Me pregunta un lector, que si nadie hace caso de mis invitaciones para que mejoremos todos en lo personal para que todo lo demás, en consecuencia natural mejore, ¿Por qué sigo insistiendo?. En primer lugar, considero injusto el afirmar que nadie hace caso a las invitaciones para cambiar y mejorar que hago, no solamente yo, sino también y con mas ahínco y eficiencia, todo un ejercito de convencidos de que aunque a los mexicanos nos han etiquetado de tercermundistas y muchos así se lo han creído, en realidad tenemos un país maravilloso repleto de oportunidades para quienes quieran encontrarlas. La naturaleza nos dio una envidiable geografía y un cúmulo de recursos que tenemos que aprovechar para nosotros y para el resto del mundo con racionalidad y en forma inteligente; mucha gente está aceptando el reto de ser mejores cada día. Y en segundo lugar, quienes estamos empeñados en la tarea de promover el cambio en nuestro país a partir de una educación en valores y una filosofía de mejora continua, no consideramos estas aspiraciones como un ?sueño imposible? sino algo totalmente posible y alcanzable, iniciando con la anhelada transformación a través de una nueva manera de pensar y de actuar, si otros lo han logrado, ¿por que nosotros no?
Tenemos que lograr la transformación hacia un México mejor eliminando de nuestra mente los modelos, teorías y marcos de referencia incorrectos que son las fuentes de nuestras malas actitudes y conductas erróneas y de nuestras deficientes relaciones con los demás. Con una actitud optimista que a veces los demás interpretan como romanticismo conductual, nos encontramos en el nuevo milenio con más ganas y mas empeño para querer cambiar a este país, sobre todo, si tomamos en cuenta que los seres humanos debemos de formar parte de un proceso evolutivo que nos debería conducir a ser mejores cada día.
Muchas veces manifestamos lo que pensamos y lo que sentimos utilizando frases acuñadas, estereotipadas, que se convierten en modelos de conducta y en principios que rigen nuestra visión del mundo. Estas frases, representan valores y antivalores que influyen en el mexicano para determinar su forma de actuar buena o mala y su predisposición a participar o no participar, a ayudar o no ayudar, a cambiar o a no cambiar. La programación neurolingüística sostiene que ?la calidad de tu vida depende de tu comunicación contigo mismo y con los demás; pero sobre todo contigo mismo?. Por lo tanto, todos nuestros modelos y paradigmas, correctos o incorrectos, enriquecen o deterioran respectivamente la calidad de nuestras vidas. Urge desechar los viejos modelos y paradigmas que nos atan y que nos frenan para cambiarlos por otros mejores y de esta manera cambiar nuestro modo de ser. Tal vez, somos como somos, no porque queramos ser así, sino porque es la única manera que nos enseñaron.
Ejemplos de frases acuñadas que representan al motor que mueve a muchas personas en sentidos equivocados:
1. Si te dan, agarra. Si te quitan, grita. Esta es para muchos la regla de oro mexicana. Implica tomar todo lo que se pueda aunque no nos corresponda y protestar por todo lo que nos afecte aunque con nuestra manera de protestar violemos las leyes. Esta frase, promueve el abuso, la corrupción, y la violencia.
2. ¡Ahí se va!. Este es el paradigma que más daño ha hecho a México ya que fomenta la mediocridad, la dejadez y la falta de calidad.
3. Así soy y no puedo cambiar. Pensar en que no se puede cambiar es cavar la propia tumba porque en esta vida, la única constante es el cambio.
4. ¡Me vale!. La expresión equivale a ?no me importa? pero es una mentira con la cual el mexicano tapa a los ojos de su conciencia el dolor, el abandono y la angustia o la depresión.
5. No quiero broncas. Esta frase se usa principalmente para eludir responsabilidades. Interrogado un trabajador que tenía mas de veinte años acomodando cajas de cerveza en una bodega si no había tenido oportunidades de ascender dijo ?Sí claro, y muchas. Lo que pasa es que no quiero broncas?. Mucha gente usa esta frase para no comprometerse ni involucrarse en nada, para vivir ?nadando de muertito?.
6. No puedo. Como dijo Henry Ford ?si piensas que puedes, estas en lo cierto; si piensas que no puedes, también?. La mente es todo; lo que se piensa, sucede
7. Po?s ya ni modo. Quiere decir que, cuando ya se hicieron mal las cosas o se cometió un error, hay que olvidarse del asunto. Los errores no se solucionan con un ?pos ya ni modo?, primero, se aceptan con humildad y, segundo, se aprende la lección que conllevan.
8. Somos un pueblo chicharronero. El sentido de esta frase indica que somos corrientes, incultos, mediocres. Si nos dicen chicharroneros porque nos gusta el chicharrón, no debe incomodarnos y si emplean la connotación negativa, debería darnos risa.
9. No me den, pónganme donde hay. Esta frase es una desfachatez de quien desea dinero fácil, en grandes cantidades y con frecuencia. Denota amiguismo, compadrazgo, abuso, flojera, ambición desmedida.
10. Palos por amor no duelen. Quien sabe quien sería el sádico o la masoquista que inventó esta frase. Este paradigma no se ha superado, las cifras de violencia intrafamiliar nos muestran lo contrario. Una vecina de mi tía Goya casi le decía al marido ante la paliza que le recetaba casi a diario: ?Viejito, me pegas y después comemos o comemos y después me pegas?.
11. El que no tranza no avanza. Esta frase representa abuso, contubernio, conspiración, perjuicio, daño a terceros. Hay muchos pillos pero como dice Miguel Ángel Cornejo ?por cada mexicano que eduquemos y preparemos, tendremos un pillo menos que cuidar?. La ética también produce dividendos.
12. Mañana Dios dirá. Vivimos al día, no somos previsores, no planeamos.
13. Ya hemos dicho en ocasiones anteriores que a los mexicanos no nos enseñan a trabajar en equipo y tal parece que solo nos unimos en forma ejemplar en la desgracia extrema como el terremoto de 1985 y el huracán Gilberto en Monterrey, pero nos rechazamos en la vida cotidiana, necesitamos un terremoto para trabajar sin envidias y en equipo. En lugar de ignorarnos o de darnos patadas por debajo de la mesa, debemos compartir y apoyarnos mutuamente para satisfacción de todos. En lugar de dejar que cada quien se rasque con sus uñas, deberíamos de hacer equipo y decir ?yo te rasco y tú me rascas?.
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