Un hecho trascendente en mi vida fue lo acontecido hoy hace treinta años, coincidente en fecha y día, cuando, apadrinado por mis dilectos amigos Luis Amarante y Mario Villarreal, ingresé como socio activo al Club Sembradores de Amistad de Torreón, A.C.; acto que puso ante mí el campo propicio para el desarrollo de mis inquietudes de amistad y servicio. Pude brindarme como amigo y servir a esta institución para el cumplimiento de sus objetivos.
En estos años transcurridos se me ha dado el honor de ser siete veces secretario del Consejo Directivo, designado por los presidentes en turno, a saber: Alejandro Pérez, Mario Villarreal, César Mauricio Villalobos, Jesús Raúl Villarreal, Eduardo Arturo Villalobos, Francisco Javier Iriarte y Edilberto Zúñiga, de quienes recibí el influjo de su forma de ser y actuar.
Cuando el diez de junio en mil novecientos setenta y cuatro ingresé al club, como presidente del Consejo Directivo fungía Antonio Yarza, quien tuvo el acierto de promover la creación del comité de becas, instrumento de servicio social que beneficia a estudiantes que cursan carreras tecnológica o universitaria, comité del que durante catorce años fui su secretario ejecutivo, permitiéndome dicho cargo satisfacer mis expectativas de servicio: a la vez que atendía en forma personal a cada uno de los becados, el trato con ellos me fue aleccionador y ejemplificante, porque me hicieron partícipe de sus inquietudes y de sus anhelos de superación. Fue un renuevo de esperanza.
Vocalías, secretariados y presidencia, mediaron para adquirir conocimientos plenos de todo cuanto al club atañe y así poder hacer presencia de él en la comunidad lagunera, por conducto de la columna Amigo Sembrador, que desde hace doce años se publica en El Siglo de Torreón, gracias a los auspicios de doña Beatriz Ruiz de González y a la iniciativa de Saúl Gómez, presidente del club cuando esta columna se creó.
Por todo ello debo gratitud a todos mis amigos sembradores, por su amistad y por el afecto que me han brindado a lo largo de los treinta años de mi estancia en el club.
Rumbo al sur se fue un autobús, un autobús, cargado de... matrimonios de amigos sembradores, con destino a la ciudad de San Miguel de Allende, para recorrer la ruta que, adalid y pueblo, siguieron en la gesta heroica de la Independencia.
Si la memoria me fuera fiel y pudiera repetir palabra a palabra lo dicho por Meme González ahora que los viajeros sembradores están ya de regreso, pondría en relieve la capacidad organizativa de sus promotores Sergio Berlanga Espinosa, Jorge Pérez Rodríguez y Luis Felipe Rodríguez Hanzik, que con minuciosidad cuidaron todos los detalles para que la gira resultara exitosa. Todo salió a pedir de boca, desde el trayecto de Torreón a San Miguel de Allende, la estancia en La Aldea, la emocionante visita a Dolores, Hidalgo, culminando con la exquisita cena que les ofreció en su hermoso rancho, muy cerca de Celaya, don Luis Nieto. ¡Ah! y no se diga de la actuación artística de Toño Fernández y del futuro presidente de nuestro club, Rodolfo Castro.