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Agradece Gonzalo Rojas el Premio Cervantes

El poeta es el segundo chileno en obtener el premio tras Jorge Edwards, que lo recibió en 1999.

23 de abril de 2004.

Alcalá de Henares (Madrid), (EFE).- El poeta chileno Gonzalo Rojas recreó hoy su "reniñez" y el "reverdecimiento" de su poesía en el discurso con el que agradeció el Premio Cervantes de Literatura, que hoy recogió de manos del Rey Juan Carlos.

Rojas pronunció sus palabras desde la cátedra del Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, ciudad natal de Miguel de Cervantes, a la que antes subieron geniales autores como Jorge Luis Borges, Gerardo Diego o Rafael Alberti para quienes tuvo un sentido recuerdo.

Poco antes, un emocionado poeta, acompañado por sus hijos y nietos, recogió de manos del monarca español la medalla y la escultura que lo acreditan como ganador de la última edición del Cervantes, considerado el Nobel de las letras hispanas.

"No paso de aprendiz, no me lo merezco", dijo Rojas tras recoger el galardón, para añadir "lo que fascina a la gente es el renombre de los premios, pero no hay nada más escaso que el ojo que sabe leer".

Convencido de que el silencio sigue siendo su única voz e inspiración, dijo que la poesía "te da la palabra, que no mereces, y te pones a balbucear el mundo".

Rojas aventuró un discurso breve porque, explicó, "Cervantes lo dijo todo en esta lengua de nacer y seguir naciendo, desde la meseta hermosa hasta los últimos parajes insulares, de los trópicos a la Antártida".

"Los verdaderos poetas surgen de repente", afirmó el autor chileno de 86 años, quien "hablando de niñez y reniñez" consideró que cumplidos los 80 sigue "intacto nadando en el oleaje de las pubertades cíclicas".

Los estudiosos de su obra destacan la vitalidad de su poesía, cargada con una energía juvenil aun en estos últimos años, e indican que justamente ahora es más briosa y grácil que nunca.

"Uno no merece la palabra, se la dan porque se la dan, llega por azar", explicó Rojas.

"Soy un poeta genealógico que cree en la doble parentela, la sanguínea y la imaginaria, como lo dijo Cervantes", afirmó.

"Si el minero del carbón me engendró en plena de juventud", dijo al referirse a su padre, que murió cuando él sólo contaba con 4 años, por qué no, se preguntó el poeta, lo pudieron hacer Fernando "Vallejo y Francisco de Quevedo", al referirse a sus influencias.

El poeta es el segundo chileno en obtener el premio tras Jorge Edwards, que lo recibió en 1999.

¿Quién es?

Gonzalo Rojas, de 86 años, no se considera un "inventor" y prefiere que no se le adscriba a ningún paisaje, "por muy hermoso que resulte", de modo que, ha dicho en más de una ocasión, soy "iberoamericano antes que chileno".

Nacido el 20 de diciembre de 1917 en Lebu (Chile), Rojas perdió muy niño a su padre, minero, a quien dedicó el premio Cervantes cuando conoció que le había sido otorgado el pasado diciembre.

Cursó estudios en la Universidad de Chile, primero como estudiante de Derecho, y luego como alumno del Instituto Pedagógico.

Superados sus trabajos en el instituto Barros Arana y en las minas de Atacama, en las que se dedicó a la alfabetización de los empleados, formó parte de la jefatura de redacción de la revista "Antártica", de Santiago de Chile, y más tarde, en 1938, colaboró con el grupo surrealista "La mandrágora".

El autor de "Antología de aire" ganó, en 1952, las cátedras de Literatura Chilena y de Teoría Literaria en el departamento de español de la Universidad de Concepción, en donde impartió clases hasta 1970, año en el que el entonces presidente chileno, Salvador Allende, le nombró Consejero Cultural en China.

Apasionado por el diálogo, Rojas organiza a lo largo de los años 50 y 60 una serie de seminarios, conferencias y seminarios que, según Carlos Fuentes y José Donoso, constituyeron la gestación del "boom" de la literatura hispanoamericana, ya que indujeron a nuevas perspectivas de la región.

El poeta chileno, cuya obra recorre una temática marcada por el erotismo y por la reafirmación de lo vital, según sus críticos, no abandonó la poesía y publica en 1964 "Contra la muerte", que la crítica elogió con entusiasmo.

El golpe de Estado de perpetrado por el general Augusto Pinochet en 1973 le sorprende en La Habana, donde ocupaba el cargo de embajador.

A Rojas no le quedó más salida que el exilio, por lo que se estableció en la antigua Alemania Oriental y en la desaparecida URSS, experiencias que le sirvieron de inspiración para una de sus creaciones, "Domicilio en el Báltico".

En 1975, el poeta chileno fijó su residencia en Caracas, ciudad a la que llegó junto a su segunda mujer, Hilda, y su hijo Gonzalo, para impartir clases en la universidad Simón Bolívar, y dos años después compuso su tercer poemario, "Oscuro".

Esta obra consolidó a Rojas en el panorama internacional.

"Transtierro" (1979), "Antología breve" (1980), "50 poemas" (1980), "El alumbrado y otros poemas" (1987), "Antología personal" (1988), "Schizotext and other poems" (1988) y "Materia de testamento" (1988) completaron su obra en aquella época.

Logró regresar a su país en 1979 gracias a una beca Guggenheim, y desde entonces, vive en Chillán, a 400 kilómetros al sur de la capital.

"Desocupado lector" (1990), "Antología de aire" (1991), "Las hermosas. Poesías de amor" (1991, "Zumbido" (1991) y la edición crítica de "La miseria del hombre" (1995) componen la poética de Rojas durante la pasada década.

En 2000 se publicó en España "Metamorfosis de lo mismo", recopilación de textos en poesía y en prosa de Gonzalo Rojas, quien no se plantea la retirada a pesar de sus 85 años.

"Soy un galeote empedernido que aún no suelta los remos", ha subrayado el poeta, que ayer mismo presentó en Madrid su último trabajo titulado "La Reniñez".

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