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A L E C O / Sexo y embarazo

Dr. Raúl Domínguez González

El primer trimestre

En una plática con el Dr. Miguel A. Márquez nos comentaba que las náuseas y los vómitos durante este tiempo hacen difícil el encuentro sexual. Algunas mujeres sólo experimentan náuseas al levantarse, pero otras se sienten mal durante todo el día. En la mañana temprano es peor después de tantas horas sin comer. Son pocas las mujeres que realmente vomitan y es recomendable comer seguido y poca cantidad.

Muchas mujeres sienten preocupación por el efecto que puedan tener estos síntomas en el bebé y en general están muy pendientes de no perder el control de sus cuerpos como para estar disponibles para el encuentro sexual.

Llega un día en que la mujer se despierta una mañana sintiéndose diferente y comprueba con sorpresa que llega al fin del día sin tener un solo síntoma. Otro de los factores que pueden inhibir el encuentro sexual en este tiempo, es la sensibilidad y el aumento, a veces exagerado, de los pechos.

Muchas mujeres se sienten incómodas con este cambio abrupto en su esquema corporal. Y si además el sólo roce de la ropa en las mamas les produce dolor, es difícil pensar que sientan a sus pechos como objetos eróticos o que se dispongan a disfrutar de ellos en el juego sexual.

Por otro lado, para aquellas mujeres con pechos pequeños, el aumento de los mismos puede hacerlas sentirse orgullosas de su nueva figura y puede resultar además muy atractivo para sus compañeros. Es conveniente que cualquier estimulación sea hecha con delicadeza, aún cuando muchas mujeres puedan haber disfrutado de un contacto más rústico y enérgico antes de quedar embarazadas.

El miedo a perder el bebé puede tener un marcado efecto en la expresión física de los sentimientos sexuales y aún en la capacidad para excitarse sexualmente. Si una mujer ha perdido un bebé, estos temores pueden acentuarse aún más y puede sentir que el sexo es una amenaza directa para el bebé.

El estrés y la tensión harán muy difícil el contacto y puede suceder que una pareja evite mimarse y acariciarse por miedo a excitarse sexualmente. Esto es realmente una pena, ya que ambos necesitan relajarse y tal vez la ansiedad acerca de la posible pérdida pueda realmente aumentar el riesgo de que esto ocurra. Poco se sabe de los efectos del estrés en este tiempo del embarazo, pero es razonable pensar que los cambios emocionales que ocurren puedan afectar el desarrollo del embrión.

No hay ninguna certeza de que hacer el amor pueda ocasionar la pérdida del bebé. El cansancio extremo que algunas mujeres sienten en las primeras semanas de embarazo se debe a los enormes ajustes que el cuerpo debe hacer en este tiempo, cambios que no son visibles, pero que son de gran importancia.

El bebé estará formado completamente en miniatura para los tres meses de gestación. Es posible que la mujer llegue sintiéndose tan exhausta que lo único que desee sea acostarse a dormir. Algunas mujeres disfrutan del sexo enseguida que saben que están embarazadas, ya que pueden entregarse más libremente al no tener que ocuparse ni de ?cuidarse?? ni de intentar embarazarse.

Segundo y tercer trimestre

Los trastornos digestivos como la acidez harán difícil permanecer mucho tiempo recostada sobre la espalda, por lo que tal vez prefiera hacer el amor sentada, usando un almohadón o el respaldo de un sillón para apoyarse. Las fantasías de una mujer acerca de su imagen corporal afectan sutilmente sus sentimientos sexuales.

El cuerpo pasa por tan vastos cambios que algunas mujeres tienen una visión muy distorsionada de los mismos. Pueden sentir que están más gordas de lo que realmente están y pueden sentir que sus compañeros las encuentran feas y deformes, aunque muchos hombres encuentran estos cambios excitantes y bellos.

También la mirada del médico (algunos son muy estrictos respecto del control de peso), afecta sus sentimientos sexuales y puede poner un freno invisible al placer en el sexo durante el embarazo.

Esto es particularmente así en aquellos casos donde el embarazo requiere de cuidados estrictos o de estudios especiales, donde la relación con el compañero queda en segundo lugar. Pareciera que médico y paciente formaran una ?pareja?? y que la salud y la vida del bebé dependieran del éxito de esta relación. El papá puede llegar a sentirse innecesario y hasta un peligro para el feto. (Lidia Fogliati)

Es importante que la pareja pueda hablar de esto y que la intervención del profesional no interfiera en esta especial relación de un hombre y una mujer que se están convirtiendo en padres.

Su responsabilidad con el hijo continúa mucho más allá del embarazo y el nacimiento y cualquier cosa que los afecte adversamente como pareja puede tener consecuencias a largo plazo para su hijo. Los futuros padres tienen que poder ser capaces de nutrirse mutuamente para poder transformarse en un padre y una madre capaces, a su vez, de cuidar del hijo.

La hormona de la felicidad

Una relación sexual amorosa puede contribuir al bienestar de la pareja ya que no sólo hace que la mujer se sienta deseada, sino que la fatiga y el estrés se disuelven temporalmente.

Cuando una mujer está sexualmente excitada la hormona llamada oxitocina es secretada en el torrente sanguíneo. El Dr. Michel Odent la llama ?la hormona de la felicidad??.

La oxitocina contribuye en forma importante al buen tono del útero. La sensibilidad uterina a la oxitocina aumenta en las últimas semanas del embarazo y conduce a un espontáneo comienzo del trabajo de parto. Cuando un obstetra induce el trabajo de parto habitualmente utiliza una forma sintética de oxitocina. O se puede utilizar, como sucede en Inglaterra y otros países, prostaglandinas.

La más alta concentración natural de prostaglandinas en el cuerpo humano se encuentra en el semen.

Cuando un bebé está por nacer, pero el trabajo de parto aún no se ha desencadenado espontáneamente, un encuentro sexual puede a veces ablandar el cérvix e iniciar así las contracciones que inicien el trabajo de parto.

La estimulación manual u oral de los pezones puede también ayudar a intensificar las contracciones. El ejercicio de la función sexual, la maternidad y el nacimiento no son en realidad experiencias diferentes ni conflictivas.

Son parte de un todo. Lo que aprendemos de cada una enriquece nuestra comprensión de otros aspectos de nuestras vidas.

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