AP
WASHINGTON, EU.- Las propuestas que el presidente George W. Bush formuló ayer sobre inmigración no sólo son un premio al ingreso fraudulento al país sino también la apertura para los empresarios de un canal legal de explotación del trabajador extranjero, dijeron algunos activistas.
“Son extremadamente decepcionantes”, opinó Cecilia Muñoz, dirigente del Consejo Nacional de La Raza, un grupo de defensa a los inmigrantes hispanos. “Parece que todo apunta a recompensar a los empleadores de inmigrantes indocumentados, sin ofrecer casi nada a los trabajadores”.
Bush ha propuesto dar legalidad por tres años a los trabajadores indocumentados que estén ya en Estados Unidos realizando trabajos que los nativos no desean. El periodo podrá ser renovado. Se calcula que unos ocho millones de personas —de los cuales cuatro millones son mexicanos— serán beneficiados.
Igualmente, el presidente ha abierto la posibilidad de ingreso de trabajadores que reciban oferta de empleadores estadounidenses para ocuparse de labores que no desean hacer los nativos. El período sería igualmente por tres años, renovables.
La propuesta no habla de una legalización para residencia permanente. Pero Bush dijo que los trabajadores beneficiados podrán hacer las gestiones, sin ventajas sobre otros solicitantes.
Dan Griswold, director asociado del Instituto Cato de Washington, dijo que la propuesta debería ser entendida como “un esfuerzo de buena fe para adecuar las leyes de inmigración a las realidades de la vida estadounidense”.
“Nuestra economía continúa produciendo millones de empleos para trabajadores de mano de obra no calificada y los estadounidenses no quieren ocupar esos puestos”, dijo.
El senador Tom Daschle, líder de la minoría demócrata senatorial y que será un protagonista clave en la aprobación de la propuesta presidencial en el Congreso, dijo que estaba de acuerdo en que se dé a los inmigrantes un estatus legal, pero que se les debe garantizar el salario mínimo que se da a los estadounidenses, de 5.15 dólares la hora.
“Tenemos que buscar un punto de concordancia bipartidista”, dijo Daschle, en un indicio de que también se esperaba una oposición de algunos republicanos que no desean dar legalidad a quienes ingresaron a Estados Unidos violando las leyes.
El senador Joe Lieberman y el congresista Richard Gephardt, aspirantes a la nominación presidencial demócrata, criticaron a Bush por hacer la propuesta en un año electoral después de haberse resistido en sus primeros tres años de gobierno.
“Es muy poco”, dijo Lieberman. “Y anunciarlo después de tres años es muy tarde”.
Para Gephardt, uno de los políticos más liberales de la nación, la propuesta de Bush “tiene el potencial de causar más daño que bien”.