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Addenda/Por dondequiera

Germán Froto y Madariaga

Viajamos de extremo a extremo del país. A un lugar paradisíaco en el que el agua es abundante, la vegetación exuberante y las puestas de sol tan hermosas como las del desierto.

No obstante la misteriosa magia que envuelve a esta tierra y la fuerte energía dejada en ella por los Mayas, la cual aún perdura, los problemas, los enfrentamientos y por ende la ausencia de entendimiento entre grupos políticos que lo pueblan también se han enseñoreado del municipio de Benito Juárez al que pertenece Cancún.

Valiéndose de una institución que ha sido cuestionada, pero que se encuentra prevista en muchas legislaciones municipales, el Congreso del Estado de Quintana Roo declaró desaparecido el ayuntamiento del citado municipio e integró un Consejo Ciudadano. Como la elección constitucional fue ganada hace casi dos años por el Partido Verde, ese Consejo lo encabeza Marisol Ávila, quien hasta hace unos días era diputada local por el mencionado partido.

Fue así depuesto Juan Ignacio García Zalvidea, al que se le conoce con el apodo de “El Chacho”. Esta acción se realizó gracias a la renuncia de la mayoría de los regidores que integraban el ayuntamiento y como resultado de un acuerdo entre los partidos Verde Ecologista y Revolucionario Institucional, a los que se sumó un regidor del PAN que al parecer actúo por su cuenta y riesgo. Hay muchas dudas jurídicas en torno a este caso, pero carecemos de los elementos para siquiera poder aventurar una opinión.

Por ello, y referido solo al aspecto político, únicamente podemos decir que la estupidez humana se manifiesta en muchos lugares del país y parece no tener límites, pues en buena parte se origina en la ambición que siempre la acompaña y ambas, por dondequiera, hacen estragos y ensombrecen el horizonte nacional.

No obstante que los medios de comunicación dan cuenta documentada del desorden administrativo y económico que privaba en el municipio, motivo por el cual tiene adeudos de 444 millones de pesos, no se explica este hecho si no es por un abandono prolongado del estado y la federación, cuyas formas de control fallaron, se permitió que fallaran o a algunos les convenía que así sucediera y para ello dejaron correr las cosas.

Pero el caso es que en cuento se integró la nueva autoridad municipal los recursos de la federación y el estado comenzaron a fluir normalmente en apoyo del Consejo que ahora es la máxima autoridad municipal.

Los seguidores del Alcalde defenestrado se mantienen en plantón permanente frente al palacio municipal. Pero algunos grupos opositores al Chacho, en su momento hicieron destrozos en el recinto municipal y después fueron hasta su casa, la apedrearon e incluso se metieron a ella en un acto de barbarie que debería preocupar al gobernador Joaquín Hendricks, pues según la voz pública es él quien protege a esos grupos violentos y ya se sabe que “con la vara que mides, serás medido”.

El caso es que el municipio de Benito Juárez y el paradisíaco Cancún están viviendo una de las etapas más dramáticas y convulsivas de su corta vida política. Y en este episodio, como en muchos otros, han vuelto a hacer acto de presencia la estupidez, la ambición, la violencia y la cerrazón humana.

Otro absurdo político se ha presentado en el pequeño estado de Tlaxcala, del que nos llegan preocupantes noticias, pues como ya se sabe, la esposa del gobernador, María del Carmen Ramírez, se apresta para registrarse como candidata del PRD a la gubernatura de esa entidad, de manera que es posible que la primera dama del estado y senadora por ese partido, suceda a su marido, Alfonso Sánchez Anaya, en un acto propio de los regímenes monárquicos y por tanto ajeno en esencia a nuestro sistema constitucional.

Para el PRD, como partido, se le presenta un serio problema de congruencia. Porque se manifestaron férreamente y con razón en contra de la posible candidatura de Marta Sahagún y ahora tienen un problema semejante al interior de su propio partido, pues para colmo el gobernador Sánchez Anaya no está dispuesto a dejar el cargo a fin de garantizar de que el gobierno que encabeza no interferirá en las elecciones estatales, aunque haya aceptado que una comisión del Partido revise el caso.

Cierto es que no es lo mismo la presidencia de la República que una gubernatura. Como tampoco lo es por el hecho de que Sahagún nunca ha ocupado un cargo de elección popular y la esposa de Sánchez Anaya sí. Pero como los mismo perredista los han dicho, la separación del cargo del gobernador debe darse por un acto de elemental ética política, pues jurídicamente no hay nada que le impida a doña María del Carmen competir para ocupar el cargo que hoy detenta su esposo.

Sin embargo, aunque debería ser así, ¿hasta qué punto nos hemos acostumbrado a que la ética, la moral y sobre todo valores tan importantes como la congruencia, el honor, la verticalidad, la verdad y la justicia, estén ausentes de las acciones políticas?

Aunque malamente, como sociedad, ¿nos hemos acostumbrado a que así sea?

Volvemos a la ambición y la estupidez humana, pues a cualquier ciudadano común, que esté o haya estado actuando en materia política, y que se le proponga ser alcalde, gobernador o legislador aceptará sin pensarlo mucho, pues su decisión se sustentará solo en su ambición de poder y dinero.

En su decisión poco influirá la autocrítica sobre su experiencia administrativa o política; su conocimiento de la problemática local o estatal; cómo tampoco se detendrá a pensar cómo se elabora una Ley.

A juicio del hombre de la calle esas cosas no importan. Estima que ya habrá tiempo de aprenderlas, pues lo importante en la mayoría de los casos será acceder al cargo y lo demás luego se verá.

El ver los cargos públicos como un medio de servir a la comunidad, limitarse a vivir con un salario decoroso y aspirar solamente a ganarse tres renglones en la historia, son cosas que no pasan por la mente de la gran mayoría. De ahí en cierta forma la causa de nuestros males.

Por los hechos y actos comentados, visto está que hay quienes son capaces de alterar severamente la vida de un municipio o poner en jaque a un partido político al incurrir en una evidente incongruencias, con tal de alcanzar su objetivo.

Con justa razón Albert Einstein sostuvo que: “Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera”.

Nos urgen líderes y formadores sociales que nos enseñen a dignificar la política.

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