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300 mil hombres

Gilberto Serna

A los obscuros nubarrones que surcan los espacios de nuestro país, deben ligarse las frases admonitorias, en veces ominosas, todas con un sabor críptico, del secretario de la Defensa Nacional, Gerardo Clemente Ricardo Vega García. De lo que se escuchó no nos quedó muy claro qué fue lo que quiso decir o cómo deben interpretarse sus palabras. Al parecer improvisó, de tal manera que en algunos párrafos no acaban de cuajar las ideas, o bien lo hizo con el propósito deliberado de que cada quien saque las conclusiones que le sean valederas. ¿Acaso se refería al algún peligro del exterior que en el siglo antepasado, 1847, aprovechó la debilidad proveniente de las luchas intestinas para rapiñarse la mitad de lo que hasta entonces era parte de nuestro territorio? Luego al decir “son tiempos de conciliar” ¿se dirigía al pleito abierto que traen dos protagonistas de la vida nacional o, como dicen algunos, está conminando a que se perdone a los involucrados en la guerra sucia del ´68.

La cosa es que el poder más grande que hay en el mundo, el de las armas, habló. Cualquier otra figura del quehacer político no pesan sus juicios como el caso de quien trae puesto el uniforme verde. Es cierto que si la población civil no ignora que personajes se han subido a un cuadrilátero erigido en pleno zócalo, pues mucho menos los altos mandos del Ejército que tienen el deber de vigilar, no sólo los peligros que vengan de allende nuestras fronteras si no además todo movimiento interno que ponga en riesgo la estabilidad del país. ¿Pero por qué hablar sin que se hayan dado las consecuencias? Cuando enfático señaló que el Ejército tiene las armas dijo que sólo son “para defender a la patria, pero nunca el poder político. Vuelvo a repetir, ¡nunca el poder político!” Aquí de manera lógica se aleja de lo que puede pasarle a los contendientes constituyéndose en lo que es su esencia y su razón de ser: un imparcial garante de la paz y la tranquilidad pública.

¿Cuáles son los peligros que advierte el general Vega García? ¿Qué le anima a salir a la palestra abordando cuestiones que corresponde atender a las autoridades civiles? Por otro lado ¿el Ejército debe permanecer ajeno a lo que sucede a su alrededor? ¿A quién hay que perdonar? Éstas y otras preguntas asoman apenas se leyó en los diarios del día siguiente lo que expuso el general de cuatro estrellas . En otra parte de su alocución al señalar que la patria está por encima de todo refiere que en la bandera y el sentir de la independencia “está el camino que debemos seguir, no hay más pasos que dar para encontrar lo que se debe de encontrar”. Otra vez me quedé en babia. ¿Usted qué cree debe de encontrarse?

Algo deja traslucir en la parte final de la perorata que es motivo de este comentario. Dice que la obediencia y la lealtad de la institución armada es hacia la Presidencia de la República, indicando “querrámoslo o no”. ¿Le está diciendo, a quienes hoy disputan, que estará del lado de quien debe estar o sea del poder constituido, suceda lo que suceda, aunque quisiera hacer otra cosa? De plano no entendí. ¿Les estaba enviando un mensaje subliminal a miembros del propio Ejército? ¿Hay disidencia dentro de sus filas, por cuanto a como ven al país y les hace un llamado a la disciplina? ¿Estará avizorando la posibilidad de un cuartelazo, asonada, albazo, sedición, rebelión, alzamiento o motín? A quién se dirige cuando dice “no hay que aflojar, no hay que ceder, al contrario hay que saber perdonar”. ¿Lo opuesto a no aflojar y no ceder, será olvidar? En fin, lo que si entendí a la perfección es que en las fuerzas armadas hay 300 mil hombres que “estarán pendientes de la independencia, la soberanía y de la gran responsabilidad de la patria”. Esto indica, aunque nadie sabe con seguridad, excepto los que pudieron descifrar el significado de sus palabras, que, llegado el momento crucial, los militares harán su tarea. ¿Lo habrán oído en la sede de los partidos políticos? ¿En las oficinas de Gobierno de los estados? Los ministros de la Suprema Corte de Justicia ¿habrán parado la oreja? ¿Lo escucharon en Los Pinos y en el Palacio del Ayuntamiento del DF?

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