EL SIGLO DE TORREÓN
Advierten investigadores sobre la importancia de evitar ingerir bebidas embriagantes durante el embarazo
GÓMEZ PALACIO, DGO.- Estudios recientes en toxicología advierten que no es necesario que las mujeres durante el embarazo tomen hasta la embriaguez para causar malformaciones físicas e incluso, daños mentales en el recién nacido.
Gonzalo García Vargas, investigador por la Facultad de Medicina de la Universidad Juárez del Estado de Durango, (UJED) al referirse a un estudio realizado en los Estados Unidos por especialistas en Teratogénesis —Teratología es la ciencia que estudia las malformaciones congénitas—, dice que ellos encontraron que el consumo de tan sólo 30 gramos de alcohol puro durante el primer trimestre, puede provocar serios problemas in útero al futuro bebé.
Se trata de unas tres copas de brandy, expone García Vargas, luego de explicar que el caso más sensible, fue reportado con eso. “Son las dosis más bajas en las que se ha visto este efecto. Hay gente que puede tomar más y no pasa nada”.
Es que en Toxicología se evalúan los infectos, considerando a la gente más sensible, no a la gente más resistente, porque hay personas que aguantan más. Pues de lo contrario, se estaría desprotegiendo a los menos fuertes, que son la mayoría.
Ese primer trimestre es muy conflictivo, refiere el investigador, porque generalmente es en el primer mes de su período gestacional cuando la mujer se da cuenta que está embarazada. Por eso el alcohol es el principal causante de malformaciones al nacimiento, algunas son físicas, pero otras son a sus capacidades mentales, a su conducta y comportamiento.
El alcohol es el principal factor donde en lugares como el Centro Regional de Rehabilitación Integral (CRRI), se trate a niños con cierto retraso mental, déficit de habilidades de aprendizaje y con problemas en su conducta.
El primer hallazgo
Alrededor de 30 años atrás, se describió el Síndrome Cráneo-Facial por alcohol en el recién nacido. También le llama Síndrome Alcohólico Fetal, que básicamente consiste en una serie de malformaciones con las que nace el niño, explica el investigador de la UJED.
Cuando nace el bebé tiene los ojitos acortados y un poco más separados. La parte media de la cara está plana, el labio superior es muy delgado, la nariz es corta y el mentón sigue la misma línea vertical de la cara y luego se hace pequeño, como si estuviera hacia atrás.
Además de esas alternaciones hay un retardo metal, expresa García Vargas y dice que ése es el síndrome extremo, que fácilmente se reconoce. Fue así como el alcohol fue considerado una droga que produce malformaciones congénitas.
Un nuevo concepto
Antes la Teratogénesis sólo era considerada como la capacidad que tienen algunas sustancias químicas de provocar malformaciones congénitas: Hay alguna anormalidad física en el recién nacido, que va desde las que son relativamente discretas, hasta deformaciones muy serias.
Pero en los últimos diez años, explica García Vargas, ha aparecido el concepto que se conoce como Teratología o Teratogénesis Mental, donde los cambios en la exposición a factores físicos como radiaciones o sustancias químicas, también producen cambios en la conducta y en las habilidades mentales.
Y así fue como surgió un estudio que se hizo en la Universidad de Washington, donde a través de un seguimiento -durante 25 días- de los productos de varias mujeres que habían consumido alcohol, se descubrió, primero, que ellas no tomaron hasta la embriaguez.
Se detectó, explica el investigador, que no siempre las deformaciones eran tan extremas y que inclusive, aunque algunos nacieron bien, el coeficiente intelectual, las habilidades aritméticas y la capacidad de conducta adaptativa de estos niños, habían disminuido.
Cualquiera que sea la dosis que la mujer tome durante el embarazo, no le causará gran problema porque se trata de un ser que pesa entre 50 ó 60 kilos y la puede manejar su organismo. Sin embargo, esa misma concentración de alcohol para un feto o embrión que pesa gramos, puede ser exageradamente tóxica para el producto.
De una u otra forma, señala García Vargas, es un individuo. Y sus pequeños órganos y cerebro, tienen que soportar esa porción. Y es que la concentración de alcohol en la sangre del feto, es la misma que la de la madre, porque pasa libremente por la placenta.
Anomalías mentales
El coeficiente intelectual normal anda entre 80 a 120 con un promedio de 100. La investigación en niños cuyas madres consumieron alcohol mostrada en gráficos, informa que el intelecto de estos pequeños bajó en alrededor de 20. El límite para el retardo mental es de 70 y se encontró que todos tenían entre 50 y 60.
Esos son los efectos al hacerlo en forma poblacional, informa el investigador de la UJED. “La curva se corre hacia la izquierda en los niños que venían de mujeres que habían consumido alcohol durante su embarazo respecto a lo normal, a lo que tiene toda la población”.
Con respecto a las habilidades de aprendizaje aritmético, se nota que la curva se desplaza todavía más hacia la izquierda y ahí casi el 40 por ciento de los niños estuvo por debajo de 60. “Deja claro que el alcohol produjo alteraciones en sus habilidades de aprendizaje”.
Una prueba de conducta adaptativa en edad escolar, refleja que casi el 60 por ciento de los niños estuvo debajo de una calificación que se considera ya anormal, explica García Vargas. La mayor parte de los niños tuvo poca capacidad para adaptarse al medio social, con tendencia hacia respuestas generalmente violentas y con predisposición a una adicción.
Esto tiene un impacto grave sobre la dinámica familiar, expresa, porque se empiezan a ciclar las conductas. Si esta problemática viene de una familia donde la mujer toma y seguramente el padre también, quizá el niño va tener problemas de un menor coeficiente intelectual.
Aunque los hijos de las madres que tomaron en los tres meses de gestación, pudieran salir físicamente bien, es seguro que tendrán problemas para aprender algunas habilidades complejas como lo es la aritmética, refiere el investigador.
“Además tendrán problemas para adaptarse en su conducta y es muy probable que con esas situacio-nes, ese muchacho no vaya tener las mismas oportunidades de éxito laboral y social que otros niños”.
Eso aumenta su capacidad de frustración y su menor productividad económica, añade García Vargas para luego comentar que se trata de alguien que no va poder desempeñar correctamente un trabajo, que será atraído por actividades en donde va ser bien recibido. Sobre todo las de tipo criminal, donde esa inadaptación social, puede incluso ser útil para alguien que necesita gentes violentas.
“Pero sobre todo esta persona ante tanta frustración, es muy probable que también empiece a tomar alcohol y si es mujer, probablemente va tomar alcohol durante sus embarazos”, comenta.
Enfoque social-económico
Estos seres empiezan a ciclarse y desde el punto de vista sociológico, encaran algunos problemas de tipo de salud y de tipo económico, dice García Vargas, quien explica que estas situaciones se pueden analizar desde el punto de vista de la economía. “De decir cuánto cuesta el que esas personas no produzcan y que se dediquen hacer actividades en contra del desarrollo social”.
Es una situación que los norteamericanos sí cuantifican. Una persona de este tipo llega a costar al Estado alrededor de 12 mil hasta 90 mil dólares por año. “Este último escenario en el contexto norteamericano, se refiere a gente que está en una prisión y que no va producir y que el Gobierno lo tiene que mantener”.
La escena de los 12 mil dólares, es de aquél que no es productivo y que vive de la caridad pública. “Claro que estos análisis económicos son según el escenario norteamericano, pero son situaciones que habría que enfocarlas desde el punto de vista de la economía mexicana”.
Aunque quizá los costos no son semejantes en este país, ya que el Gobierno Mexicano no interviene tanto, estos problemas sí perturban la economía, ya que estas personas van a ser carga para su familia y de alguna manera, para la sociedad.
Qué hacer
En estos momentos la Toxicología está pensando en la calidad y en las expectativas de vida de las generaciones por venir. Advierte en primer lugar, que la mujer debe estar consciente que cuando busca el embarazo, debe cuidarse del alcohol. Eso sería lo más previsible.
García Vargas dice que la segunda propuesta es que si ya sabe que está embarazada, debe abandonar completamente las bebidas embriagantes, “porque una sola probadita puede ser altamente dañina para el producto”.
Debe quedar claro, comenta el investigador, que el primer trimestre el embrión pesa de un gramo a doce gramos. “Es una cosita. Y su sangre trae la misma concentración de alcohol que en la madre, pero se trata de un organismo muy pequeño, ésa es la diferencia”.
Si la mujer se toma cinco copas y se marea, el alcohol ya le llegó a su cerebro. Aunque se trata de un cerebro que pesa un kilo 200 gramos a uno de menos de un gramo, subraya García Vargas.
“Aquí la idea es proteger a los niños, pues son las futuras generaciones y entender que el cuidado empieza desde la vida in útero. El alcohol causa deformaciones no sólo físicas, también mentales, eso es evidente”.
Las complicaciones
La exposición a drogas y medicamentos de cualquier clase durante los primeros tres meses de la gestación, sí tiene cierta influencia sobre lo que son las malformaciones a diversos niveles del ser humano, porque en ese período de la gestación se considera lo que se llama los organogénesis, que es la etapa más importante de la formación del producto, según José Manuel Riverol Duarte.
El director del Centro de Salud ubicado en el mercado de Abastos agrega que la adicción a las drogas como el alcohol en madres embarazadas, repercute básicamente en el desarrollo del feto.
“Porque la intoxicación tiene una afección directa sobre la circulación feto-placentaria, que comprome-te la circulación y provoca una exposición a falta de riego sanguíneo y falta de oxigenación en el feto, que nos da una baja en el desarrollo”.
Después de los tres meses se presenta el desarrollo de la criatura, expone el director, quien señala que ya la formación de los órganos está dada. “Es en esta etapa del embarazo cuando la exposición a tóxicos y otros agentes infecciosos, afecta el desarrollo del producto”.
Expone que en los primeros 20 días, si se tuvo algún contacto con cualquier tipo de sustancias químicas o bebidas etílicas, se puede tener problemas en el desarrollo cardíaco o arterial, porque en este período de la gestación, se presenta el desarrollo del corazón o los primordios –esbozos- del aparato circulatorio.
No sólo el alcohol puede perjudicar, comenta Riverol Duarte, también la exposición a cualquier tipo de medicamentos. Muchos de ellos provocan alteraciones en los códigos genéticos, cuyas manifestaciones quizá no se presenten en el primer momento, pero en un futuro sí.
Los tóxicos habituales o más frecuentes de la vida rutinaria, como el alcohol y el tabaco, repercuten en el desarrollo del feto. Mamás fumadoras y alcohólicas, tienen mucha incidencia de bebés de bajo peso al nacer.
El parto en situaciones normales de por sí es difícil porque está comprometida la circulación, explica Riverol Duarte. En un trabajo de parto, hay una contracción del útero que provoca una disminución en el riesgo sanguíneo en el feto. “Entonces, en los alumbramientos esos bebés tienen sufrimientos fetales crónicos que repercuten en un bajo peso al nacer, están desnutridos in útero”.
Esta situación puede englobar un problema de retardo en el crecimiento intrauterino y de recupera-ción ya en la vida extrauterina, manifiesta Riverol Duarte, quien aclara que los hijos de padres alcohólicos no desarrollan una dependencia fisiológica, pero sí pueden heredar el hábito.
Sin embargo, la intoxicación alcohólica en la mujer embarazada está perjudicando al bebé. “Está exponiendo al hígado, al riñón y al sistema nervioso a las toxinas, ya que el alcohol es una de las sustancias que menos barreras tiene para traspasar las membranas”.