EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Para el ambientalista, Francisco Valdés Perezgasga, la sociedad lagunera ha mostrado poco respeto hacia el río Nazas, al que se debe la existencia propia de la región y contra el que sin embargo, se ha generado una destrucción que avanza de manera alarmante.
Cuestionado sobre los serios problemas de contaminación que afectan el cauce del río, consideró que no se puede culpar a una persona, dependencia o empresa en particular, puesto que todos los habitantes de las tres ciudades de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo “somos responsables del daño ecológico que le hemos ocasionado a nuestro río”.
Es necesario no olvidar que en la medida en que se descargan residuos al cauce del río se está generando un serio deterioro a los mantos acuíferos de los que se abastece la población, situación que de continuar a ese ritmo puede llegar a ser insostenible.
“Además, creo que es una manera muy suicida de conducirse”, expresó refiriéndose a la contamina-ción que se está provocando a los mantos freáticos.
Francisco Valdés recordó que el problema de las descargas de aguas residuales que generan las industrias de la región al lecho seco del río Nazas se arrastra desde hace varias décadas, por lo que constituye un añejo problema.
El año pasado, se practicaron estudios sobre muestras del acuífero, los cuales reflejaron la presencia de 30 microgramos de arsénico por litro, concentraciones muy altas que hicieron deducir que se trataba de una minería que estaba arrojando estos desechos al Nazas.
Además de los perjuicios al recurso acuífero, se registra una pérdida progresiva del bosque de galería, aseguró.
Hasta hace 12 ó 13 años, se podían observar paisajes verdes inundados por el cauce del río en un tramo aproximado entre el parque Raymundo y los puentes Cuates; en la actualidad, hay un cambio vertiginoso porque toda esa vegetación se ha perdido, en lo que constituye un curso suicida contra el desarrollo del ecosistema.
A este respecto, el ambientalista consideró que el ecosistema del Nazas ha generado bienes y servicios ambientales que pueden ser contabilizados en lo económico, en virtud de su contribución a la mejora del acuífero; sin embargo, en el largo plazo el costo será muy alto como resultado de toda esta devastación.
Otro ejemplo del descuido son ciertos ejemplares forestales con más de 100 años de antigüedad en el poblado de Sapioriz, Durango, los cuales han sido víctimas de incendios por parte de quienes proclaman un supuesto amor al río que no se refleja en acciones.
Es inconcebible que los propios visitantes a estos parajes contribuyan a su destrucción, dejando basura y hasta pañales sucios regados.
El Gobierno de Durango, dijo, está haciendo un esfuerzo importante por decretar el Cañón de Fernández como área protegida; Coahuila debe sumarse al proyecto aportando los recursos que sean necesarios y olvidarse de las divisiones políticas, que respecto al tema sólo resultan ser superficiales.
