Piden vecinos apoyo del Centro Antirrábico de Gómez Palacio.
EL SIGLO DE TORREÓN
GÓMEZ PALACIO, DGO.- Perros callejeros amenazan la vida de los habitantes de la colonia Parque Hundido. Afirman que varios vecinos han sido atacados y que aunque han notificado al Centro Antirrábico, no han recibido apoyo.
Esta unidad habitacional colinda con la Pancho Villa, Pánfilo Natera y el fraccionamiento que lleva su mismo nombre. Por sus calles sin pavimento deambulan varias decenas de perros flacos, pulgosos y hambrientos, que al parecer, no tienen dueño.
Eduardo Hernández Lozano, quien vive en el número 11 de la calle Correcaminos, comenta que la colonia tiene alrededor de seis años de fundada, donde al igual que fueron llegando sus habitantes, los perros vagabundos también. A simple vista y por lo que sugieren los pobladores, la población infantil es equiparable a la de estos animales.
Hay muchos perros, por la tarde, por la mañana y por la noche, manifiesta al tiempo que manotea, Eduardo, quien hace unos días, por la calle de Coyote, fue atacado por un “pulgoso”. El tendero relata que sintió mucho miedo, pero pudo correr y así logró salvarse de las garras del animal.
Se comunicó al Centro Antirrábico para denunciar que había perros muy bravos en la colonia, pero según afirma, el personal de este departamento ha hecho caso omiso de la situación.
Mientras Eduardo platica con El Siglo de Torreón, Blanca Ortiz, Miguel Zavala –un niño de unos 13 años- y los hermanos Ana Isabel y Homero García, se acercaron para denunciar las situaciones que enfrentan por convivir con tanto perro “desnutrido y pulgoso”.
Miguel, quien vive en la casa marcada con el número 19 de la calle Correcaminos, afirma que su hermano, José Juan, fue mordido hace unos días por un perro negro vagabundo que le hace la vida imposible a Doña Cruz Sánchez, vecina del lugar, pues aunque lo corre, éste regresa para atacar al que pasa por ahí.
En las calles de este sector habitacional se aprecian perros y más perros. “Así es siempre”, añade Blanca, quien vive desde hace un año en este lugar. Ella considera que los niños peligran con tanto animal.
Miguel le roba la palabra para exponer que todos los chavales de su edad han bautizado a su antojo a los perros: “El palomo”, “El Popis” y “Niebla”, son algunos de los apodos.
“Niebla” y el perro negro son los más bravos, coinciden en decir todos los informantes. De hecho, este último, hace unos días mordió a Doña Chuy, la dueña de una tiendita ubicada en la cera contigua a la calle Correcaminos.
“Pobre señora”, dice Miguel, quien también sabe que otro compañerito fue atacado por este perro bravo, pero no pudo recordar su nombre.
Sin sospecha
El director de la Unidad Médica Familiar número Diez del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Paulino González Peña, informó que a nivel de este instituto de salud, “hasta el momento no ha llegado ni siquiera la sospecha de un caso de rabia”.
Por su parte, el jefe del Departamento de Epidemiología, José Avitia Gracia, expuso que el detonante de un proceso de enfermedad es la duda y cuando existe, “y yo tengo que indicar si reúnen los criterios y hacer el parámetro de enfermedad y hacer el movimiento operativo, en este caso, para cercar y evitar que se propague más el proceso que está en estudio”.
Avitia Gracia comentó que no hay ningún tipo de indicio de rabia en los derechohabientes del IMSS. Ante un rumor, sobre la presencia de una sospecha más de esta enfermedad dentro de esta institución médica, asegura que no es verdad. Dijo que en el Hospital General de Zona número 46 adjunto a esta clínica familiar, se encuentran dos casos que no tienen nada que ver con la rabia.
Se trata de la sospecha de un síndrome coqueluchoide, que sin ser tosferina, presenta un cuadro similar. El otro caso es una varicela. “No tienen ninguna relación con la rabia”, afirmó.
