglo de Torreón
COMARCA LAGUNERA.- Antonio Hernández Arrieta, de 56 años, como muchos habitantes del norte del municipio de Francisco I. Madero, Coahuila, cavó un pozo de dos metros y medio de profundidad por uno y medio de ancho para poder sacar agua de la tubería instalada por Simas, porque sencillamente no sube a la llave.
Avecindado frente al nuevo centro de población, División del Norte, cerca del ejido Finisterre, ubicado a unos 36 kilómetros al norte de la cabecera municipal (Madero), Antonio es uno de los que tuvieron que abandonar el poblado Otsanduri, a unos 500 metros del lugar donde ahora vive y que desapareció totalmente hace más de 17 años.
Otsanduri (llamado también Chanduris), era un pequeño pueblo de unas 40 viviendas donde habitaban unas 200 personas. Había una escuela primaria, tienda y hasta cantina, pero no contaban con agua para satisfacer las necesidades mínimas, se terminó el trabajo en la pequeña propiedad “El Dorado”, muy cerca del pueblo y la gente comenzó a emigrar hasta que se quedó solo y las viviendas, todas de adobe, se cayeron poco a poco.
Antonio y su hijo Marco Antonio acompañaron a los enviados de El Siglo de Torreón a ver las ruinas de Otsanduri y visitar al único habitante de ese lugar, Plácido Salas Arámbula, de 74 años, quien se quedó a vivir solo en una vivienda semiderruida.
Plácido y Antonio platican que Otsanduri, ahora se denomina “División del Norte” y pertenece a supuestos ejidatarios, que realmente son habitantes de Francisco I. Madero y tienen a Plácido “cuidando” el ejido, donde no hay absolutamente nada pero han logrado vender ya 80 hectáreas.
Cerca de ese lugar, más al norte, se localiza “El Venado”, otro poblado que es “abastecido” de agua por parte de Simas Madero, pero la verdad, dice Antonio, es que están peor que él, pues pasan días sin que puedan tener una gota de agua, sencillamente porque el rebombeo no es suficiente.
“Los de Simas dicen que nos dan agua cada tercer día, pero nos llega nada más dos veces por semana y sólo dos horas. Ésa es la verdad”.
Caso Tlahualilo
Luis Alfonso Chan, profesor jubilado, originario del Estado de Campeche, vive desde hace aproximadamente 20 años, junto con su esposa Antonia Arévalos Ríos, en el pueblo de Pamplona, del municipio de Tlahualilo, Durango.
El matrimonio vive ya solo, pues sus tres hijos se casaron y se fueron a la ciudad fronteriza de Acuña. “El fenómeno de la emigración en estas tierras existe desde hace muchos años, pero hace unos seis se ha recrudecido”, dice el profesor.
En Pamplona, como en Ceceda, Pompeya y todos los pueblos de Tlahualilo, explica la pareja, se batalla por la falta de agua y de empleo, de tal forma que al crecer los muchachos se van en busca de mejores oportunidades.
“Sólo personas grandes y niños se ven en casi todos los pueblos de este municipio, pues la mayoría se va a las fronteras, incluso familias enteras. Aquí las escuelas tienen muy pocos niños, en cambio en Acuña los padres a veces no pueden inscribir a sus hijos”, dice la mujer, quien platica que con ellos viven dos nietos que no pudieron entrar a la primaria en la frontera.
A dos kilómetros de Pamplona está Ceceda, donde vive Gerardo Zúñiga, de 39 años, dueño de la miscelánea de ese lugar, quien platica que durante diez años vivió en Phoenix, Arizona, pero se tuvo que regresar con su familia.
“De joven no hace uno casi nada en los Estados Unidos, se ganan dólares pero también se gastan y yo poco pude lograr, sólo la casita”, dice sonriendo Gerardo, aunque se nota que no padece muchas carencias, sólo la falta de agua, como todos en esta zona de la Comarca Lagunera.
Por otra parte, la ciudad de Tlahualilo no deja lugar a dudas, la población ha decrecido, a la entrada se lee en un señalamiento que hay 9,843 habitantes, pero el éxodo no se ha detenido, se cuentan por decenas las viviendas solas, donde antes moraban familias que desesperadas por la situación económica, se fueron a otras ciudades.
Se acaba el agua
Aun cuando no hay un estudio adecuado para precisar la disponibilidad de agua en La Laguna, sí existen indicadores que señalan que se está acabando y desafortunadamente nadie hemos hecho nada por frenar la sobreexplotación, dice José Javier García Salcedo, químico del Centro de Investigación Biomédica de la Facultad de Medicina.
Al estarse incrementando la concentración de arsénico, explica, significa que el agua se está acabando. “El arsénico en el agua es un indicador indirecto de lo que está sucediendo con las reservas del preciado líquido”.
Es cierto, añade, todavía no tenemos un estudio adecuado que nos diga cuál es la disponibilidad de agua en La Laguna, pero no es necesario, ya que hay indicadores, como la presencia de arsénico y carbonatos de calcio, los cuales nos están diciendo que se está terminando el agua superficial, dulce, pues se está contaminando.
La veda; necesaria
Para frenar esta situación, recalca, hay que hacer efectiva la veda, “que no se extraiga más agua de la absolutamente necesaria y ésa es para tomar. Me parece que en una cuenca endorreica (sin salida al mar) que se está colapsando no tiene por qué haber cotos lecheros”.
Es cierto que los lecheros se están apoyando con forrajes que traen de fuera, añade, pero el consumo de agua en los establos no es sólo para forrajes, sino para diversos usos y se desperdicia mucha.
Tras reconocer que se ha dicho mucho en torno a este tema, “pero no hemos hecho nada”, dice. “es increíble cómo una o dos colonias pararon Peñoles y todos los laguneros no podamos hacer nada por el agua. Hay comités ciudadanos por el agua, pero la verdad es que no se ha hecho ninguna acción específica en donde se frene la sobreexplotación del acuífero”.
La otra situación preocupante, destacó, es que sabiendo que se está colapsando el acuífero de La Laguna, sigue siendo mayor la extracción que la recarga. “Eso lo sabe la gente de la Comisión Nacional del Agua”.
Mientras no se instalen los medidores en todos los pozos, dice, no se conocerá la cantidad de agua que se extrae, “y la recarga es muy, muy pobre”.
De Torreón para La Laguna
Otro problema, agrega el investigador, es que de Torreón se lleva agua a Tlahualilo, Francisco I. Madero, San Pedro y Matamoros y no está alcanzando. “No hay suficiente agua, es un problema muy serio, se nos está acabando. Se nos está colapsando el agua de La Laguna y con ello se colapsa La Laguna”.
El agua que se consume en Matamoros se lleva de Torreón desde hace tres años, ya que la CNA reconoció que el agua de Matamoros no es viable para consumo humano porque está contaminada con arsénico.
Por otro lado, el agua que se consume en Viesca llega del ejido Venustiano Carranza, pero está contaminada por arsénico en forma variable, es decir, hay ocasiones en que rebasa la norma, incluso la anterior, de 0.5 miligramos por litro (partes por millón), es un pozo cambiante.
Presas
En relación a la polémica en torno a la construcción de presas sobre el río Aguanaval, dijo que funcionan como reserva de agua, pero el problema es que evitan las avenidas y por ende, disminuyen las recargas de los mantos acuíferos. “A lo mejor se cultiva más la tierra con las presas, pero ahorita no estamos para cultivar nada, estamos para que la recarga sea efectiva”.
Cuando no teníamos las presas El Palmito y la Francisco Zarco, dice, había más “desperdicio” de agua, pero había más recarga. Ahora con las presas la superficie cultivable se incrementó, pero la recarga fue menor y con la deforestación en la parte alta, sencillamente las presas ya no funcionan.
“Que las autoridades vayan a ver la densidad de las poblaciones de los ejidos de la parte norte de Madero y San Pedro, que vayan a ver cuántos habitantes había y cuántos hay ahora en Sofía, Finisterre, Vega Larga, que vayan a Ceceda, La Campana, Pamplona, que se den la vuelta. Ya no hay agua para cultivar y si no hay agua, no hay ejidatarios porque se van a otro lado donde puedan tener comida”.
Uno de tantos hombres mayores de edad que acostumbran a diario sentarse por horas bajo el árbol de la plaza o en cualquier esquina donde haya sombra en la cabecera municipal de Tlahualilo, cuenta que hace 30 años había una pasteurizadora, despepitadoras, había muchas cabras, muchas sandías, mucha agua, pero ya sólo hay ruinas y recuerdos... muchos recuerdos.
Programa de hidroarsenicismo
Como es del conocimiento general, desde 1984 se creó el sistema interestatal de abasto de agua, dentro del programa federal de hidroarsenicismo, ya que se detectó arsénico en los pozos profundos de toda el área de San Pedro, Francisco I. Madero, en la parte de Coahuila y Tlahualilo, en Durango.
Para abastecer de agua potable a los miles de habitantes de los tres municipios laguneros, se perforaron 11 pozos en Torreón y Gómez Palacio, desde donde envían el agua, que es administrada por los tres sistemas operadores de los tres municipios antes mencionados, sólo que no es suficiente y los habitantes padecen de la falta de presión y en ocasiones, de la falta total del líquido.
Con el transcurrir del tiempo y ante la falta de presión y la inconformidad de los usuarios, se han perforado otros pozos, pero el problema continúa y las quejas siguen siendo la constante, especialmente en las temporadas de calor, que son las más grandes del año en esta región.