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Advertencia/Pequeñeces

Emilio Herrera

Parece ser que entre los propósitos de Año Nuevo que nuestro señor presidente municipal, Guillermo Anaya Llamas, se hiciera este año, hablar claramente a sus gobernados es el principal de ellos, para que luego ninguno le salga con que fue tan oscuro lo que dijo que no se le entendió. Por ejemplo: aquí está lo que dijo el jueves próximo pasado a los agentes policíacos de Seguridad Pública Municipal y en la Dirección de Vialidad, es decir, a más de mil servidores: “Trabajan con honradez o buscan chamba”. Esto es muy interesante porque, como lo decía y lo sigue diciendo, aquel lema publicitario de Teléfonos de México: “Hablando se entiende la gente”. Pero, hablando así, con claridad, sin medias tintas ni cosas por el estilo. La honradez en el hombre es una de esas cosas que no tienen vuelta de hoja, ni eres muy honrado, ni honrado a medias. Lo eres o no lo eres y punto.

Y el señor Presidente, lo precisó a quienes por trabajar en la calle es muy difícil, aunque no imposible, controlar. Los que no lo sean pueden renunciar de inmediato, o al menos comenzar a buscarse otra chamba.

Son muchos los que piensan que obtener una chamba en el Gobierno es como entrar al Paraíso y así es posible que todo les parezca que son manzanas, olvidando que, Paraíso y todo de allí salieron Adán y Eva por falta de honradez, es decir, por tomar lo prohibido.

Es posible que nuestro Señor Presidente sepa lo que Lord Halifax, el político británico decía acerca de la honradez: “No se ahorca a un hombre por haber robado caballos, sino para que los caballos no sean robados”. Pero, también debe saber acerca de la advertencia y, si no lo sabe, aquí va y ojalá no lo olvide: que “la sola advertencia es un castigo fallido, porque no es la condena sino la causa de la condena lo vergonzoso para el hombre”.

Pero, en fin, creo que comenzamos bien el año, a pesar de nuestros Regidores.

Hablar como habló nuestro señor Presidente Municipal es gobernar a nombre del pueblo, cosa nada fácil, y por eso hay que hacerlo con la cabeza, dejando afuera el corazón, que nada tiene qué ver con que “pobrecito, cayó en la tentación; pidió por necesidad; se lo ofrecían, ¿por qué no tomarlo?” Bueno, pues, por eso: por que no, así de sencillo.

Pero, todos hijos de Dios o todos entenados, como dice el refrán. Más arriba también suceden cosas, como ya se ha visto. Ojalá, la claridad con que se ha hablado a los agentes, sea una advertencia para los otros niveles y cuando el señor Anaya termine su ejercicio haya logrado no dar un solo paso atrás ni en la realización de obras ni en el combate a la corrupción. Por el bien de nuestra ciudad, eso es lo que se le desea con motivo del Nuevo Año. Y mucha salud.

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