MÉXICO, DF.- A un año de la muerte del inolvidable diestro mexicano David Silveti, los aficionados a la fiesta brava aún lo recuerdan con cariño y se emocionan con sus faenas que dejó plasmadas en el ruedo y como ser humano.
Silveti, quien nació el tres de octubre de 1955, comenzó desde su infancia a estar en contacto con los toros bravos, al provenir de una familia netamente taurina, la cual encabezó su abuelo "El tigre de Guanajuato", Juan Silveti, un torero de recia personalidad y grandes cualidades para la lidia.
David Silveti tomó la alternativa el 20 de noviembre de 1977 en la Plaza Revolución de Guanajuato, con su padrino “Curro” Rivera y testimonio de Manolo Arruza.
Su confirmación se dio en la monumental Plaza de Toros México el siete de enero de 1979 con Manolo Martínez como padrino y Eloy Cavazos de testigo, con toros de la ganadería de Mimiahuapan.
Esa tarde Silveti sufrió una fractura en la rodilla derecha, la cual le traería serías consecuencias para el resto de su carrera, en la que recibió casi 40 lesiones e igual número de intervenciones quirúrgicas que le afectaron seriamente los movimientos.
En la historia del matador mexicano, Silveti Berry es el único torero que ha confirmado su alternativa en España con toros aztecas, procedentes de San Mateo, hecho que sucedió el 24 de mayo de 1987 cuando los diestros hispanos Limeño II y Tomás Campusano atestiguaron el acto.
Después de exitosas temporadas, David Silveti decidió retirarse por un corto periodo, sin embargo, su amor por la fiesta brava lo hizo regresar en 2002, año en que acumuló varias corridas de toros en medio de una gran espectación debido al cariño que la afición mexicana profesaba por este extraordinario diestro.
Silveti reapareció la tarde del 12 de enero de 2003 en la Plaza México e igual repitió el dos de febrero, después el 15 de febrero se presenta en Juriquilla y el 22 del mismo en Cadereyta, Nuevo León.
Esas fueron las últimas tardes del matador capitalino sobre los ruedos, ya que una complicada y añeja lesión en las rodillas lo obligó a sufrir una operación más, hasta anunciar su retiro definitivo de la actividad profesional en marzo de 2003, lo que lo sumió en una fuerte depresión al estar alejado de lo que más amaba en la vida.
La tragedia llegó el 11 de noviembre del año pasado cuando se suicidó con un disparo en la cabeza en su finca en la ciudad de Salamanca, Guanajuato, a la edad de 48 años y con una trayectoria taurina que quedará en el recuerdo de la tauromaquia mexicana.
Fue sepultado en la cripta familiar del panteón Villas de La Paz de Salamanca, Guanajuato. Le sobreviven su padre Juan Silveti y su madre Doreen Berry, así como su esposa Laura del Bosque y sus hijos Diego, Sebastián, Eduardo, Mónica y Lucía.
