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Acapulco: ¡Auxilio!

Miguel Ángel Granados Chapa

A mi hermano Armando

Vicente, en sus sesenta años.

Hace mes y medio que el hotel Continental Emporio está cerrado. Maniobras ilegales de la sección 12 del sindicato cetemista de empleados de la industria hotelera, encabezada por Rodolfo Escobar Ávila mantienen sin operación ese establecimiento. No se trata de una huelga, sino de un atentatorio “paro loco”, resultado de pretensiones inadmisibles del dirigente sindical que hace unos meses, en plena temporada primaveral, realizó una operación semejante con el hotel Hyatt, recientemente adquirido por el empresario Alberto Saba, que tuvo que rendirse ante las exigencias de Escobar Ávila.

El Continental Emporio (antes Continental Plaza y antes Continental Hilton) fue adquirido por Operadora Turística de Acapulco hace tres años. Con varias inversiones, la nueva administración se propuso dinamizar esa parte de la bahía acapulqueña. Pero se encontró con una situación laboral perniciosa: miembros del personal ofrecían a la clientela del hotel menores prostituidos y droga. Y cuando se buscó sanear la operación la sección sindical se opuso a que los presuntos delincuentes fueran separados de su cargo. Se originó así una tensión permanente, que se ha expresado con 25 paros laborales, suspensiones de hecho de las tareas, que no implicaron detener enteramente el funcionamiento del hotel, porque se practicaban escalonadamente, pero inferían daño a la administración e innumerables molestias y contratiempos a los huéspedes.

Nunca aliviada, la situación se recrudeció cuando un empleado con veinte años de antigüedad fue sorprendido en flagrancia, robando. Puesto que sólo la reincidencia es causal de despido, la empresa y la sección sindical lo mantuvieron en su cargo, mediante un convenio incorporado al contrato colectivo, que permitiría la separación automática del trabajador en el caso de alguna falta grave, como participar en un paro ilegal. Hace dos meses se buscó aplicar el mismo criterio pactado a un delegado sindical y a un empleado que robaron a una huésped y al hotel mismo. Escobar Ávila, el líder sindical, se opuso terminantemente a cumplir lo convenido y suscitó un zafarrancho que obligó a la administración a desalojar el establecimiento, conduciendo a su clientela a otros hoteles. Entonces el dirigente seccional se instaló en el acceso al Continental Emporio (motor lobby le llaman) y lo convirtió en su oficina, desde la cual preside la onerosa suspensión de labores de esa fuente de trabajo.

Escobar Ávila es el único miembro del PRI que forma parte del ayuntamiento de Acapulco, de mayoría perredista. Se ha convertido en amo y señor de una importante porción de la hotelería acapulqueña, sometida mal de su grado a la arbitrariedad del líder sindical, que en vez de representar y salvaguardar los derechos de sus trabajadores, simplemente los usa. En el caso presente, para dar a su arbitraria acción (un verdadero despojo, por el cual se presentó la denuncia ministerial pertinente) algún tinte de legalidad, planteó extemporáneamente un emplazamiento a huelga, e inició un litigio por el pago de la participación de utilidades de 2001. Con el fin de mantener la cohesión del personal de Continental Emporio en torno suyo, ha anunciado que ganó a la empresa esa demanda y que los empleados recibirán un total de 106 millones de pesos. Se trata de una simple mentira, que da idea de los procedimientos a que acude. A su vez, la operadora ha intentado en los tribunales del trabajo juicios de rescisión laboral, individual y colectiva, que no caminan. Y mientras tanto, el hotel tiene setenta y cinco días cerrado.

Puesto que se trata de un paro ilegal y los procedimientos jurídicos para resolverlo no prosperan, se ha buscado la mediación política. El mayor Luis León Aponte, secretario de Gobierno de Guerrero y aun el mismo gobernador René Juárez, han recibido directamente información de la empresa afectada y deplorado con ella la situación. Pero no han hecho lo que esté a su alcance por resolverla. En otra vía, el mismísimo secretario general de la Confederación de Trabajadores de México, Leonardo Rodríguez Alcaine, instó a Escobar Ávila a conducirse conforme a la Ley, pero su intervención fue desdeñada por el dirigente local. Lo mismo ha ocurrido con el senador Nezahualcóyotl de la Vega, la principal presencia cetemista en Guerrero, que sin embargo no consigue del líder seccional un comportamiento ajustado a la Ley.

De los dichos de esos dirigentes y de la observación de los hechos se desprende que la CTM se ha dislocado en esa entidad y los dirigentes de parcelas de la organización las cultivan y usufructúan como si fueran cosa propia, con grave perjuicio para las actividades en que sus representados laboran y sin siquiera provecho para estos últimos. De tiempo atrás, ese desorden sindical se ha expresado en la corrupción que permite a no pocos empleados obtener mayores ingresos de conductas ilegales que del cumplimiento de sus tareas, por lo que no están dispuestos a admitir la corrección de los viejos hábitos y estilos.

A pesar de muchos factores adversos en su contra, Acapulco sigue siendo un foco de atracción para el turismo de todos los orígenes y los niveles. Pero los huéspedes que han sido expulsados de sus alcobas, en la primavera del Hyatt y en el verano en el Continental Emporio por los atropellos de un líder sindical, se convertirán si no lo han hecho ya, en los más eficaces propagandistas contra ese puerto. Es hora de que Escobar Ávila sea reducido a la legalidad.

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