Llevan varias semanas haciendo de las suyas sin que exista poder humano que los detenga.
No contentos con bloquear las fronteras y propiciar la muerte de cientos de seres humanos, ahora han puesto la mira en las zonas urbanas de California.
Son cientos de indocumentados, casi todos de origen mexicano y latinoamericano, los afectados por los agentes de la Patrulla Fronteriza, mejor conocida como la “Migra.”
Igual se introducen autobuses que en el “trolley” y últimamente han llegado a merodear las escuelas en búsqueda de jóvenes estudiantes sin documentos legales para vivir en Estados Unidos.
Las redadas se han extendido por las ciudades de Los Ángeles, San Bernardino, Riverside, Escondido, Corona y San Diego, principalmente. En las oficinas regionales de la Patrulla Fronteriza con sede en Los Ángeles aseguran que los operativos ya cesaron, sin embargo, las fotos y notas del Diario Latino de ayer martes fueron por demás elocuentes.
Aparte de los excesos en sus funciones, los agentes de la “Migra” mienten a la opinión pública y de una manera por demás prepotente y soberbia.
La dependencia está en su derecho de investigar, cuestionar y detener a aquellas personas sospechosas de carecer de documentos legales para residir en Estados Unidos.
Sin embargo, las redadas ya no ocurren en los centros de trabajo ni en el campo, ahora es en la ciudad y llevan evidentemente el propósito de reprimir y provocar pánico entre la población de origen latino.
¿Por qué no se realizan estas redadas en los barrios con población oriental o de origen árabe en donde sabemos también existen infinidad de personas indocumentadas?
¿Por qué ese afán de afectar a la población de origen mexicano y de los países latinoamericanos?
El presidente mexicano Vicente Fox estuvo en días pasados en Estados Unidos y levantó la voz para solicitar un hasta aquí a los operativos en contra de indocumentados.
Lamentablemente su voz no fue contundente como tampoco han sido las de los embajadores y cónsules mexicanos, quienes se suponen son sostenidos por el pueblo mexicano precisamente para defender a nuestros connacionales.
¿Qué pasaría si hoy el Instituto Nacional de Migración en México investiga a los norteamericanos que residen y trabajan en Acapulco, San Miguel Allende, Cuernavaca, Rosarito, Puerto Peñasco y Taxco?
De seguro encontrará a muchas personas sin permiso legal, pero al día siguiente a primera hora el embajador norteamericano estará tocando la puerta de Los Pinos para demandar un alto al hostigamiento al tiempo que agencias y corresponsales extranjeros armarían la grande en contra del Gobierno foxista.
Versiones confiables señalan que las acciones de la “Migra” en California llevan la intención de justificar el elevado gasto de la dependencia en una región en donde el paso de ilegales se ha reducido ante el cambio de las corrientes migratorias hacia Arizona y Texas.
Además el análisis del presupuesto para el próximo año fiscal está en puerta y a ello hay que agregarle el enojo de la Patrulla Fronteriza en contra del Gobierno de Bush por su propuesta de un nuevo acuerdo migratorio.
Lo cierto es que nuestra gente desarrolla habilidades impresionantes para hacer frente a estos agravios. Una radio en español de San Diego se ha convertido en el vocero de los indocumentados y cuanto operativo se realiza es reportado de inmediato a la estación para alertar a los paisanos para no pasar por tal calle o colonia.
Está demostrado que casi el total de los deportados regresa a Estados Unidos tarde que temprano, sencillamente porque quienes residen del lado americano tienen una familia, un trabajo y en ocasiones una vida social de muchos años.
La migración es, pues, un fenómeno social mucho más complejo para ser detenido por un grupo de agentes fronterizos.
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