Esta semana los organismos encargados de suministrar, administrar y sanear el agua potable de Torreón y Gómez Palacio fueron noticia: Simas Torreón tratándose de pasar de ingenuos entregando números de su nómina netos y el Sideapa de Gómez Palacio, en boca de su encargado Adelmo Ruvalcaba al rechazar y hostigar a una reportera de El Siglo de Torreón por reproducir los pensamientos y opiniones de una colonia humilde de aquella ciudad, donde reciben el agua sucia, a veces con lombrices y aceite.
Y es que no cabe duda que ambos capitanes de estas empresas públicas dejaron mucho qué desear en sus reacciones ante señalamientos realizados por esta Casa Editora en su diario quehacer periodístico.
En los primeros días del año, El Siglo de Torreón solicitó formalmente a Simas Torreón información acerca de sus nóminas. Casi un mes después la información fue entregada con algunos “detalles” en la que aparecían los salarios netos de cada trabajador. La pregunta que surge sería: si a una empresa se le pregunta cuánto paga de nómina, ¿responde lo que le cuesta a la empresa o lo que entrega neto?
Porque seguro que Alatorre sabe que lo que la ciudadanía quiere saber es cuánto gasta Simas en los salarios de sus empleados, no cuánto perciben neto, o dicho de otra manera: cuánto dinero público se destina al pago de salarios. Pero parece que ellos no entendieron el cuestionamiento: o son o se hacen, después salen a los medios de comunicación a descalificar el trabajo periodístico de la reportera, señalando incluso que a veces es objetiva y a veces no.
Singular pues, es el comportamiento del señor de las aguas del PAN, el particular estilo que los caracteriza: nosotros estamos bien, ustedes (El Siglo de Torreón por lo menos) y el PRI son unos vendidos y son la causa de todos los problemas del mundo. Ellos nunca se equivocan, tan sólo surge un problema y recurren al mismo argumento. Por un lado la Administración de Anaya responde con trabajo y orden en las finanzas, pero luego eso se convierte en el ladrillo donde funcionarios como Alatorre se marean fácilmente.
En Gómez Palacio el asunto fue más singular. El señor Ruvalcaba se escuda en el nivel de aceptación que goza su Jefa, para pensar que su trabajo es intachable. Habrá que recordarle que él cobra del erario público, por lo que su labor por supuesto debe ser sometida al escrutinio popular, pero Ruvalcaba opta por la descalificación a la reportera, acusándola de sembrar las lombrices y amenazarla con demandarla. Tal vez el León piensa que todos son de su condición, por ello la reportera anduvo pescando lombrices para hacer su nota.
En fin que esta semana tuvimos nota de los encargados del agua y las reacciones sirven para evidenciar los estilos de administrar de las ciudades vecinas y ribereñas del Nazas. En Torreón los puristas salen a acusar de parcialidad y renovar que las presuntas irregularidades en su mundo son señalamientos sin sustento del PRI y sus comparsas. Y en Gómez así de fácil, si me señalas ya te arrepentirás. Cuando Jalisco pierde, arrebata.