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¿A dónde energía?

Sergio Sarmiento

“Resuélvete a no ser pobre: no importa lo que tengas, gasta menos”.

James Boswell

Una de las ideas que se ha venido ventilando en los medios políticos es que la renuncia de Felipe Calderón podría llevar a la decisión de eliminar la Secretaría de Energía. Ésta es, junto a la Secretaría de la Reforma Agraria y la de Turismo, una de las entidades cuya desaparición exigían los propios panistas cuando estaban en la oposición.

Yo soy el primero en pensar que se debe hacer todo lo necesario para reducir los gastos del Gobierno. Y por lo tanto me he sentido atraído siempre a la idea de que debe buscarse la eliminación de algunas secretarías que no parecen tener una función realmente importante en la estructura del Gobierno. Pero cuando se examinan los datos reales de la Secretaría de Energía, es difícil mantener la idea de que hay que desaparecer la entidad. El ahorro sería relativamente pequeño y en cambio se podrían perder algunas funciones importantes para el país. Tanto es así que lo más seguro es que si desapareciera la Secretaría de Energía, buena parte de su gasto y de sus funciones sería trasladada a otras entidades del Gobierno Federal por lo que el ahorro sería mínimo o inexistente.

Energía es la secretaría más pequeña de todas. Su gasto programable, de 1,175 millones de pesos al año, es más reducido que el de la Secretaría de Turismo o el de la Secretaría de la Reforma Agraria. De hecho su gasto total es apenas superior al de la Lotería Nacional, que es cercano a los 1,100 millones de pesos al año.

Me queda claro que ahorrar 1,175 millones de pesos podría ser de cualquier manera algo importante para los ciudadanos. El problema es que buena parte de este monto se utiliza en instituciones que no pueden eliminarse. De los 1,175 millones de gasto de la Secretaría de Energía, de hecho, sólo un 38 por ciento corresponde al sector central. Y si bien no tengo duda de que ahí se podrá encontrar una gran burocracia, como ocurre en cualquier entidad gubernamental, por lo menos algunas de las funciones de planificación energética y de representación de México ante organizaciones como la OPEP tendrán que seguirse llevando a cabo.

Después de este rubro el siguiente más grande es el del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, el cual se lleva el 28 por ciento del presupuesto de los 1,175 millones de pesos de la Secretaría. Nuevamente ahí se pueden sin duda encontrar ahorros importantes, pero es poco sensato pensar que México puede simple y sencillamente abandonar el campo de las investigaciones nucleares.

Otras entidades relevantes se quedan con pedazos muy significativos de los 1,175 millones de pesos que se le asignan a la Secretaría. Por ejemplo, la Comisión Reguladora de Energía, que tiene un papel muy importante en la distribución de la electricidad en el país, representa el 12 por ciento del presupuesto. La Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardas cuenta con el nueve por ciento. El Instituto de Investigaciones Eléctricas representa el siete por ciento y la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía el seis por ciento.

Me parece que en un caso como éste, más que ahorrar eliminando a la entidad que alberga todas estas funciones, lo importante es auditar a cada una de sus partes para determinar con qué eficiencia llevan a cabo sus funciones. Por ejemplo, vale la pena preguntarse si la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía, con un presupuesto de 70 millones de pesos al año, realmente le ofrece a nuestro país un ahorro de energía suficiente para justificar su existencia. Y si es así, el siguiente paso es entrar al detalle para saber cómo se puede volver más eficiente su funcionamiento.

Es muy fácil por razones políticas decir simplemente que se puede ahorrar dinero de los contribuyentes eliminando una u otra secretaría. Pero la mejor forma de ahorrar dinero, la que utilizan de hecho las empresas privadas, es analizar rubro por rubro el funcionamiento de una entidad para ir eliminando de manera sistemática y constante las ineficiencias que hay en cualquier organización humana.

Sólo que este esfuerzo lo deberíamos realizar no sólo en la diminuta Secretaría de Energía, con su gasto de apenas 1,175 millones de pesos, sino en las gigantescas paraestatales que controla: como Pemex, la Comisión Federal de Electricidad y la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. Si sólo se recortara el uno por ciento de los 274 mil millones de pesos de gasto programable de estas entidades, el ahorro sería superior que todo el presupuesto anual de la Secretaría de Energía.

Otro aspirante

Juan Carlos Romero Hicks, gobernador de Guanajuato, reconoció ayer que él también aspira a la Presidencia de la República. ¿Cuántos van ya? ¿Cuántos se acumularán en los próximos meses?

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