Ese hombre fue militar durante veintiséis años en el ejército federal ?de soldado raso a capitán primero de caballería- en la época de la dictadura, por eso sus ojos se humedecían cuando en los desfiles escuchaba a toque de cornetas la Marcha Dragona. Un mundo de recuerdos venía a su mente.
Ya adulto, a los cuarenta años de su edad, las luces de las letras llegaron a su conocimiento, convirtiéndose en lector compulsivo, principalmente de autores mexicanos. La lectura y su memoria prodigiosa lo transformaron en un conocedor de la semántica y de historia. Era una enciclopedia viviente.
A la edad de cuarenta y ocho años contrajo matrimonio con una señorita de la sociedad regiomontana con la que procreó cuatro hijos. Fue esposo amante y padre cariñoso.
Estalló entonces la lucha armada para derrocar a aquél que, siendo héroe de la patria, se convirtió en dictador. Esa convulsión trajo cambios trascendentales para la vida del país, pero también trajo penas y desgracia para mucha gente, como a ese hombre que dejó trunca su carrera militar.
Fueron muchos años de lucha para que él y su esposa sacaran adelante a sus cuatro hijos, haciendo de ellos hombres y mujeres de bien, prodigándoles su amor hasta el fin de su vida. A tantos años de distancia la imagen de aquel padre permanece viva en la mente y en el corazón de sus hijos.
Y precisamente para demostrar cariño y agradecimiento a los padres, el Club Sembradores de Torreón los festejó el jueves 17 del actual en Las Villas, siendo anfitriones Jorge Pérez, Ramón García, Florentino Martínez y Jesús Raúl Villarreal, asistidos con primor por sus esposas Silvia, Gabriela, Rosa María y Alicia.
Bajo las frondas de los nogales, rodeados de céspedes floridos y con las notas musicales de un cuarteto, los que asistimos disfrutamos de un delicioso buffet árabe. Los anfitriones pasaron apuros, pues esperaban setenta y llegamos noventa comensales. Eso es lo que se llama problema de éxito.
Por lo noble de su contexto te transcribo el segundo párrafo de una carta de don Germán González Navarro, en la que nos informa haber sido designado portador de la Antorcha Olímpica en uno de los tramos de su recorrido por la Ciudad de México, dice: ?Al recibirla haré una invocación al Espíritu Santo, pidiéndole que reine en nuestros corazones. Por las necesidades más imperiosas. Por la mujer a la que considero el máximo milagro. Igualmente tendré muy presente a todos los sembradores de amistad, a quienes por su estimable conducto le ruego hacerles llegar mi intención?. Petición que con gusto satisfago. Nobleza obliga.
De nuestro ideario: ?El Sembrador cree y apoya incondicionalmente a la familia como centro único de amor y comprensión humana y factor respetable y respetuoso de la paternidad y maternidad creadora?.
