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A mitad del camino

Patricio de la Fuente

Tercera y última parte

Luego viene la Carta Magna. Desgraciadamente Porfirio Muñoz Ledo es un hombre sumamente polémico que no pudo encontrar acomodo dentro del equipo cercano al Mandatario, sin embargo no debemos olvidar su espléndida, magnífica tesis sobre la Reforma Constitucional. Dentro de la picaresca del mexicano destaca el resolver las cosas únicamente cuando el agua nos esté llegando al cuello y aquí pasa lo mismo: La Constitución mexicana ni es moderna ni mucho menos responde a las exigencias de una colectividad que ha visto trasquilados sus derechos pues en cuanto a impartición de justicia se refiere, andamos por la calle de la amargura.

Ni modo, tenemos que hablar del Honorable Congreso de la Unión pues también tiene vela en el entierro. Hasta la fecha –desde principios del sexenio pues- no ha sacado prácticamente ninguna de las Reformas Estructurales y su participación ha quedado reducida a un vulgar espectáculo que a nadie interesa ya. Públicos los ingresos y erogaciones del Poder Legislativo, ¿acaso no te da pleno coraje cuánto nos cuesta mantener a estos perfectos (no todos) inútiles que son duchísimos para dormir el la curul y vociferar sandeces? ¿No estimas el número de congresistas es desproporcionado y para variar y no perder la costumbre estamos gastando millonadas que no tenemos?

¿Se le puede creer a Vicente Fox cuando en campaña nos prometió acabar con todos los corruptos que en este país existen? Ya sabemos que los candidatos suelen hacer promesas que no pueden cumplir pero que van destinadas a ganar puntos, sin embargo nadie que sea considerado un “pez gordo” se encuentra tras las rejas. Colosio –ni el más ingenuo se traga la teoría del asesino solitario-, Chiapas, Ruiz Massieu y otros asuntillos quedan sin resolver. Se siguen creando comisiones, entre ellas la de los delitos del pasado. ¿Es bueno andar metiéndonos a revisar la podredumbre o a lo mejor es conveniente mirar aquello que hoy por hoy nos afecta y tiene repercusión en la vida de cien millones de mexicanos? ¿El que “Don” Luis Echeverría y secuaces terminen en la cárcel –soñar no cuesta nada- nos regresará a los muertos y desaparecidos?

Dirán que soy pesimista, pero qué le vamos a hacer. ¿A quién diablos le importa la macroeconomía cuando existen millones que ni a comprar la canasta básica alcanzan? ¿Por qué el desdén tan evidente del Gobierno hacia una prensa escrita responsable que las más de las veces busca soluciones? No, no me terminan de convencer los impulsos hacia un campo en estado de abandono, el tan afamado “progresa”, los “changarros” y el chambatel; pues si el último fuese tan eficiente como dicen muchas de las personas que a diario trato tendrían para comer.

Puras buenas intenciones: pura risa. Muertos, pero de carcajadas andan Ricardo Aldana, Romero Deschamps, Roberto Madrazo, Rodríguez Alcaine y toda la bola de bichos que les preceden. ¿Funciona la democracia o es que en México son necesarios los palos y las pedradas? ¿Debemos experimentar otro levantamiento social para darnos cuenta que las revoluciones son simples cambios en el poder que a la larga poco hacen por la población? No: el cambio debe ser paulatino, tranquilo y meditado, sin sobresaltos y malos presagios.

¿Hasta cuándo nos vamos a deshacer de un nacionalismo utópico que el tiempo ya carcomió? Digo, Pemex, por ejemplo, sigue siendo “caja chica” del Gobierno y nadie hace nada pues temen trastocar los intereses de un sindicato al que le encanta despacharse con la cuchara grande. La CFE es disfuncional y espero no tengamos que sufrir un apagón generalizado para saber que literalmente todo está entre tinieblas. ¿A quién se le antoja pagar impuestos si literalmente son destinados al absurdo colectivo? ¿Con qué cara se hace alusión al terrorismo fiscal cuando de lo que millones están presos es de terror por no ser capaces de cubrir las colegiaturas de los niños?

Y luego Cuba, con quien nos unía una gran relación y el deterioro que paulatinamente sufre puede únicamente ser achacada a dos Gobiernos con tintes melodramáticos y marcada tendencia hacia la prosa visceral. Aunque las cosas anden medio complicadas, ahora sí toca felicitar al canciller Luis Ernesto Derbez por una participación mesurada y activa, pero ya para acabarla de amolar, lacayos de un pelele que padece de sus facultades mentales, ve moros con tranchete –George W. Bush, por si no lo sabían- y a la menor provocación se le ocurre invadir a Bolivia en el caso de que posea armas de destrucción masiva. Bueno, perdón por lo de lacayos pero tienen que entender que nuestro intercambio de amor-odio hacia los Estados Unidos a veces nos pone un poco efusivos, quizá más de la cuenta.

Quisiera que el asunto de Juárez se resolviera con la mayor rapidez y prontitud pero a veces ello no es posible dados los distintos intereses de por medio. El futuro del país jamás se encontrará en manos del presidente Fox ni tampoco en su totalidad deberá recaer en sus diversas instituciones. México, ya lo hemos dicho hasta el cansancio, encontrará otros paraísos cuando aprendamos a quererlo, a trabajar por él con el ahínco y pasión que toda la vida nos ha caracterizado.

La historia, por su parte, a su justo tiempo y circunstancia habrá de situar a Vicente Fox en el lugar que le corresponde. Si bien peligroso hacer juicios a priori, quiero creer que cuando entregue la banda presidencial –pídanle al Santo Niño de Atocha no sea a su abnegada mujercita- los mexicanos hayamos tomado las mejores decisiones, es decir, que gane aquél verdaderamente comprometido con México.

Y por cierto, ya parémosle a eso del futureo pues nomás confunde, además no olvidemos que apenas vamos a mitad del camino y mucho puede suceder de aquí hacia delante.

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