La promulgación de una Ley firmada el cinco de noviembre del año pasado por el presidente Bush, contra los llamados abortos de nacimiento parcial, o de término tardío, ha levantado todo el encono de alrededor de 1200 agrupaciones promotoras del aborto en los Estados Unidos, eufemísticamente autodenominadas “Pro choice”, lo cual explica porqué llenaron con alrededor de un millón de activistas el llamado Mall de Washington D.C. y además han catapultando el tema del aborto como uno de los definitorios de la campaña electoral presidencial norteamericana del próximo mes de noviembre.
Y es que bajo esa Ley un médico puede encarar hasta dos años de cárcel y demandas civiles, por realizar abortos de nacimiento parcial, definidos como la muerte intencional de un nonato que ha sido parcialmente extraído, lo cual a mi modo de ver significa una pena mínima para un asesinato con todas las agravantes.
Podemos constatar cómo el tema del aborto en los Estados Unidos sigue estando en la cúspide de la polémica y enfrentando a la sociedad civil en una aguda discusión.
Un estudio del instituto Allan Guttmacher (fuente científica confiable tanto para grupos “Pro choice” como “Pro Life), señala que tras alcanzar su punto más alto en 1981, con 29.3 abortos por cada mil mujeres de edades comprendidas entre los 15 y 44 años, ahora se encuentra en un punto más bajo, con 21.3 abortos.
De una parte son cada vez menos las mujeres que se quedan embarazadas y no tanto por el uso de métodos anticonceptivos, sino porque muchas de ellas eligen el camino más seguro y natural de la abstinencia. Un estudio del Center for Disease Control and Prevention revela que el porcentaje de alumnos de enseñanza media que practica la abstinencia se incrementó del 46 por ciento en 1991 al 54 por ciento en 2001.
Por otra, sigue siendo una polémica cuestión de geografía, dinero y política.
De geografía porque las legislaciones de diferentes estados mantienen posiciones distintas respecto del tratamiento a dársele al aborto tanto en penalidades como en intervenciones de padres y tutores de menores de edad que deseen abortar, como en lo referente a casos en los cuales se está legitimando uno u otro tipos de aborto.
Por la parte económica el precio de un aborto es de 372 dólares de promedio según el referido Instituto Guttmacher, cantidad que supone ser la mitad de lo que costaba en 1973.
Ello no obsta para que las clínicas abortistas sigan siendo uno de los negocios más rentables en los Estados Unidos, razón por la cual muchos intereses económicos son los que mueven a miles de activistas a manifestarse, tal como en su momento lo denunció con todo lujo de detalles el arrepentido ex rey del aborto: Bernard Nathanson.
Lo cierto es que nuevamente el aborto será tema de debate político con implicaciones muy concretas en los tres poderes estatales norteamericanos de aquí al inminente mes de noviembre.
