POR CUAUHTÉMOC TORRES ALVARADO
y Guillermo Vacio
EL SIGLO DE TORREÓN
MATAMOROS, COAH.- El Ejército Nacional implementó el Plan DNIII-E y la gente se alarmó. Cientos de personas estaban dormidas. Eran las 6:30 de la mañana. Por el sonido local se dio el aviso del desbordamiento del río Aguanaval. Hombres y mujeres de todas las edades salieron con un temor parecido al del año pasado.
Los habitantes estaban preocupados. Gente de los ejidos Congregación Hidalgo y Redención Agraria, temían no sólo por sus vidas, sino por sus casas y pertenencias. Desconcertados miraban las corrientes que uno de los canales presentaba.
Eran las once de la mañana. La entrada hacia esas comunidades rurales parecía resguardada. En la pequeña carretera que comunica al ejido El Refugio no se podía transitar de manera adecuada. La gente obstruía el paso a los camiones que llevarían la tierra y piedras al lugar donde se originó el problema.
La gente sólo esperaba una indicación. Ésta sólo llegó para las personas de la tercera edad. El alcalde, Felipe Medina Cervantes, tomó su celular y dio la orden de evacuar a los ancianos. Fueron enviados a los lugares que son habilitados como albergues ante contingencias como la actual.
Sin embargo, los recuerdos no son gratos. En las mentes de las personas aún está presente el desbordamiento del Aguanaval hace cuatro años. Sus miradas perdidas y sus voces quebradas sientan todavía el dolor que cientos de familias vivieron.
“No queremos que nos pase como hace cuatro años: supieron del cauce del río y vinieron pero no evacuaron. Aquella vez todas nuestras casas se vinieron abajo. Tuvimos que reconstruir. Pero eso es muy difícil. No han dicho nada y nosotros debemos saber para sacar nuestras cosas”, dice Rosa María González Valdez.
El sonido de los sapos volvió aparecer. El miedo de la gente les hacía compañía. Cuando los camiones llegaron con la tierra y los bultos, empezó el trabajo duro. Amas de casa, niños, adolescentes y hasta ancianos, ayudaban a llenar los sacos.
A las orillas del canal colocaron los bultos. El nivel del agua predecía una catástrofe. Sin embargo, las autoridades mantuvieron la calma. Alrededor de las tres y media de la mañana de ayer, el cauce del Aguanaval era de 146 metros cúbicos por segundo, según informes de la Comisión Nacional del Agua (CNA).
A las 8:00 horas los reportes de la CNA indicaban una disminución de los escurrimientos. En la Flor de Jimulco el gasto aforado era de 38 metros cúbicos por segundo, mientras que en el puente del ejido El Dólar era de 32.
El punto exacto donde el bordo de protección colapsó fue en el tramo del camino que hay entre La Flor de Mayo y Redención Agraria. Una tuzera fue la que causó el desbordamiento del Aguanaval. A los alrededores, pocos fueron los productores que pudieron salvar sus cosechas.
Hasta las 16:00 horas la situación no había sido controlada, pero las autoridades confiaban en que ésta dejaría de ser riesgosa en unas horas más. La evacuación nunca llegó. El pronóstico de la CNA es alentador para los pobladores: un tiempo caluroso y despejado a medio nublado con lluvias ligeras, dispersas en la cuenca alta del Aguanaval.
Fue hasta cerca de las 18:00 horas que personal de la CNA apoyados con maquinaria pesada lograron reparar el bordo para continuar posteriormente con la compactación del terreno afectado, además de que se dispuso por parte de la dependencia una vigilancia permanente sobre las áreas que pudieran presentar problemas en caso de un nuevo escurrimiento.
Los reportes de las estaciones hidrometeorológicas a las seis de la tarde indicaban que en La Flor se tenía un escurrimiento de 64 metros cúbicos por segundo y en San Francisco 27 metros cúbicos por segundo, lo que indicaba una tendencia a la baja en los escurrimientos.
En su reporte de las 21:00 horas, la estación de monitoreo de la CNA reportaba en La Flor una escala de 0.54 con un gasto de 48 metros cúbicos por segundo y en San Francisco una escala de 1.50 con un gasto aproximado de 32 metros cúbicos.
