La política y la diplomacia son del género femenino y por ello deberían siempre sujetarse a su igual: la prudencia. Si la hacen partícipe de sus actos éstos tendrán grandes posibilidades de concretarse satisfactoriamente.
Diplomacia y política son un arte aparentemente difícil de realizar. Sin embargo, son cosa sencilla si se desarrollan sobre principio de verdad, ética y recta intención. Porque aunque pareciera paradójico, ni la una ni la otra corresponden en realidad a la manera en que se ejercen ordinariamente.
Los políticos no se improvisan. Como tampoco los diplomáticos. Ambas disciplinas deben realizarse con verdadera maestría si se quiere dejar huella del paso por sus campos.
Todo se puede hacer. Todo se puede decir siempre y cuando se cumpla con las formas, se cuiden las palabras y se actúe en los tiempos más convenientes.
Creo que eso es lo que ha faltado en el conflicto que se presenta entre México y Cuba.
Aunque Fidel Castro ha tenido frases que bien pueden ser interpretadas como ofensivas para el Gobierno mexicano, lo cierto es que no dijo todo lo que dicen que dijo, ni las autoridades mexicanas han analizado esas frases en su justa dimensión.
En efecto, parecería que los secretarios Luis Ernesto Derbez y Santiago Creel desataron una tormenta a partir del discurso de Fidel el primero de mayo.
Todavía hacia el fin de semana, el presidente Vicente Fox insistía en que si otros gobiernos toleraron ofensas, injerencias e intemperancias, el suyo no lo hará.
Pero, ¿insultó realmente Castro al Gobierno, o sólo calificó de deplorable su política exterior? ¿No puede acaso también tomarse como un insulto aquello de “comes y te vas?”. ¿No lo es el hecho de que el Gobierno de George W. Bush haya dado a conocer anticipadamente la forma en que votaría México en el asunto de los derechos humanos en Cuba, en la reunión de Ginebra?
Nuestro país tiene más de cien años de relaciones diplomáticas con Cuba y nunca éstas habían estado tan deterioradas.
No obstante ello, la conducta de la cancillería mexicana se advierte errática, pues un día tiran la piedra y el otro tienden la mano en señal de disposición al diálogo.
A su vez el canciller cubano, Felipe Pérez Roque, reviró en forma mesurada, pero dura, casi contundente, casi convincente, porque se concreta a lo suyo y no proporciona más información que la estrictamente necesaria para justificar que tanto José Arbezú, como Pedro Lobaina, ambos del Partido Comunista y el consejero político de la embajada, Orlando Silva (que fue declarada persona “non grata” y expulsado del país) no se inmiscuyeron en cuestiones políticas y sólo se reunieron, como lo habían hecho en otras ocasiones, con personajes de la vida nacional vinculados todos con los partidos políticos que operan en México.
Es posible que la intervención del canciller cubano se hubiera matizado en razón de que unas horas antes de la larga conferencia de prensa que sostuvo en La Habana le fue entregada una nota diplomática de la cancillería mexicana en la que se manifestaba la voluntad del Gobierno para establecer un diálogo a fin de que las aguas volvieran a su cauce, la cual fue respondida en principio en forma positiva por Pérez Roque.
Pero el anuncio de que se daría una respuesta a los funcionarios mexicanos ya estaba hecho y para estar ahí hasta la capital cubana se habían desplazado decenas de periodistas a fin de escuchar de viva voz las explicaciones del canciller Pérez Roque; así que no había forma de dejarlos colgados de la brocha y menos cuando a cada uno de ellos les habían cobrado sesenta dólares por entrar a esa rueda de prensa. Era obligado entonces revelarles algo interesante de la información en manos del Gobierno cubano o de plano devolverles las “entradas” por no dar el “espectáculo” al que se comprometieron.
No era el caso de que Gobierno mexicano llegara al extremo de romper relaciones con Cuba. Pero creo que Bush ha estado azuzando a Fox para que se enemiste con Fidel y éste en cierta forma ha contribuido a desesperar al Presidente, lo que no es nada difícil, porque el jefe del Ejecutivo tiene la sensibilidad a flor de piel; piensa poco lo que dice y le bailan los ojos con mucha facilidad, lo que es signo inequívoco de que ya se le calentó el cerebro.
Lo que sí resulta contradictorio es que el Gobierno mexicano haya recurrido a una figura diplomática del derecho internacional que no corresponde a lo que se hizo, con el añadido de que hace poco tiempo, al emitir el voto en contra de Cuba, algunas voces gubernamentales sostuvieron que la doctrina ideada por don Genaro Estrada (mejor conocida como la doctrina Estrada), ya había sido superada y que por eso México podía emitir un voto que en esencia implicaba una intromisión en asuntos internos de otro estado, lo que repudia al contenido de esa doctrina.
En efecto, la citada doctrina señala que ante un golpe de Estado o un cambio de Gobierno, el de México debe concretarse a mantener o retirar a sus agentes diplomáticos en el país en que se haya producido tal acontecimiento. Pero sin calificar la validez o invalidez del nuevo Gobierno y eso no fue lo que sucedió con Cuba.
Es interesante mencionar que todas las doctrinas sobre el reconocimiento de gobiernos se han producido en América y a su confección han contribuido personajes históricos como: Jefferson, Wilson, Tovar y el citado Estrada.
Pero volviendo al tema, es evidente que a ninguno de los dos países les conviene una ruptura definitiva. Pero también lo es que ambos deben buscar una salida negociada al conflicto, por ser ésa la vía adecuada para dirimir las diferencias.
Sin embargo, tenemos que admitir que Pérez Roque lució mejor que Derbez y Creel. Porque ambos no salieron de lo mismo que han venido repitiendo sin ofrecer nuevas pruebas de la supuesta intromisión cubana y hasta el hecho de que en determinados momentos de la rueda de prensa se estuvieran riendo, contribuyó a que dieran una imagen poco seria en un caso que es de significativa gravedad.
Fue a su vez notable la forma en que se condujo el ex embajador Jorge Bolaños, quien con toda mesura y prudencia convocó al diálogo a fin de superar las diferencias que provocaron el conflicto. Ése es un verdadero diplomático y en México los hay también y muy buenos, sólo que ninguno de ellos está al frente de la secretaría de Relaciones Exteriores.
En estos momentos, las cosas apuntan más hacia una buena solución que hacia el rompimiento. Pero, por parte de México, deben entrar a operar negociadores que sean diplomáticos de carrera.
Es mas, con ánimo de ayudar propongo que se reúnan en Cancún o en Varadero y verán cómo a la orilla del mar Caribe los ánimos se apaciguarían, imperaría la prudencia y acabarían dirimiendo esas diferencias que nunca debieron haberse presentado.