EL SIGLO DE TORREÓN
GÓMEZ PALACIO, DGO.- La situación económica obliga a quedarse en casa. En estas vacaciones de Semana Santa muchos niños se conforman con acudir a cualquier parque, campo deportivo o simplemente, jugar en las maquinitas, pues sus padres no pueden llevarlos a conocer otras ciudades.
Juan Ramón es un pequeño de ojos grandes y cabello crespo que cuenta con tan solo diez años. Viste pantalones cortos y unos desgastados tenis azules que dice, eran de un primo. Acompañado de cuatro niños, un poco más grandes que él, pasaban un buen rato en el Parque Morelos.
Él comenta que sí pidió permiso a su mamá, pero el resto dijo que no. Juan Ramón y sus amigos son vecinos de la colonia 5 de Mayo. Dos de ellos están junto con él en la misma escuela primaria. Sus padres no pudieron llevarlos de viaje para que disfrutaran sus vacaciones.
Juan Ramón dice que se aburre en su casa, lo mismo opina el resto de los muchachos. Pero leer un libro, afirman, no se les antoja. Andan buscando diversión. Los días anteriores ya disfrutaron de la alberca del Parque Morelos, pero ahora no se les antojó.
Las maquinitas, les fascinan. Sólo que como a Juan Ramón, sus padres ya los regañaron porque a cada rato les pide dinero para activarlas. “No tienes llene, que te mantenga el Gobierno”, son las palabras que le dice la mamá del menor de diez años.
Para ellos los tajos no son peligrosos, por eso piensan acudir al que colinda en el Periférico en Lerdo. “Quien sabe sí lleva agua, pero hoy iremos”. Sus mamás, explican, no se darán cuenta porque les dirán que acudirán a la Deportiva ubicada a un lado del Cebatis número Cuatro.
El viernes, que fue el último día de clases, platican que “tiraron” la mochila en cada una de sus casas y no saben dónde se encuentra. Ahora lo que piensan es pasarla bien, caminar por las calles, jugar futbol, andar en bicicleta, ver televisión, cualquier cosa es buena, “mejor que ir a la escuela”, añade uno de los amigos de Juan Ramón a quien apodan “El Pelón”.
Su comentario provoca la carcajada de todos, quienes confiesan luego, que sí les gusta la escuela, pero que es “más padre andar de rol”. En los días siguientes, inventarán qué hacer para no aburrirse.
Los museos y las bibliotecas públicas no forman parte de su itinerario. Van cuando los llevan los maestros de su escuela, “eso está aburrido”, consideran, mejor es quedarse en casa.