De conformidad como se está presentando la indagatoria que hace la PGR sobre el percance que sufrió José Murat Casab, surge la necesidad de puntualizar : a) que el atentado fue resultado de una maquinación atribuible al propio gobernador y su equipo b) que el tiroteo se produjo a consecuencia de una riña entre escoltas del mandatario, cuando la comitiva salía del hotel, después de una parranda que duró toda la noche, c) que el gobernador, a esas horas de la mañana, estaba beodo d) que es falso que hubiera francotiradores e) que los disparos, seis impactos de bala que presentó la unidad que manejaba el ejecutivo estatal, fueron realizados por los guaruras del jefe de gobierno de Oaxaca.
Cabe decir, que la PGR no responde a la pregunta de ¿qué razones tuvieron los escoltas o el propio gobernador para fingir una emboscada?
No obstante, la PGR es contundente al afirmar que no hubo ataque alguno contra el gobernador, asegurando que se alteró el lugar donde ocurrieron los hechos, se ocultaron evidencias y se mintió en cuanto a lo acontecido. Tan es así que ejercitará acción penal por falsedad en declaraciones judiciales en el fuero federal y pedirá que el fuero común lo haga, en ambos casos contra seis personas, por alteración de evidencias, daño en propiedad ajena y obstrucción de la justicia.
El gobernador José Murat, al enterarse de lo anterior, reaccionó manifestando que creará una fiscalía especial para que examine el caso, indicando que la dependencia federal no escudriñó líneas de investigación en contra de cacicazgos, mafia y talamontes, que existen en la entidad. Anunció que presentará denuncia penal contra la PGR y acudirá a foros nacionales e internacionales en solicitud de justicia, lamentando que el gobierno federal lo persiga; quejándose que se desestimó su petición de darle intervención a la policía española y al FBI para que, a través de peritos, participaran en las pesquisas. Acusa, además, a la PGR de responder a consignas del Partido (de) Acción Nacional.
Lo que se sabe es que algo pasó en la madrugada de ese 18 de marzo del año en curso, frente al hotel Victoria en la ciudad de Oaxaca, con la presencia de testigos que no vieron nada del mitote desdiciendo el relato del gobernador. Por otro lado, es lógico lo que alega el mandatario estatal de que si se pretendía armar una mise en scene, es decir una obra teatral, un hecho falso, lo hubieran hecho en un camino lo más alejado de los centros de población. La declaración, que originalmente dio el gobernador, acusa una falta de imaginación para construir una tramoya que, a menos que sean unos tarados los que la urdieron, tiene aspectos inverosímiles de los que ya dimos cuenta en anterior colaboración (El Siglo 23 de marzo, 2004). Tan mala, malísima es la versión, ingenuamente sustentada, francamente preñada de bobería y falta de ilación, que paradójicamente estoy a punto de creer que, aunque no se haya dado el ataque perpetrado por extraños, algo sucedió que en efecto puso en peligro la integridad física del gobernador. Aunque, en honor a la verdad, sigo en las mismas. La crónica indica que el gobernador de Oaxaca, en esa ocasión, no acudió a una reunión de trabajo sino que salía de una alegre francachela. ¿Es al calor de las copas que surgió la idea de fabricar un montaje?