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A Cien Por Hora

Ricardo Rubín

BANDERAZO DE SALIDA.- Tívoli, cerca de la ciudad de Nueva York, es un pueblo que puede llamarse pequeño porque sólo tiene 800 habitantes. Allí vive, en una casa sin tuberías de agua, Lawrence Gilbert Broadmoore reparando pianolas, vitrolas y otros artefactos de música viejos ya casi desaparecidos... Lawrence es de corta estatura, usa anteojos de abuelita, bigote bien recortado, el pelo partido a la mitad y camisa de cuello alto y almidonado. Parece la imagen de una de esas fotografías viejas y amarillentas de aquellos álbumes familiares de finales de hace dos siglos. Lo cierto es que, hasta donde puede, Lawrence vive, se viste y actúa como si viviera realmente en aquellos tiempos.

CURVA PELIGROSA.- L. G. Broadmoore, como le gusta que lo llamen, escogió por voluntad propia vivir al estilo del Siglo 19 porque dice que es una época que lo cautiva, y también como protesta por la destrucción de los viejos y hermosos edificios de entonces por culpa de la modernización. Le gusta la vida tranquila que se llevaba entonces, la caballerosidad de los hombres y la inocencia de las mujeres... Acepta que puede ser un excéntrico, pero no un loco, y reconoce que a sus padres también les pareció extraño esa tendencia suya, pero que lo ayudan y lo quieren... Lawrence dice que hace diez años vivía en una gran ciudad de Ohio, pero que no era feliz. Se sentía solo y diferente. No encajaba en la forma de vida tan agitada y difícil de la gran ciudad. Cuando salía de la Escuela de Música donde estudiaba recorría el centro de la ciudad para admirar los pocos viejos y hermosos edificios que aún quedaban de hace dos siglos.

RECTA FINAL.- La idea de vivir en el pasado le llegó como una inspiración repentina. Si no era feliz en el presente, viviría en el siglo que tanto le gustaba, y decidió establecerse en Tívoli, un pueblo que conocía desde niño y que le pareció el más indicado... Se mudó y compró una casa que no tenía calefacción ni agua corriente, consiguió catálogos y revistas de 1890 y se mandó a hacer ropa como la que se usaba entonces. En su casa no tiene refrigerador sino una hielera para la que compra todos los días una barra de hielo. Compró un Ford 1949, el más antiguo que pudo conseguir, de arranque de manivela, y cocina sus comidas en una estufa de carbón. El agua la saca de un pozo, con una bomba manual. Vive solo con la compañía de un gato vagabundo que llegó por allí un día y se quedó.

META.- Los padres de Lawrence lo ayudan en su limitado presupuesto y en los pocos gastos que tiene porque no hay muchos instrumentos musicales antiguos qué reparar. Sin embargo, como vive cerca del hotel ?Morey?, el único del pueblo y que generalmente está vacío, consiguió juegos mecánicos y musicales que son una delicia para los niños, y por cuyo uso cobra un dólar... Tiene en la sala una gran fotografía de Thomas Alva Edison, el inventor a quien más admira, una vieja máquina de escribir Remington y un teléfono de manivela, pero sin línea. Escucha discos de 78 revoluciones en un fonógrafo de cuerda, no tiene televisión, pero sí un viejo radio Zenith de bulbos, que no funciona. Jamás compra el periódico porque dice que no le interesan las noticias actuales, sino sólo su forma de vida, y se acuesta a dormir a las nueve de la noche... Al principio tuvo que soportar las risas y murmullos de la gente del pueblo, pero pronto lo aceptaron como es y ahora sólo despierta la curiosidad de uno que otro extraño que llega por allí, pues hasta los pocos vendedores ambulantes que van a Tívoli cada mes ya lo conocen... L.G. Broadmoore es como la figura de cera de un viejo museo, pero es feliz.

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