“Si ganar no lo es todo, ¿entonces por qué registran el resultado?” Vince Lombardi
Hacía mucho tiempo que el país no vivía un minuto como el de ayer. Ni siquiera los juegos de la selección olímpica de futbol habían generado tanta atención. El país parecía haber apostado todo a los alados pies de una sonorense que buscaba dar un toque de dignidad a México en estos desastrosos Juegos Olímpicos.
Ana Gabriela Guevara, de 27 años de edad, no consiguió la medalla de oro con la que muchos soñaron después de que el año pasado se convirtió en campeona del mundo en los 400 metros planos. Cayó derrotada, finalmente, por la bahameña Tonique Williams, de 28 años, que ha dominado la distancia este año y que dos veces con anterioridad la había derrotado.
Pero la carrera no decepcionó a los mexicanos. Ana Gabriela peleó palmo a palmo. Llegó a estar adelante, pero no tuvo la resistencia para aguantar el paso de la de Bahamas en los últimos metros. Al final registró un tiempo de 49.56 segundos, muy bueno quizá, pero lejos de su mejor marca personal de 48.89 segundos de 2003. Muy distante sigue estando para todas las competidoras actuales, a propósito, el legendario récord mundial de la germanooriental Marita Koch, de 47.60 segundos, obtenido en la Copa del Mundo de 1985 en Canberra, Australia. Si bien la medalla de plata dejó satisfechos a millones de mexicanos —y el propio presidente Vicente Fox se apresuró a llamar a Ana Gabriela para felicitarla— existe el riesgo de que esta sola carrera haga que los mexicanos olvidemos el desastre de estos Olímpicos.
La verdad es que México ha tenido un pésimo desempeño. Si al final nuestro país queda con una sola medalla de plata, habremos registrado una caída importante de las seis medallas (una de oro, dos de plata y tres de bronce) de Sydney en 2000. Hasta ayer 67 países habían ganado medallas olímpicas. En virtud de que la de Ana Guevara es de plata, estábamos empatados en el lugar 53 con Hong Kong, Finlandia, India, Letonia y Serbia Montenegro. Las esperanzas de antes de los Juegos, de que podríamos obtener quizá siete medallas, se han desplomado.
Estamos quedando muy atrás de otros países más pobres y con menor población que el nuestro. La idea de que el desempeño en los deportes de alto rendimiento no tiene importancia real queda desmentida por la atención que ayer el país le prestó a Ana Guevara. Los mexicanos que no se ocupan de las noticias políticas y económicas, incluso aquellas que tienen un impacto directo sobre sus bolsillos, necesitan sentir que su país es triunfador en los campos deportivos. En esto los mexicanos no somos distintos a los demás pueblos del planeta.
La atención al desempeño de los equipos deportivos es muy superior a la que consiguen los temas tradicionalmente considerados importantes. El honor nacional se mide más por las medallas olímpicas o por los triunfos de las selecciones de futbol que por la prosperidad de los pueblos. Por eso hay tantos Gobiernos dispuestos a hacer una inversión muy cuantiosa en sus deportistas para mantener en alto el ánimo popular. Ana Gabriela Guevara no tuvo ni siquiera que ganar la medalla de oro para encender la imaginación nacional. Hoy se convierte en un símbolo de que, en un país que en su conjunto no es triunfador, el esfuerzo individual sí puede rendir victorias importantes. Y qué bueno que nos dé esta satisfacción, siempre y cuando no olvidemos las lecciones del desastroso desempeño de los Olímpicos de Atenas. Ojalá que no hagamos lo de siempre y nos pongamos a buscar culpables que no lo son.
Ni Felipe “El Tibio” Muñoz, presidente del Comité Olímpico Mexicano, ni Nelson Vargas, cabeza de la Confederación Deportiva Mexicana, son los responsables del fracaso. El problema es de fondo y no se resolverá con el habitual canibalismo de los dirigentes del deporte mexicano. Si queremos tener un buen desempeño en el deporte de alto rendimiento, como lo demuestran los países que han tenido y siguen teniendo éxito, necesitamos un sistema que promueva el deporte competitivo desde la primaria. En este sistema tiene que haber buscadores de talento que encuentren, desde muy temprana edad, a los niños que pueden convertirse en los campeones del futuro. No hay otra manera de hacerlo. Y si consideramos lo que realmente le interesa a la gente y no las preocupaciones de los líderes políticos, haremos bien en dedicarle recursos a este esfuerzo en los próximos años.
La Ley en Cancún
Finalmente se reestablece el Estado de Derecho en Cancún. La Suprema Corte de Justicia ha ordenado que se reintegre la presidencia municipal de Benito Juárez al legítimo gobernante, Juan Ignacio García Zalvidea. Podrá haber objeciones a la forma en que “El Chacho” ha gobernado, pero eso no hace legal el golpe de mano en su contra.
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