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Armonía coreana/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“La armonía del mundo está formada

por una natural aglomeración de

discordancias”. Séneca

sEÚL, Corea del Sur.- Le llaman jjimjilbang y es un ejemplo de cómo la cultura coreana adopta elementos de otras naciones y los hace suyos. Se trata de un sauna colectivo y mixto, inspirado en los baños finlandeses, pero con elementos netamente coreanos.

El jjimjilbang (“cuarto de toalla caliente”) es un complejo de gran tamaño que en su centro tiene una habitación en la que se introducen ladrillos calientes que elevan la temperatura ambiente por arriba de los 50 grados centígrados. Hombres y mujeres -pudorosamente vestidos con camisetas y pantaloncillos cortos— toman sudan juntos, recostados sobre un piso de madera cubierto de tapetes de bejuco. En otras habitaciones hay lugares para reposar, meditar, conversar, ver la televisión e incluso comer o tomar bebidas, como en los baños públicos de muchos lugares de la costa oriental de Asia.

Corea del Sur es un país que con naturalidad ha adoptado elementos de otras culturas. Quizá esta apertura —inusitada en Asia— se deba a que durante siglos sufrió invasiones extranjeras. Un país abrumadoramente budista a principios del siglo XX, hoy cuenta con apenas un 30 por ciento de budistas. En cambio 30 por ciento de sus habitantes son cristianos y su número crece con rapidez debido a un proselitismo muy activo frente a la tradicional pasividad budista.

A pesar de la creciente adopción del cristianismo, empero, el orgullo de los coreanos en sus tradiciones y monumentos budistas no se pierde. La exitosa industria coreana ha tomado y copiado productos y tecnologías de Estados Unidos, Europa y Japón, pero también los ha hecho propios. Por eso hoy los televisores, pantallas, teléfonos celulares, refrigeradores y semiconductores coreanos invaden el mundo. Los cantantes, las películas y las telenovelas de Corea se inspiran en modelos de otros países, pero con el tiempo han adquirido un carácter propio. Los grandes artistas coreanos son hoy conocidos y admirados en buena parte de Asia, incluso en Japón, que tiene un nivel de desarrollo marcadamente superior.

China es hoy el asombro del mundo por su capacidad manufacturera y quizá la industria coreana ya no está creciendo a pasos tan agigantados como lo hacía hace apenas algunos años. Pero la diferencia es que los coreanos, como los japoneses, han sabido promover sus marcas en el mundo. Aunque se distribuyen en el mundo incontables productos chinos, no hay una sola marca china reconocida fuera de su país.

En cambio nombres coreanos como Samsung, LG y Hyundai son hoy familiares en todo el mundo. Y es que los diseños imitados de otros tiempos, hoy han sido mejorados y hechos propios por las empresas coreanas. La inmigración a Corea es muy reducida a pesar de su elevado nivel de vida y de sus bajas tasas de natalidad. Pero la comunicación con el mundo se ha abierto debido a la entusiasta adopción de la tecnología por los coreanos. Si bien la televisión abierta del país es relativamente atrasada, en parte por la persistencia de una televisión pública sostenida por los impuestos, la creciente expansión de la televisión por cable le da a los sudcoreanos de clase media y alta acceso a decenas de canales de televisión de todo el mundo.

Los jóvenes y ejecutivos del país viven pegados a teléfonos celulares de tecnología cada vez más avanzada. Pero quizá el elemento más importante de la modernidad coreana es la penetración del Internet de alta velocidad, la más alta del mundo, con el 70 por ciento de los hogares. La cultura coreana tiene otros elementos sutiles difíciles de explicar. El más notable es la absoluta limpieza de calles, carreteras, parques y lugares públicos en general. Ésta es una limpieza que no se logra con ejércitos de barrenderos, sino con una convicción profunda de la población.

Nadie puede conocer, por supuesto, una cultura nacional en una semana. En estos últimos días en Corea, de hecho, he encontrado más preguntas que respuestas. Lo bueno de este país es que puede uno perderse en ésta y otras reflexiones en un enorme baño colectivo en el que se mezclan el sauna finlandés con el baño colectivo oriental en una mezcla típicamente coreana. Quizá por eso el escudo de Corea es el símbolo budista del yin y el yang, los grandes poderes de la naturaleza que, en su conflicto constante, producen también la armonía necesaria para la vida.

Violencia

En un momento en que Tijuana lamenta la muerte de Francisco Ortiz Franco y la ciudad de México se prepara a manifestarse contra la delincuencia, vale la pena señalar que Corea del Sur está virtualmente libre de delitos violentos. Casi no hay armas de fuego entre la población e incluso los policías andan desarmados. Hay aquí otra lección qué estudiar.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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