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Acorralado, rebelde uzbeko se inmola

AGENCIAS

MOSCÚ, RUSIA.- Un supuesto extremista perseguido por las fuerzas de seguridad uzbekas en Tashkent se inmoló en una casa al hacer detonar una cantidad indeterminada de explosivos, informaron ayer fuentes policiales en la capital de Uzbekistán.

Las fuentes señalaron que el desconocido, al descubrir que estaba vigilado en secreto por agentes de seguridad arrojó una bomba de mano, que hirió a tres personas y después se inmoló.

El presunto terrorista que había provocado una explosión ayer en Tashkent se suicidó haciendo estallar la carga explosiva que llevaba consigo luego de que la policía lo cercara en una vivienda por la noche.

“Un extremista se hizo estallar. No tenía rehenes” en la casa en la que se encontraba, afirmó ese oficial que no quiso ser identificado.

El hombre llevaba un cinturón de explosivos, añadió y por el momento se ignora si era uzbeko o extranjero.

Además las fuerzas uzbekas de seguridad arrestaron ayer a 30 personas sospechosas de estar vinculadas con hechos de violencia que el Gobierno atribuye a “terroristas” islámicos, pero muchos se mostraban cada vez más escépticos sobre las explicaciones oficiales.

Ayer, una nueva explosión sacudió a un distrito de Tashkent, la capital uzbeka, y dejó varias víctimas, si que se reportará el número exacto de los afectados según la agencia de noticias rusa Interfax.

Uzbekistán, un Estado de Asia Central con Gobierno autoritario, desplegó soldados en las esquinas de las calles y reforzó los controles fronterizos después de las recientes explosiones y enfrentamientos armados en Tashkent y la ciudad de Bukhara.

Esos incidentes dejaron 42 muertos entre el domingo por la noche y el martes.

La agencia rusa de noticias Itar-Tass, en base a fuentes de la Oficina del Fiscal del Estado, dijo que las 30 personas habían sido detenidas en las últimas 48 horas y que fueron acusadas de cargos bajo las leyes antiterroristas.

En las calles de la capital uzbeka, pocos se mostraron sorprendidos por la violencia y algunos expresaron abiertamente su simpatía por los responsables de los ataques.

“El pueblo uzbeko ya tuvo suficiente. Pienso que esto (las explosiones y los combates) apuntaron contra la policía, no contra la gente común”, dijo Guzal, una estudiante que estaba en el distrito céntrico de Tashkent.

“Cada vez que subo al autobús oigo gente que dice que apoya esto”, dijo en referencia a la violencia.

Kolya, un obrero de la construcción desocupado de 53 años, dijo que “la gente está furiosa. El que hizo esto (los ataques recientes) carecía de algo, la gente no tiene para comer”.

La corrupción policial, la extrema pobreza y la falta de una oposición política legal han alentado el resentimiento en el país. La economía uzbeka funciona principalmente gracias a los elevados precios del algodón y del oro.

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