Durango

Aprehenden a ministerial

La mujer agente agredió a una detenida que lesionó a su esposo

La agente ministerial Eizabeth Robles Valenzuela quedó a disposición del Departamento de Asuntos Internos por los golpes que le propinó a Laura Alicia López Viera, detenida la madrugada del martes pasado, en venganza por la agresión a Gorgonio González Valdez, también elemento de la Ministerial y esposo de Elizabeth.

Por su parte, la agresora confesa fue consignada ayer por la tarde al juzgado penal correspondiente por el delito de lesiones y al mismo tiempo seguirá su cauce la queja interpuesta ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos por abuso de autoridad.

Como lo dio a conocer este medio, la madrugada del martes pasado, Laura Alicia, al salir en defensa de sus hijos que iban a ser detenidos por agentes ministeriales, como presuntos ladrones de una tienda de autoservicio de la colonia El Ciprés, hirió a uno de ellos con un arma blanca, mientras ellos huían.

Por la gravedad de la lesión, el agente fue llevado a la Cruz Roja y después al ISSSTE, donde lograron salvarle la vida, ya que había perdido una cantidad importante de sangre.

La agresora, al ser detenida, sufrió maltrato en la sala de Urgencias de la benemérita institución a donde fue llevada, a decir del director de la Ministerial, Eulalio Aldama, y de ahí al Hospital General (por cuatro agentes vestidos de civil y a bordo de una camioneta sin placas), hecho que no concuerda con lo presenciado por el representante de El Siglo de Durango, ya que la mujer tardó varias horas en llegar al hospital y, sobre el particular, el comandante en turno se negó a dar información en torno al paradero de la mujer y hasta negó que Laura Alicia estuviera con los agentes.

ASUNTO PERSONAL

Según Eulalio Aldama, la agente Elizabeth Robles, adscrita a la Guardia ?A?, y esposa de Gorgonio González, en ningún momento estuvo a cargo de la investigación y la venganza en contra de la heridora de su hombre fue meramente un hecho fortuito y de manera ?personal?.

Según afirmó, la agresión se dio dentro del hospital, cuando Elizabeth, en su afán de venganza, le propinó a la señora dos puñetazos en el rostro que le causaron la fractura del tabique nasal, moretones e inflamación de ambas órbitas oculares; por ello, fue detenida y remitida por sus propios compañeros.

Asumió el compromiso de que la agresora sería sancionada de acuerdo con el reglamento interno de la institución; en lo concerniente al ?paseo? que los cuatro agentes dieron a la mujer, negó la posibilidad de la ?otra golpiza?, ya que de haber sido así los efectos en la humanidad de la mujer hubieran sido devastadores.

IMPIDEN TRABAJO INFORMATIVO

Vigilantes de la Dirección de Averiguaciones Previas, con gritos y adoptando una actitud francamente intimidatoria, trataron de impedir el cumplimiento de la labor informativa de los representantes de El Siglo de Durango. ?¡Que le autorice el Director; si no, no se va poder y no me tome foto porque...!?, fueron algunas de las expresiones de los vigilantes de los separos de la Dirección de Averiguaciones Previas, cuyo titular, César Flavio Nájera Quiñones, con el pretexto de una diligencia pendiente por practicar con la mujer que fue agredida por una agente de la Ministerial, impidió verificar el estado en que se encontraba Laura Alicia López Viera.

En un cuarto maloliente, entre vejestorios, cacharros, costales de ropa y bicicletas, dos detenidas permanecían sentadas sobre la plancha de cemento, mientras una tercera, Laura Alicia, recostada en posición fetal, se cubría con su chamarra, tratando de atenuar los dolores en piernas y torso, según sus familiares, propiciados por otra golpiza que le dieron ministeriales molestos al ver lesionado a su compañero, quien pudiera quedar con limitaciones en el movimiento de la extremidad donde Laura Alicia lo hirió.

Vistiendo la misma ropa con que fue detenida, la mujer de 42 años, con el cabello revuelto, insistentemente era visitada por dos de sus hermanos, Leandro y Alejandra, su cuñada y una tía, con la intención de que El Siglo de Durango pudiera ver las condiciones en que se encontraba.

Frente al cuartucho, custodiado por un sujeto de lentes que ojeaba nerviosamente un periódico, el hedor de la celda para varones se hacía cada vez más intenso, varios detenidos se distribuían entre las placas de concreto, avizorando por la mica si estaba su defensor o algún familiar, mientras otro agente entrado en años permanecía serio detrás de un escritorio.

Nájera Quiñones, vía telefónica, dio instrucciones a su secretaria para señalar que la detenida no podría ser presentada a la prensa hasta después de la diligencia, pero se ignoraba a qué hora terminaría.

Con el guardaespaldas del funcionario vigilando al reportero y fotógrafo de El Siglo, quedó en claro que aun con el permiso de sus familiares, no se permitiría comprobar su estado de salud.

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