A falta de tiempo suficiente para integrar debidamente la averiguación, el agente investigador Jaime Varela Orona, quien lleva el caso del homicida confeso Fernando Cabrera Ortiz, solicitó el arraigo domiciliario para perfeccionar la investigación, mediante las diligencias y peritajes que se pudieran desahogar en el transcurso.
Desde hace tres años, Cabrera Ortiz, de 38 años, con domicilio en la colonia José Ángel Leal, era buscado por el homicidio del joven taxista Juan Pablo Cabrera Magallanes, de 26 años, a quien privó de la vida en las calles de la colonia Hidalgo a bordo de su unidad, de un disparo en la cabeza, luego de que el occiso le requirió el pago del viaje.
Conforme a los antecedentes constatados por la agencia investigadora que lleva el caso, el presunto homicida afronta cargos anteriores por asalto a mano armada, lesiones, robo agravado; parte de estos delitos los cometió en agravio de otro taxista, al cual encerró en la cajuela con intenciones de robarlo, por lo que existen razones fundadas para creer que también pretendía privarlo de la vida.
El presunto, en su declaración ministerial, aceptó haber cometido el crimen, después de que un día antes se dedicó a ingerir bebidas embriagantes en compañía de varios amigos; para ello requirieron los servicios del taxista, que durante varias horas los trasladó a diferentes antros para seguir la parranda.
Ya en la madrugada de aquel 12 de abril de 2001, Fernando, al quedarse solo al final del festejo, solicitó a Juan Pablo que lo llevara hasta el domicilio de un amigo en la colonia Hidalgo y, una vez en el lugar, el taxista solicitó que antes le pagara cierta cantidad, que al pasajero le pareció elevada.
Lejos de pagar cabalmente, Fernando, intoxicado por el alcohol, se molestó y sin reparar en las consecuencias, desde el asiento trasero, sacó su arma calibre .25 y descargó un solitario disparo que penetró en el cráneo del trabajador, quien segundos después dejaba de existir.
Fernando huyó a los Estados Unidos y ahí permaneció durante estos años tratando de evadir a la justicia, sin contar con que a su regreso sería capturado.
