El jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, exhibió esta semana documentos en los que se apoya para sostener que en el caso de Gustavo Ponce, el Gobierno de Vicente Fox sabía con mucha anticipación de las actividades presuntamente delictivas que realizaba aquél, no obstante lo cual nada hizo para proceder en su contra ni para darle aviso a fin de que él tomara cartas en el asunto.
Para abordar este tema y el hecho de que la secretaría de Hacienda había solicitado informes a la Red de Combate al Crimen Financiero de los EU (la cual asombrosamente fue entregada en tan sólo siete días), López Obrador pidió una cita con el Presidente y éste le respondió negándose a hablar con él, al tiempo que lo instó a presentar una denuncia en la PGR y a que “la sustente si es que tiene las evidencias para ello”, pues consideró que lo afirmado por aquél era muy grave.
Pero además, la Procuraduría a cargo de Rafael Macedo de la Concha, en voz de Luis López Atienzo, reviró diciendo que esa dependencia estaba abriendo una averiguación en contra del jefe de Gobierno capitalino, pues “los documentos antes referidos (los mostrados por López Obrador) tienen el carácter de confidencial por disposición de la Ley; su violación constituye un delito por servidores públicos en contra de la administración de justicia”.
Así las cosas, la solicitud de Andrés Manuel no sólo no fue obsequiada por el Presidente, sino que éste abrió el fuego al ordenar o aceptar que la PGR iniciara una averiguación con claros tintes intimidatorios.
Sin embargo, López Obrador (que de eso pide sus limosnas), socarronamente y esbozando una leve sonrisa respondió diciendo: “Pero si yo sólo pedí una audiencia”.
La documentación que presentó a los medios de comunicación el jefe de Gobierno, fue entregada por la PGR a la Procuraduría del DF, de manera que la misma quedaba a disposición del Gobierno capitalino, por lo que malamente la Presidencia de la República se puede dar por sorprendida porque dicho documento haya salido a la luz pública.
Por otra parte, no debemos perder de vista que el video en el que se ve a Ponce jugando en Las Vegas y los documentos en que se detalla una parte de lo que allá gastaba, fueron filtrados a los medios informativos por asambleístas del DF, presuntamente panistas, así como, que el mismo forma parte de la indagatoria que se realizó en contra del ex funcionario, de manera que entonces, siguiendo la lógica de la PGR, también tendría que abrirse una averiguación para determinar quién filtró el video, primero a Carmen Aristegui y después a Joaquín López Dóriga.
En ese orden de ideas, cabría preguntarse si esa acción realizada por los citados periodistas es igualmente constitutiva de delito por entrañar una obstrucción a la justicia, toda vez que en cuanto Ponce supo del video, puso pies en polvorosa y se sustrajo a la justicia.
Si fuera tal, ¿por qué la PGR no actúa contra ellos? ¿Porque se trata de asambleístas del PAN y periodistas?
Para fincarles responsabilidad a López Obrador y Bernardo Bátiz será necesario que la Procuraduría de la República pida su desafuero. ¿Estará dispuesto el Ejecutivo federal a llegar hasta ese extremo?
Lo más probable es que no. Pero además, todo indica que el presidente Fox se metió, de nueva cuenta, en un berenjenal, pues en la conferencia del viernes por la mañana se veía a López Obrador tranquilo y calmado, como quien sabe que ya logró su propósito de subir al ring a Vicente y está consciente de que él va en la posición de mártir, afectado por un complot político para dañar su popularidad.
Paradójicamente, el Presidente afirmó que de ninguna manera se prestará a “juegos políticos o a la evasión de responsabilidades”. Pero resulta que al actuar como lo hizo ya se prestó al juego que impuso Andrés Manuel, le dio a los medios de comunicación tela de dónde cortar y mucha, y si sostiene que no se va a prestar a la evasión de responsabilidades tendrá que actuar también contra los que filtraron el video de Ponce.
Los documentos exhibidos por López Obrador, demuestran que tanto Hacienda como la PGR sabían desde tiempo atrás de las actividades de Ponce y su esposa Esperanza González, pues no se explica de otra forma que, de acuerdo a la información que se dio a conocer, Hacienda solicitó esos datos a la Red de Combate de Crímenes Financieros el 18 de febrero y para el 25 ya tenía respuesta, cuando por ejemplo, para obtener información de los gringos en el caso de Cabal Peniche se tardaron más de un año.
Esa situación cuando menos hace presumible el hecho de que el Gobierno Federal está actuando con doble intención, por más de que también se advierta que al replicar en la forma en que lo hizo, López Obrador se está perdiendo en la forma y dejando de ver el fondo que es el hecho de que se quebrantó el erario del DF y él ni cuenta se había dado o cuando menos eso es lo que sostiene.
Como la confrontación apenas se inició, vale preguntarse: ¿quién ganará?
A nuestro juicio, lleva las de ganar López Obrador, pues a los ojos de mucha gente es el rival más débil, además de que éste aspira sin duda a la Presidencia de la República y Vicente Fox sólo a irse tranquilamente y sin broncas a su rancho a que lo atienda Marta y le prepare sus “deliziozoz platilloz, como le guztan al Prezidente”.
Andrés Manuel poco o nada tiene qué perder; cuando menos en este asunto de haber exhibido documentos confidenciales. Y sólo que le probaran que está involucrado en los trafiques de Ponce, Bejarano o Imaz, le podrían causar un daño letal. De otra forma, todo se diluirá con el tiempo, pero él habrá obtenido lo que persigue, esto es, figurar en las primeras planas nacionales, en los noticieros triple A y consolidar su imagen de hombre honesto y modesto.
Pero entre que este escándalo pasa, la institución presidencial y el PAN junto a ella, pueden sufrir un deterioro mayor del que ya reportan. Pues ¿qué credibilidad tendría un régimen que, al viejo estilo, se presta para golpear políticamente a sus adversarios con asuntos tan delicados como son los de corrupción? Y ¿qué credibilidad merecería a los ojos de la ciudadanía un partido que finca su bagaje político en la honestidad, la moral y la congruencia, a pesar de lo cual algunos de sus miembros actúan en sentido inverso y no honran esos principios?
Es ésta una confrontación más en la que al presidente Vicente Fox lo involucraron con el señuelo de que iba por lingotes de oro, por lana inglesa. Pero probablemente saldrá “transquilado” y con un cucurucho de cacahuates en las manos.