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Alerta Naranja

Luis F. Salazar Woolfolk

La críticas de algunos diputados de oposición al Gobierno Federal, respecto a la colaboración de las autoridades mexicanas en los trámites de admisión migratoria a los Estados Unidos, ofrecen un nuevo tema de discordia entre los poderes públicos.

El estado de alerta que enfrenta Norteamérica en la lucha contra el terrorismo internacional, ha endurecido los procedimientos hasta el punto de fotografiar, interrogar y tomar huellas digitales a quienes pretenden ingresar a territorio estadounidense. Bajo tales circunstancias, ambos gobiernos han generado un sistema de cooperación, que incluye agentes norteamericanos del FBI en la vigilancia de nuestros vuelos nacionales que tienen como destino los Estados Unidos.

Lo anterior ha dado mérito para que diputados federales de los Partidos Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática, sostengan que los operativos mencionados constituyen una violación a la soberanía de nuestro país, lo que es absurdo.

La soberanía es un atributo esencial del poder político en el estado moderno y se define como la autoridad del estado que no reconoce ningún poder igual a su interior y en el plano internacional no reconoce ningún poder superior.

Con base en ese atributo, las sociedades se organizan mediante instituciones que se plasman en constituciones y leyes secundarias, cuyo contenido se orienta y concreta de acuerdo a la idiosincrasia de cada pueblo. Conforme a tales instituciones, los estados se relacionan entre si mediante tratados internacionales.

El concepto de Soberanía no está reñido con la participación de México en los organismos internacionales ni con los sistemas de cooperación que emanan de los acuerdos establecidos entre los gobiernos de los diversos países.

A esa luz, la intervención de agentes norteamericanos en la vigilancia de las aeronaves mexicanas está justificada. Si los blancos de la internacional terrorista se encuentran en los Estados Unidos, las autoridades de ese país son las idóneas para aportar elementos de información y la logística para enfrentar eventuales ataques en aras tanto de su propia seguridad, como la de México y de todo país cuyo territorio sea base potencial de origen de la amenaza respectiva.

En resumen, la cooperación mundial en este rubro y en cualquiera otro, lejos de vulnerar la soberanía de los países la fortalece. La misma definición de soberanía implica el reconocimiento de otros estados en la comunidad internacional, cuyo respeto no se limita a una actitud pasiva o indiferente, sino que demanda la realización de actos positivos tendientes a la solución de conflictos y a la atención de problemas comunes.

Por eso existe un derecho internacional y para ello existen organismos internacionales a los que concurren los diversos estados del planeta, a ejercer su soberanía en foros de alcance e influencia mundial.

Este ejercicio implica celebrar acuerdos bilaterales o multilaterales, que generan acciones concretas en las que cada una de las partes aporta y recibe algo, que se traduce en un beneficio o una carga para la otra. Lo anterior no mengua la soberanía y por ello, México vota en contra de la intervención armada de los Estados Unidos en Irak al tiempo que colabora en la guerra defensiva al interior del territorio americano, sin que ello implique ninguna contradicción.

La actitud de los diputados priistas y perredistas radicales, que aducen que la cooperación en la lucha contra el terrorismo vulnera la Soberanía Nacional, lo hacen obsesionados en atizar la discordia social y generar desgaste en el actual Gobierno, en cuyo fracaso tiene puestas sus esperanzas de regeneración el viejo sistema de Partido de Estado.

La postura deviene irracional, en la medida en que los Diputados referidos proponen una “Ley espejo” que imponga iguales medidas a los ciudadanos norteamericanos que ingresen a México, sean o no necesarias para efectos de seguridad. Increíble pero cierto.

Frente a las molestias que a los viajeros impongan las medidas de seguridad que son objeto de comentario, resulta obligado evocar las escenas del 11 de septiembre de 2001 con vista al colapso de las Torres Gemelas y la consiguiente pérdida de vidas humanas. Tal y como se dijo en aquel entonces hasta la saciedad: el mundo ya no será el mismo.

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