EL SIGLO DE TORREÓN
EL CAMBIO, MATAMOROS, COAH.- El plebiscito estaba por comenzar cuando irrumpieron en el Centro Cívico alrededor de 80 personas que no querían que se realizara la votación para determinar si debía o no venderse cerveza en el ejido.
Entre los gritos y roces de los dos grupos en que está dividida la comunidad, el alcalde, Felipe Medina Cervantes, pidió a los líderes que se entrevistaran con él para evitar más peleas y poner una solución a través del diálogo.
La reunión se dio en una de las casas frente al Centro Cívico. Aunque al principio había un grupo que pedía la venta y otro que quería la suspensión de la misma, ambos bandos optaron porque se continuara con la comercialización del etílico, como única forma de obtener recursos económicos para el ejido.
Debido a las múltiples acusaciones de los grupos, el presidente municipal pidió que se dejaran de agresiones e hicieran únicamente propuestas. Los líderes lanzaron sus ideas y luego de tres horas de discusión, se dispuso que el Cabildo tomaría la decisión, pues ya estaban presentes todos los ediles del Ayuntamiento.
El Cabildo decidió no suspender la venta de alcohol porque se acerca el aniversario de la comunidad y la prohibición sólo beneficiaría a los clandestinos, expusieron los funcionarios. Se llegó a dos resoluciones: que un tercero ajeno al ejido vendiera la cerveza hasta el domingo 14, cuando se llevarían a cabo las votaciones para un nuevo comité de gestión social, o que dos integrantes de cada bando comercializaran el etílico.
El problema comenzó por la falta de claridad en los informes del comité de gestión social, por lo que ejidatarios pidieron una auditoría, lo que a la fecha no se ha realizado.
En las calles de El Cambio los niños paseaban en bicicleta, las amas de casa regaban sus escasos jardines y los señores regresaban del trabajo. La situación difería mucho en el Centro Cívico, donde la gente se dividió en dos grupos, uno de 80 personas y el otro de más de 200.
El presidente municipal dio a conocer las dos opciones a los líderes y ambas partes acordaron seleccionar dos personas de cada grupo para vender la cerveza y el domingo 14 convocar a elecciones del comité de gestión social.
Cuando la multitud se enteró de la decisión del Cabildo, se reanudaron los gritos, pero esta vez las consignas fueron en contra del alcalde y los ediles. Los habitantes se amontonaron alrededor de los funcionarios y exigieron se cumpliera con la voluntad del pueblo, pero los servidores públicos siguieron firmes en la resolución.
La multitud fue creciendo hasta formar un grupo de más de 600 personas, situación que obligó al Cabildo a ceder a la presión y a crear un nuevo acuerdo: mantener el mismo comité de gestión social, dejar la venta de cerveza en el ejido e invitar a la parte minoritaria a que se integre a trabajar con el mismo.