EL PAÍS
Jerusalén.-Un joven agente de la policía palestina se inmoló ayer en el interior de un autobús urbano que pasaba junto a la residencia del primer ministro en Jerusalén, causando la muerte a diez civiles israelíes y heridas de diverso grado a medio centenar de personas. Este nuevo atentado suicida fue reivindicado por las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, que lo justificaron como venganza por la operación militar del día anterior, en que murieron nueve palestinos. En señal de protesta, el Gobierno hebreo desconvocó la reunión que iba a mantener con la Autoridad Palestina y reivindicó la necesidad de acelerar la construcción del polémico muro de separación.
El terrorismo suicida palestino alcanzó el paroxismo de la contradicción, cuando a sus 24 años un agente de sus fuerzas de seguridad -supuestamente formado para la defensa de la ley y el orden- se convirtió en el último kamikaze, dentro de una letal serie que ha causado casi 200 muertos en Jerusalén. La gran potencia del artefacto hizo que, a pesar de que estuviera sentado en la parte posterior del vehículo, la deflagración segara las vidas de diez israelíes y dejara heridos a otros 50, 12 de ellos de gravedad. “No disponíamos de alerta alguna y por lo tanto no pudimos evitarlo”, dijo a pocos metros del desvencijado autobús el jefe de la policía, Micky Levy, quien aseguró que sus efectivos lograron interceptar a otros tres suicidas durante las semanas previas.
El escenario del crimen no pareció casual. La calle “Gaza” sube hasta la residencia del primer ministro, a pocos metros de cuya puerta de entrada tuvo lugar el atentado. No lejos de allí ya se había registrado otro en la primavera del 2002, cuando 13 israelíes fallecieron y decenas resultaron heridos dentro del popular café “Moment”. En esta ocasión, el suicida se las apañó para subirse al comienzo de la línea, en el hospital Hadassah, y aguardó para detonar los explosivos hasta llegar hasta la residencia oficial de Ariel Sharon, que se encontraba en su rancho del Néguev.
Tras lo ocurrido, un portavoz de Sharon, Ra´nán Guisín, reclamó el derecho de Israel a actuar en legítima defensa. “El resto del mundo debería limitarse a observar y dejarnos hacer lo que tenemos que hacer para defendernos”, comentó Guisín, criticando la interferencia de terceros y las tradicionales llamadas a la contención. Otro de sus asesores de política exterior, Dore Gold, afirmó que “sólo cuando completemos la construcción de la valla de seguridad podremos prevenir todos los ataques”. Pero el hecho de que el suicida viniera de Belén, uno de los tramos de la barrera de separación de Cisjordania que ya está terminado, llevó al inspector general de la policía, Shlomo Aharonisky, a reconocer que “incluso la Gran Muralla china presentaba algunos agujeros”.
Las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa -la milicia clandestina del movimiento Al Fatah se apresuraron a reivindicar la autoría, que presentaron como represalia por la operación militar del día anterior en la franja de Gaza, en que murieron nueve palestinos (cinco de ellos milicianos de la Yihad Islámica).