EL PAÍS
KIEV, UCRANIA.- “La Autonomía del Sureste”. Hasta ayer, esta denominación geopolítica no existía sobre ningún mapa de Ucrania, pero era una posibilidad de evolución de los acontecimientos, que inquietaba en la sede de la campaña electoral de Víctor Yanukóvich.
“El deseo de realizar una revolución burguesa puede acabar mal, porque el respaldo de Yanukóvich es verdadero y en el Este comienzan a sonar voces para crear la Autonomía del Sureste, alegando que las regiones orientales son las que más contribuyen al presupuesto para que los de Kiev hagan huelga”, afirmaba Serguéi Tigipko, el jefe de la campaña electoral del primer ministro y ex director del Banco Central de Ucrania.
“De no haber diálogo, en Crimea pronto hablarán de reforzar su autonomía”, opinaba Tigipko, un moderado y autor de un plan de acuerdo de cinco puntos, que no encontró eco en las filas de Yúshenko. “El terreno está abonado”.
“Si en Crimea, se producen llamamientos a unirse con Rusia, el 80 por ciento de la población de la península los apoyará”, señalaba. “En Crimea el partido ruso es muy fuerte y puede ser utilizado para separar aquella región de Ucrania”, afirmaba Tigipko.
Sus palabras, al margen de los elementos de presión sobre sus rivales que pudiera haber en ellas, reflejaban también un temor real.