La secuencia de eventos que caracterizan al bochorno parece ser el resultado de una perturbación del centro regulador del cerebro, llamado hipotálamo, al activarse los mecanismos para la pérdida del calor.
Si los bochornos fueran esporádicos no habría ningún problema; sin embargo, cuando una mujer los sufre constantemente durante el día o la noche y por periodos prolongados, traen como consecuencia incapacidad laboral y por ende baja productividad, debilitamiento porque se altera el ritmo del sueño, así como disfunción en la esfera familiar, social y sexual.
Muchas mujeres terminan por no querer aceptar caricias por parte de su pareja debido a la sudacion excesiva que presentan y al calor local de su piel; esto, además, puede trastornar su respuesta al sexo y traer como consecuencia una disfunción sexual en el hombre.
Otro síntoma común es la sudación profusa inmediatamente después del bochorno, lo que a menudo requiere del baño y cambio de ropa con mas frecuencia que la acostumbrada, con el fin de aminorar las molestias.
Algunas alteraciones relacionadas con la disminución de estrógenos son la resequedad vaginal y la incontinencia urinaria. En las mujeres menopáusicas y posmenopáusicas la piel se deteriora por daño actínico, envejecimiento progresivo e influencias hormonales. Se ha observado que en las mujeres posmenopáusicas la piel presenta menor número de glándulas sudoríparas; como consecuencia, las mucosas se adelgazan y la piel se reseca, pierde turgencia y elasticidad; también se presenta caída del cabello en algunos casos.
Las hormonas femeninas modulan el funcionamiento termorregulador de manera similar a la acción de los péptidos sobre el aparato reproductor. De este modo, los bochornos son el resultado de descargas catecolaminérgicas a nivel central que ocurren de manera simultanea con la liberación de HL. Asimismo la inestabilidad vasomotora que caracteriza a los bochornos es la causa del aumento de la temperatura cutánea.
