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Addenda/Germán Froto y Madariaga/Combate a la inseguridad

Era la tarde noche del pasado miércoles cuando me llamó telefónicamente mi buen amigo Juan Ceballos, del grupo radiofónico Gremm para proponerme una entrevista telefónica el día siguiente a hora temprana.

El tema: la inseguridad y la forma de combatirla desde las distintas instancias de Gobierno, esto es, desde los poderes federales, Ejecutivo, Legislativo y Judicial y los estados y municipios, pasando por los poderes locales que componen a los primeros.

Como siempre que Juan me ha solicitado una intervención de éstas, a distancia, acepté pues reconozco en esos llamado la preocupación de un medio de comunicación como el Grupo Radio Estéreo Mayrán, por un problema que hoy por hoy es uno (si no el que más) de los que le preocupan a la sociedad.

La llamada me dejó pensando, una vez más, en qué es lo que debemos hacer, en términos generales más que específicos, para responderle a la sociedad e incluso qué deben hacer ésta y los propios medios masivos de comunicación para desminuir e ir ganando la batalla contra la inseguridad.

Sin duda son muchas las cosas que debemos hacer y a mi juicio, lo primero es dimensionar el problema, pues creo que eso nos ha faltado. Y si partimos de la base de que “problema que no se mide no se resuelve”, llegaremos a la conclusión de que si seguimos como hasta ahora, no lograremos abatir la delincuencia.

¿Por qué considero que no hemos dimensionado el problema? En primer término, porque hemos perdido mucho tiempo en culparnos unos a otros de sus efectos y en justificar y ponderar las acciones que cada cual emprende.

En segundo lugar, porque si acaso en algunas áreas confidencialmente el problema se ha dimensionado, esa información no la comparten con las otras instancias que también intervienen en el combate a la delincuencia.

Y en tercer lugar, porque siendo el Ejecutivo federal la instancia de autoridad con mayores posibilidades de apoyar con recursos y por tanto su participación es casi determinante para alcanza el éxito, es a partir de la marcha ciudadana del 27 de junio cuando el presidente Vicente Fox anuncia la realización de diez acciones y la disposición de mil millones de pesos para atender este problema, cuando que esas decisiones se debieron tomar durante el primer año de Gobierno, porque el problema ya era grave cuando él asumió la Presidencia.

Nunca es tarde “ciertamente” para poner en práctica acciones que liberen a la ciudadanía del flagelo de la delincuencia. Pero sin duda entramos tarde a una batalla que desde hace años viene ganando la delincuencia.

¿Qué otros factores han influido para que se haya llegado hasta el punto tan preocupante en que nos encontramos?

La ausencia de coordinación entre todas las autoridades gubernamentales. Porque, se requieren leyes fuertes, firmemente tejidas, estructuradas, en las que no existan lagunas legales a fin de evitar que se cuelen por ellas los delincuentes. Tenemos que admitir que las leyes penales están hechas para que los juzgadores sean benévolos con los delincuentes. A su favor existe, por ejemplo, la suplencia de la queja y no fue sino hasta hace poco tiempo, cuando se comenzó a legislar en ciertos aspectos en beneficio de las víctimas.

Aunque ahora el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, José Luis Soberanes, se desgarre las vestiduras, la impresión ciudadana es que ésta protege a los delincuentes, pues ellos pueden matar, torturar, extorsionar, violar y muchas cosas más. ¡Ah!, pero si el delincuente se resiste a la detención y es sometido por los policías, inmediatamente apela a la protección de la Comisión y alega “brutalidad policíaca”. ¿Y la forma brutal en que ellos agreden a sus víctimas, quién la considera? ¿Quién la atiende? ¿Quién les hace justicia a ellas?

En ese sentido, en el de la coordinación, es conveniente analizar la propuesta de que exista una sola policía, la nacional. Porque entre la municipal, la ministerial, la estatal, la judicial federal, la AFI, la UFI y la EFI, se hacen bolas, se entorpecen unas a otras y hasta llegan a enfrentarse por razones de competencia y territorios.

Pero el ciudadano común no entiende de esas cuestiones. Ignora lo que son las competencias y lo único que sí sabe es que cuando lo roban, asaltan, secuestran o le matan al hijo, al hermano o al padre, pocas veces obtiene una respuesta satisfactoria.

Mientras no se adopten medidas como la de que exista una sola corporación policíaca y un mando único, la coordinación, actualización, capacitación, equipamiento y depuración permanente de los cuerpos policíacos es obligada.

Otro tanto cabe decir de ministerios públicos, jueces y magistrados. Hay que depurar, capacitar, actualizar, realizar investigaciones profesionales y dejarnos de tecnicismos legales.

Porque el ciudadano común debe creer en sus instituciones. En la buena fe del Ministerio Público y el buen juicio de quienes integramos los poderes judiciales.

Hay que implantar procesos más sencillos y expeditos, en los que no existan tantos recursos. Una averiguación bien sustentada y un proceso ágil y sólidamente estructurado deben concluir necesariamente en una sentencia condenatoria.

Que la delincuencia sepa que quien delinque, quien violenta el orden jurídico y lastima de manera grave a la sociedad perderá irremediablemente su libertad.

El recuperar ésta mediante el otorgamiento de una caución debería quedar sólo para aquellos delitos que se persiguen a petición de la parte ofendida, no para los delitos en que la agraviada es la sociedad.

La ciudadanía debe hacer su parte denunciando con valor civil los ilícitos que en su perjuicio se cometan y repudiando cualquier intento de defender a los delincuentes poniéndolos como “mártires”, pues no podemos negar que existen grupos que se dedican a ello.

Otro tanto deben hacer los medios informativos y de manera especial en lo que respecta a hacer diariamente apología de la violencia, pues con ello, quiéranlo o no, alientan la realización de actos delictivos, por más que en su defensa se argumente que lo hacen en cumplimiento de su obligación de informar. Porque una cosa es informar y otra mostrar con lujo de detalles las acciones de los delincuentes, lo que implícitamente entraña una exaltación del delito.

Son muchas y muy variadas las cosas que tenemos qué hacer si queremos en verdad combatir la delincuencia. A cada uno de nosotros nos corresponden tareas específicas y si queremos alcanzar resultados positivos tenemos que coordinarnos, dejarnos de confrontaciones, asumir nuestras responsabilidades y cumplirlas a cabalidad.

De otra forma, nuestras comunidades seguirán siendo rehenes permanentes de la delincuencia.

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