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Alarama a laguneros explosión al Oriente

JORGE RODRÍGUEZ ESTRADA Y CRISTAL BARRIENTOS TORRES

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- Las explosiones que ayer sacudieron el restaurante Los Arrieros, fueron de tal magnitud que las puertas del acceso principal del establecimiento, fueron lanzadas hacia fuera, desprendiéndolas de sus goznes, en tanto que los ventanales se hacían añicos, lanzando una lluvia de vidrios a más de 50 metros del lugar, sobre el bulevar Independencia. Incluso una de las sillas metálicas que se hallaba en el interior, alcanzó el enorme cristal de la agencia de autos Toyota, ubicada frente al restaurant siniestrado, atravesándolo y cayendo encima de un vehículo último modelo.

Heridas cortantes en el cuello del lado derecho así como en antebrazo y mano derechos, sufrió Nicolás, quien fue sorprendido por las explosiones cuando cerraba la portezuela de su auto, cuyos cristales de las ventanillas y parabrisas quedaron destrozados.

Adentro, Rafael Venegas Díaz, quien se hallaba en la planta baja, vio cuando su empleado y el de la compañía de gas, rodaban escaleras abajo recibiendo una honda impresión, al ignorar lo que estaba sucediendo.

Seguido del estruendo de los estallidos, se escuchó el de cristales quebrados, así como el chirrido de las llantas de un auto que fue a impactar su parte frontal con la trasera de otro, cuando el chofer, por instinto, se agachó, descuidando la conducción de la unidad.

Tras la explosión no se hicieron esperar los gritos de sorpresa y angustia así como el llanto de las trabajadoras de Los Arrieros, entre las que se encontraba Irene Martínez, quien resultó con diversas lesiones en rostro, tórax y brazos, al recibir de frente la lluvia de vidrios rotos que le cayeron encima. Otra mujer de la que se desconocen sus datos, también resultó con heridas diversas.

Entonces empezó el fuego en el segundo nivel del edificio, por lo que de inmediato se solicitó el auxilio de los bomberos, recibiendo éstos el llamado de auxilio, apenas ocho minutos después de que se registraran las detonaciones.

El auxilio

A la una de la tarde en punto, el cuartel de Bomberos Colón recibió el reporte de explosión e incendio, acudiendo de inmediato hasta el punto donde se ubicaba, siendo apoyados por elementos de las subestaciones Oriente y Sur. El tiempo de respuesta se estimó en ocho minutos.

Para entonces el director de la Unidad Municipal de Protección Civil, Enrique Agüero Pámanes, ya había llegado al lugar del incidente para coordinar las acciones de los cuerpos de seguridad y rescate que se dieron cita.

Varias unidades de la Dirección de Seguridad Pública Municipal acordonaron el área, en tanto elementos de Tránsito y Vialidad, se encargaban de regular y controlar el tráfico que a esas horas se incrementa por el bulevar Independencia, desviando la circulación hacía calles adyacentes a fin de no entorpecer las labores de los ?tragahumo?.

Al mando del subcomandante Gabriel Ontiveros Ortega, los 15 elementos que llegaron a bordo de las máquinas 02 y 07, así como las cisternas 12 y 19, se abocaron a sofocar el siniestro que prácticamente se había propagado en la parte alta y ya comenzaba a extenderse hacia abajo.

El tráfico vehicular fue desviado desde varias calles a la redonda del sitio del siniestro, al oriente por calle Montevideo y al poniente por la Mónaco.

El director de Protección Civil, informó que el camión pipa de Gas Imperial fue asegurado con el objeto de que se realice un peritaje, además, se dio parte al Ministerio Público para que inicie cuanto antes la investigación y así deslindar responsabilidades.

Llamas causan caos

A la impaciencia se sumó el temor. Los clientes del banco HSBC, llevaban más de una hora esperando a que llegara efectivo a las cajas para retirar dinero de sus cuentas.

Si en el banco hubieran cumplido con lo que suelen ofrecer en la publicidad: atención inmediata, seguramente muchas de las personas que se encontraban en el interior no hubieran sido presas del pánico cuando escucharon la explosión del restaurante Los Arrieros.

-A qué hora llega el dinero ?gritaban algunas amas de casa desesperadas al personal administrativo.

Pero los trabajadores murmuraban entre sí: ?no les vamos a completar el dinero, hay que decirles que vayan a otro banco?... ?Hay que tratar de completarle por lo menos a la señora que está haciendo más escándalo para que se vaya?.

Pero ni la señora que a gritos pedía retirar su dinero en efectivo, ni las más de 25 personas que hacían fila para depositar o realizar cualquier otro trámite, pudieron evitar presenciar la explosión del restaurante.

En unos segundos todo fue confusión: algunos pensaron que el estruendo había sido provocado por un accidente automovilístico. Pocos se percataron que los cristales del banco volaron hechos pedazos.

No era un accidente. La humareda fue la señal: es un incendio. ¿Dónde? Quién Sabe. Comenzaron los gritos. Todos se olvidaron que no había efectivo. Y de la impaciencia también. Las puertas del banco tardaron en abrir, primero una y luego la otra. Así son las políticas de las instituciones bancarias, inconvenientes hasta la desesperación en casos de emergencia.

Por fin. Las puertas abrieron. A correr. Algunos desesperados tomaron sus vehículos. Imposible salir por el acceso del Independencia. Por la explosión los carros que circulaban por el Independencia, perdieron el control.

La opción: la salida trasera del banco. Entonces los conductores se percataron de su error, la puerta estaba cerrada con candado. Nadie de HSBC salió para abrirlas.

Algunos, atemorizados, comenzaron a saltar la barda y se olvidaron de sus vehículos. Otros presos del pánico presionaban el claxon para poder salir del estacionamiento, pero era inútil, nadie abría la puerta.

Alguien se olvidó del miedo y comenzó a patear la puerta del estacionamiento hasta romper la cadena. La salida quedó libre. Ahora todos a presionar el acelerador.

Las sirenas de las ambulancias, de los bomberos y de las patrullas, se escuchaban, pero las unidades no se veían. Era por el tráfico. No podían pasar. Tardaron algunos segundos en abrirse paso entre los vehículos.

El incendio fue controlado en unos minutos. Ni en el estacionamiento ni en el interior del banco, había ya un solo cliente.

¿Y el efectivo? Se olvidaron de él cuando vieron las llamas.

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