Los clínicos, en la toma de decisiones que realizamos todos los días durante nuestra actividad profesional, nos apoyamos en dos importantes herramientas: la experiencia personal y la información científica. La primera es extraordinariamente útil, ya que nos permite resolver casos concretos, en ocasiones de gran dificultad, para los que generalmente no es posible buscar soluciones en los libros o en las revistas científicas. Esta herramienta es insustituible y, aunque puede transmitirse, es difícil de aprender, salvo con la práctica personal. Sin embargo, la experiencia personal no nos permite analizar globalmente problemas que requieren respuestas de carácter general.
Porque para ello es necesario disponer de grandes casuísticas, difícilmente asequibles para un solo individuo o grupo de trabajo, o bien tener que aplicar complejas metodologías de tipo estadístico que no están al alcance de todos los grupos. Para conseguir el segundo objetivo, la información de que disponemos se encuentra en las grandes series de pacientes que han sido estudiadas por otros colegas y que han sido publicadas en las revistas científicas de prestigio. Sin embargo, con frecuencia nos encontramos con que los resultados de unas publicaciones se contradicen con las de otras y esto nos genera confusión, desánimo y añade, a veces más incertidumbre. Por otra parte, todos sabemos que una única publicación raramente ofrece las respuestas definitivas y, también, que no toda la información publicada es por ello rigurosa y tiene la suficiente calidad metodológica para que se puedan extraer conclusiones de aplicación clínica. Por todos estos motivos, es necesario que nos habituemos a aplicar las herramientas científicas de manera que nos permitan obtener conclusiones globales objetivas y ecuánimes, acerca de los riesgos y beneficios de la THS. Estas herramientas nos las proporciona la medicina basada en la evidencia (MBE).
La MBE representa un modelo de práctica clínica basado en la óptima utilización de la información científica disponible, que pretende resolver, de una manera eficaz, los problemas que se plantean en la clínica diaria. Los orígenes filosóficos de la MBE se remontan a la segunda mitad del Siglo XIX en París, por lo que de ninguna manera responde a una nueva moda acuñada durante los últimos años en los despachos de epidemiólogos y clínicos de vanguardia. La MBE puede definirse como la utilización conciente, explícita y juiciosa de la mejor evidencia científica clínica disponible, para tomar decisiones sobre el cuidado de los pacientes individuales.
Se les invita a todos los médicos de las diferentes especialidades así como a todas las enfermeras al V Congreso Nacional de Climaterio y Menopausia a realizarse en Torreón, Coahuila del cinco al ocho de mayo del año en curso.
A los doctores que acrediten estar en los diferentes colegios o asociaciones tendrán precio especial por inscripción.
Informes a los teléfonos 729-04-11 y 730-11-66.