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Arcipreste

Miguel Ángel Granados Chapa

Además de Carlos Ahumada, Cuba detuvo en abril a dos presuntos delincuentes ligados con él. No se sabe por qué el Gobierno de La Habana apresó a Antonio Martínez Ocampo ni a Enrique Arcipreste del Ábrego. Contra el primero no se ha formalizado en México acusación alguna, aunque su nombre figura de modo central en las averiguaciones que sustentaron la orden de aprehensión contra Ahumada. El segundo, en cambio, sí es prófugo de la justicia mexicana, pero no se había solicitado a la Interpol una orden internacional de captura y mucho menos se requirió su extradición. Sólo se pensó en ella después de su captura.

No es de extrañar que Martínez Ocampo se resguardara en Cuba, como Ahumada. De hecho llegaron juntos a ese país, hace dos meses, el 26 ó 27 de febrero. Martínez Ocampo es persona de confianza del empresario corruptor y aparece como propietario de intereses que son en realidad de Ahumada. No sabemos hasta ahora por qué, sin mediar pedido formal mexicano, fue detenido el cinco de abril y por qué tardíamente se notificó de su captura al Gobierno mexicano. Si demoran las acusaciones mexicanas en su contra, en vez de perseguirlo el Gobierno mexicano tendría que defenderlo, o al menos demandar del cubano explicaciones sobre su detención.

Cuba la ofreció, si bien de modo críptico, respecto de la aprehensión de Arcipreste. Lo detuvo en La Habana el martes pasado, “en el marco de las investigaciones” sobre Ahumada. Una semana atrás el canciller Luis Ernesto Derbez había acusado recibo de un aviso cubano que daba por concluida la indagación local contra Ahumada, sin formularle cargos. Y sin embargo días después habló de una investigación en torno suyo. Quizá se refiere a la situación mexicana de Ahumada y la liga presunta entre éste y Arcipreste la estableció la pesquisa cubana por el modo en que este último ingresó a territorio cubano.

Arcipreste voló a Cuba desde León en el avión más famoso de la historia mexicana, más conocido quizá que el Excélsior en el que murió Emilio Carranza o el Cuatro Vientos tripulado por Barberán y Collar. Se trata de la aeronave propiedad de Ahumada, en que volaron un gran número de conspicuas personas en los años recientes y que fue detenido en julio pasado pues el ex delegado panista en Álvaro Obregón, Luis Eduardo Zuno introdujo en él armas prohibidas, compradas en Texas poco antes de las elecciones en que contendía por una diputación federal.

Como a veces ese aparato realizaba servicios de aerotaxi (lo que sirvió de excusa al gobernador de Quintana Roo, Joaquín Hendricks para explicar por qué fue pasajero en él) podría suponerse que Arcipreste lo alquiló para trasladarse a Cuba sin dejar la huella que deja el registro en vuelos comerciales. Pero no fue así. Ese viaje resultó de la alianza estratégica que habían entablado meses antes Ahumada y el propio presunto propietario del paraje San Juan.

Arcipreste esperaba hacer del voluminoso pago por la expropiación de ese enorme predio en Iztapalapa el negocio de su vida. Pero la renuencia del Gobierno de la capital a cubrir el escandaloso monto fijado por una jueza federal, hizo que se alejara paulatinamente la esperanza de una cuantiosísima indemnización, fijada por la judicatura en mil ochocientos diez millones de pesos.

Entonces Ahumada entró en la escena. A través de sus abogados Claudia Padilla, Amado Anaya y Alberto Pantoja ofreció a Arcipreste apoyo financiero y cobertura periodística que reforzara su posición. Ahumada obtendría con ello no sólo una eventual participación en la enorme suma que Arcipreste esperaba cobrar sino dirigir otro venablo contra Andrés Manuel López Obrador, contra quien hacía armas en consonancia con la inquina dirigida al jefe de Gobierno, confesada a la periodista Olga Wornat.

No es inusual que abogados pacten con sus clientes el cobro de honorarios sujeto a los resultados. Es menos frecuente que aporten además financiamiento y trato amistoso. El 26 de octubre pasado, Arcipreste, Ahumada y los abogados Padilla y Anaya viajaron de León a Toluca (luego de presenciar un partido del equipo leonés, propiedad de Ahumada), en el celebérrimo avión y de Toluca a la colonia Parque San Andrés, en Coyoacán, donde se halla todavía la redacción y el taller de El Independiente. Allí Arcipreste fue entrevistado con fines de publicación, en presencia de Ahumada, propietario de ese periódico. (Reforma, 22 de abril). Con flaca memoria, en la visita consular cumplida el viernes por la cónsul Olga García Guillén Arcipreste negó conocer a Ahumada.

Tan lo conocía que cuando en diciembre se dictó orden de aprehensión en su contra, escapó de México en el avión en que ya también había viajado. El Gobierno capitalino había pasado de la defensa tardía e ineficaz de su interés pecuniario a la ofensiva cuando se hizo de información que ponía al descubierto las trácalas de Arcipreste al que acusó por fraude procesal y falsificación de documentos y obtuvo una orden de aprehensión, contra la cual sus abogados, los de Ahumada, solicitaron amparo, juicio en que todavía no se dicta sentencia.

La Procuraduría del Distrito Federal olvidó solicitar búsqueda internacional contra el presunto defraudador y sólo ahora ha integrado el expediente de extradición. No ha entregado a la PGR el relativo a Ahumada, en espera de incorporar una nueva acusación. Pero de esa lentitud se aprovecha la PGR para formular reproches y ocultar su propia tardanza en la averiguación previa contra Ahumada por lavado de dinero.

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