Señala el primer ministro iraquí que las elecciones sí se llevarán a cabo.
EL PAÍS
WASHINGTON, D.C.- “Gracias, América”. El primer ministro iraquí, Iyad Allawi, puso ayer en pie con estas palabras al Congreso estadounidense, el mismo que hace dos años votó casi por unanimidad ir a la guerra y en el que ahora, en plena campaña electoral y con el panorama que hay en Irak, cunden las dudas. De ahí la satisfacción con la que sobre todo los republicanos -que dominan las dos Cámaras- oyeron decir al primer ministro que su país está saliendo adelante, que la invasión valió la pena y que habrá elecciones en enero. El mensaje no podía serle más útil al presidente Bush.
George W. Bush celebró “el valor y el liderazgo” del primer ministro y le prometió la ayuda de EU. “La única opción es la victoria”, repitió Bush, que dedicó buena parte de sus palabras a contestar las fuertes críticas que desde hace dos semanas le dirige el demócrata John Kerry. “Mi mensaje a los iraquíes, a los terroristas, a las tropas y a los aliados es el mismo: completaremos nuestra misión”, aseguró, para añadir que “no hay que cambiar de posiciones cuando las cosas se ponen mal ni desmoralizar a aliados y a tropas (…) Cuando los terroristas decapitan a rehenes, quieren que eso llegue a las pantallas de televisión para desanimarnos, porque no pueden derrotarnos militarmente”.
En la comparecencia con Allawi en los jardines de la Casa Blanca, Bush no se distrajo de su objetivo, que es el de contrarrestar la ofensiva de Kerry: “No podemos animar al enemigo ni desmoralizar a las tropas con señales equívocas”, dijo, rentabilizando la situación en beneficio propio: “Los terroristas tratan de disuadir a los miembros de la Coalición, son las tácticas de esos asesinos. Y cuando España retiró sus tropas, eso animó a los terroristas. Por eso no hay que enviar señales equívocas”, insistió.
A pesar de las duras preguntas de los periodistas, Bush no se apartó del mensaje de campaña: “Vamos a seguir en Irak para que los iraquíes sean libres y porque es el frente central en la guerra contra el terrorismo. Por eso tenemos que ganar”. Además, aseguró, “si dejamos de luchar contra los terroristas en Irak, serían libres para preparar y realizar atentados contra EU y otros países”.
El mejor aliado de Bush fue ayer Allawi: “Nosotros, vosotros y todo el mundo estamos hoy mejor sin Saddam Hussein”, dijo ante el Congreso: “Vuestra decisión de ir a Irak no fue fácil, pero fue correcta (…) Sabemos que los norteamericanos han hecho y hacen enormes sacrificios para liberar Irak. He venido para dar las gracias y deciros que esos sacrificios no son en vano”, afirmó entre aplausos, que interrumpieron el discurso en numerosas ocasiones hasta el final, cuando dijo: “Por primera vez en la historia, los iraquíes pueden controlar su propio destino”.
La visita de Allawi coincide con el recrudecimiento de la violencia y los atentados en Irak y con la ansiedad y el miedo causados por los asesinatos de rehenes. El primer ministro reconoció que “hay peligros, hay problemas, nos enfrentamos a terroristas internacionales, pero nadie nos va a disuadir” y aseguró a los congresistas que los problemas no son tantos como dice la prensa internacional, “que no recoge todos los avances que se hacen a diario”; la insurgencia y el terrorismo “no triunfarán”, “los valores de la libertad y la democracia están echando raíces” y hoy mismo podría haber elecciones “en 15 de las 18 provincias”. En enero “las habrá en todo el país”. Podrán no ser perfectas, añadió, “pero serán libres e imparciales y supondrán un paso de gigante hacia la normalización de Irak”.
Allawi, primer ministro, después de un exilio de 30 años, gracias al respaldo de EU, sonrió con frecuencia, agradecido por las muestras de apoyo y no se apartó de la línea de Bush. Aunque se declaró “un realista”, dio una imagen de su país que se corresponde mal con el pesimismo que se desprende de la última Valoración Nacional de Inteligencia sobre Irak. Bush dijo que esa Valoración hablaba “de posibilidades, no de la realidad que nos ha contado Allawi (…) Es ridículo decir que no estamos más seguros con Saddam Hussein en la cárcel”.
Además, Bush y Allawi pidieron el apoyo de la comunidad internacional para que las elecciones permitan el establecimiento de un Gobierno que pueda estabilizar el país.
“Todos los países se juegan mucho” en la democratización y estabilización de Irak, que comienza por la celebración de las elecciones previstas para enero próximo, afirmó Bush.
Bush, en un tono claramente electoralista, insistió en que “si dejamos de combatir a los terroristas en Irak, tendrían la libertad de planificar atentados en otros lugares, en Estados Unidos y otros países libres”.
APOYO A ELECCIONES
El gran ayatolá Alí al Sistani, máxima autoridad religiosa de los shiies de Irak, amenaza con retirar su apoyo al proceso político si se posponen las elecciones de enero y si no se efectúan cambios en el sistema electoral que, a su juicio, beneficia a los partidos políticos llegados desde el exilio y que cuentan con el apoyo de EU. Se refiere en concreto el primer ministro Iyad Allawi.
Hamid Jaffaf, uno de los portavoces del ayatolá -que vive recluido en su casa de Nayaf y no concede entrevistas ni suele aparecer en público-, aseguró que se habían puesto en contacto con el anterior enviado especial de la ONU a Irak, el argelino Lakhdar Brahimi (quien negoció el apoyo de Sistani al calendario electoral), para expresarle su disgusto y preocupación. Jaffal dijo que si se aplazan los comicios o no se realizan los cambios para garantizar su equidad y legitimidad, Sistani declararía las ilegítimas las elecciones.
Sistani demanda cambios de fondo en el sistema electoral para que se incremente la representación de los shiies en la Asamblea Nacional (60 por ciento de la población) que saldrá elegida en enero y que entre sus funciones tendrá una esencial, redactar la Constitución.
Sistani rechaza la lista cerrada. A su entender permite a los seis partidos que colaboran con Washington formar una Coalición y presentarse unidos y copar la futura Asamblea del mismo modo que dominaron la formación de la Conferencia Nacional en agosto entre una escandalera y denuncias de apaño formuladas por los líderes suníes y los shiies radicales de Muqtada al Sadr. Al jefe religioso tampoco le gusta la circunscripción única, porque da un peso excesivo, en su opinión, a los dos partidos kurdos.
Sistani, de la escuela quietista, contraria a inmiscuirse en política, resolvió mediante la negociación la crisis de agosto en Nayaf, no con el acuerdo del primer ministro Iyad Allawi, como éste declaró ayer ante el Congreso de EU, sino en contra de su opinión y la de los mandos norteamericanos (favorables a aplastar de una vez a Muqtada). La mediación de Sistani, que se hallaba en Londres, fue sugerida y organizada por el Reino Unido.
El ayatolá se ha cuidado de seguir la senda de confrontación de Al Sadr y emitir edictos religiosos contra la ocupación. Conocedor de la turbulenta historia del país, pese ser oriundo de Irán, Sistani sabe que el levantamiento shii de 1920 tuvo un alto precio político, además de costar miles de vidas: les dejó fuera del poder durante 84 años.